Charles Manson, el villano brillante
Imagino a Manson, tras su muerte, llegando a esa ciudad subterránea, surcada por ríos de leche y miel, con árboles que proporcionaban hasta tres clases ... de frutos, donde la vida era fácil y regalada. A esta ciudad se accedía por un pasadizo subterráneo del Valle de la Muerte. Otro de sus inventos. Allí aguardaría su 'familia' hasta el genocidio total de los blancos. Charles estaba como una regadera. Sin embargo, fue alguien de una inteligencia original, un puzle de todas las historias y vivencias de su vida. Era una esponja y tenía la habilidad precisa para decir la palabra justa en el momento apropiado y convencer de que él era la víctima de un sistema social y no el villano. Algo de razón no le faltaba; Manson era actor, violador, asesino, cantautor y algo que son todos los fundadores de sectas: un narcisista patológico de egoísmo infinito. También se autoproclamó el quinto ángel del Apocalipsis y el quinto Beatle.
Charles nació en Cincinnati, hijo de mamá adolescente. El padre jamás quiso saber nada de él. A la madre le gustaba la cerveza. Cuenta la leyenda que cambió al niño por una pinta de medio litro. Su infancia son destartaladas habitaciones de motel, facturas sin pagar, padrastros sin paciencia y una entrada y salida de reformatorios primero, de la cárcel después. Siempre la consideró su hogar. La historia de Charles es la historia del rechazo. La expulsión descarnada del sueño americano. Robaba coches, anduvo de chapero y, consciente de su atractivo, siempre supo seducir al otro. Tras su primera estancia en prisión decidió que nadie más destrozaría sus sueños. Más bien, al contrario.
En el verano de 1967 Manson tiene 33 años. Ha pasado muchas horas estudiando filosofía oriental y esoterismo. Por alguna extraña razón admira a los proxenetas negros. Conoce a una chica y con su proverbial habilidad la enamora. Se marcha a vivir a su casa y la convence para admitir a otra joven. Con ambas, mantendrá relaciones sexuales, por su puesto. Este fue el germen de la familia Manson que acabó con la muerte de una Sharon Tate embarazada y cuatro personas más el 9 de agosto de 1969. Al día siguiente, es el turno de Leno y Rose Mary La Bianca, en el exclusivo barrio de Los Feliz. El listo de Charles le deja el trabajo sucio a Tex Watson, con alma de psicópata, y a varias de sus chicas. Aplica otro truco de la infancia: culpar a otros. En este caso, a los panteras negras. Con la sangre de las víctimas escribieron las leyendas 'Death to pigs' y 'La garra del felino'. Y el famoso 'Helter Skelter', que es el título de una canción del álbum blanco de los Beatles. En sueños se comunica con ellos.
Por increíble que parezca, la policía de Los Ángeles tardó dos meses en considerar que ambas matanzas tenían a los mismos ejecutores. Un destrozado Roman Polansky les indica que busquen un móvil absurdo y rocambolesco, «algo que no encaje». El inspector Vincent Bugliosi acabó en lo de 'Helter Skelter' ¿Y qué es eso? Un tobogán en espiral. También el alboroto y la confusión.
Antes del desenlace final, Manson vivió una época de esplendor siendo el gurú de más de 30 personas y al menos 7 niños. Era un padre de familia que organizaba orgías, prostituía y drogaba con LSD a sus chicas. Nadie supo ver la locura de sus palabras. El buen rollo dio paso a sus ataques, la violencia, la coerción y las muestras de fidelidad al líder con aquellas terribles muertes.
En su camino se cruzó Dennis Wilson de los Beach Boys, quien le convenció de su talento musical. Estuvieron un verano en su casa a la sopa boba. También pasaba por allí Terry Melcher, el hijo de Doris Day. Él fue quien le dio el puntapié definitivo de su delirio musical, tras una desastrosa jornada de grabación.
Manson soñaba con quemar ciudades, no con paraísos. En su mente psicótica de alto coeficiente intelectual y rarezas psiquiátricas sólo había sitio para el rencor. Aún así, siempre se sintió especial y recibía 20 mil cartas al año de sus, sobre todo, admiradoras. Murió en su celda a los 83 años.
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