El café ya no es lo que era
Llegó por primera vez a Europa en 1575 de la mano de comerciantes venecianos
Tomás Martínez Pagán
Domingo, 17 de agosto 2025, 20:11
El título de este artículo es el comentario generalizado de los profesionales del mundo del café, siendo los protagonistas principales del momento el «café en ... grano» y los «cafés de especialidad». Ambos se empaquetan en el punto de consumo del modo más sensorial y sofisticado. Además de usar la nariz, ahora el café se disfruta también con la vista. Los dos pilares fundamentales en un restaurante son el pan en la entrada, que es el primer bocado que se da al llegar a la mesa; y el café en la despedida, que es el último sabor que uno se lleva a casa después de deleitarse con una rica experiencia gastronómica. Si el café está al mismo nivel de dicha experiencia, el recuerdo será positivo pero, si no da la talla, la mala percepción perdurará.
Un buen café de especialidad no busca homogeneidad sino expresividad. Cada grano tiene –y cada origen– una experiencia sensorial distinta. De un buen café se pueden esperar aromas florales, frutales, cítricos, espaciados o caramelizados. Dulzor natural y limpio, sin necesidad de azúcar. Acidez equilibrada, vibrante y nunca agresiva. Cuerpo armonioso, con textura definida. Post-gusto largo, limpio y agradable. Y, sobre todo, claridad: la sensación de que cada sabor tiene su lugar.
La historia del café en España es un viaje que abarca siglos, desde su llegada como una novedad exótica hasta convertirse en un elemento esencial de la cultura española. España ocupa el puesto número 19 en el ranking global de consumo de café gracias a los 4,5 kilos que cada español ingiere de promedio anualmente. El café llegó por primera vez a Europa en 1575 de la mano de comerciantes venecianos. A España arribó con un siglo de retraso y todo gracias a los italianos, que fueron los que acompañaron a la dinastía de los Borbones después de la Guerra de Sucesión. Pero no fue hasta finales del siglo XIX cuando el café comenzó a popularizarse y a comercializarse.
Actualmente el consumo de café en España es de 14.000 millones de tazas. Nuestro país es líder en bares y cafeterías, ya que la media es de un establecimiento por cada 175 habitantes. En sus inicios el café se preparaba usando una olla. Es lo que se conoce como «café de puchero» o «café de pote». Se hervía el agua en la olla, se añadía el café molido y, después, se colaba con la ayuda de una tela fina. Este era el método para conseguir tomar un café en la época de nuestros abuelos.
El actual crecimiento está basado en el enriquecimiento y sofisticación de la experiencia. Son los baristas los que más aportan sobre las propiedades del café que se va a degustar, sorprendiendo con su destreza en el «latte art» al decorar la superficie del café con diseños singulares. Y termino con esta reflexión: «La vida es como una taza de café: todo está en cómo la preparas pero, sobre todo, en cómo la tomas».
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