Una fuerza imparable

Por mucho que uno busque, encuentra solo lo que quiere encontrar. Por mucho que uno crea abrirse al mundo, el mundo se le cierra. El mundo del vino, en general, es un círculo cerrado. Los proyectos nuevos luchan contra todo y contra sí mismos tanto que, a veces, desisten antes de empezar. Y los que ya están se renuevan tan mal -normalmente- que desaparecen de ese lugar que tanto les costó conquistar.

Por eso le doy tanto valor a Diego. Diego Magaña es nacido y criado en una familia de viticultores y bodegueros en Navarra, rodeado de cepas, sarmientos, uvas y tinajas. Pero, ante todo, Diego es una fuerza implacable que ha hecho de sus nuevas andaduras referencias imperdibles para los aficionados del buen beber. Diego cuenta que se enamoró del vino de joven, por obligación. Siendo un chaval, y sin mucha aspiración, su padre le obligó a estudiar enología. Qué ojo tuvo.

Despertó en él a uno de mis elaboradores imprescindibles de hoy en día. Tenemos mucho que agradecerle. Después de pasar por la bodega familiar en Navarra y por dominar el Bierzo con su Dominio de Anza, atrevido como pocos, decidió montar un proyecto en la Rioja Alavesa, y más concretamente en los municipios de Elvillar y Laguardia.

Este Especial de Anza es un vino que se elabora con las uvas que nacen en las parcelas que Diego Magaña ya domina. Vinificó varios años en ellas sin embotellar en lo que terminaba de domarlas. El resultado final es un extraordinario tinto riojano de parcela con una pequeña producción de poco más de 2.000 botellas. Casi todas sus viñas son de la variedad tempranillo. Aunque, como ocurre en gran parte de La Rioja, tiene alguna cepa de garnacha, viura, graciano o mazuelo que elabora todas juntas y fermenta en barricas de 225 o 500 litros y no tiene miedo a utilizar raspón en abundancia cuando la añada lo necesita.

El vino, en su conjunto, es perfecto. Se presenta como un señor, con buena capa, sin oscuros, pero también sin encajes ni transparencias pueriles. Desde lejos no lo parece, pero cuando te lo acercas a la nariz notas su perfume, ese aroma delicado y sutil, muy equilibrado, que apetece abrazar y no soltar. Cuesta definirlo, pero no te cansas de intentarlo, y vuelves una y otra vez a por él.

Diego sostiene que su objetivo es hacer el Rioja con la mayor pureza y, sobre todo, lo más disfrutable posible. No sé si ha llegado a su objetivo pero, desde luego, si Diego Magaña no existiera, alguien tendría que inventarlo.