«Verde rumor intacto. La higuera me tiende sus brazos». Como glosara García Lorca, el árbol de la higuera expresa seguridad y abundancia: las más ... de 700 variedades de higos que alimentan al 10% de las aves del mundo.
Aunque la mitología griega relata que fue la diosa Deméter quién regaló las primeras semillas de higuera a Fítalo, se sabe que en el valle del río Jordan ya se consumían higos hace más de 11.000 años, que higos e higueras estaban descritos en la Biblia, que estaban representados en bajorrelieves de las pirámides egipcias, que crecían en los jardines colgantes de Babilonia o que Buda fue iluminado debajo de la higuera «árbol Bodhi».
Los comerciantes fenicios distribuyeron los higos e higueras por toda la cuenca mediterránea y este árbol era tan importante que, al fundar cada ciudad, se plantaba una higuera en la plaza central en la que los ancianos resolvían los asuntos públicos. Y fue una higuera quién salvó a Ulises, al agarrarse a sus ramas. Y, en Roma, la Ficus rumminalis protegió la cesta de los bebés Rómulo y Remo.
Los higos, de suave piel y pulpa melosa, son el producto comestible de la higuera. Higo proviene de 'sykon', nombre del titán Siqueo. Sorprendentemente, no son una fruta, sino un cúmulo de hasta 1.600 florecillas que crecen hacia adentro explicando esa textura especial al comerlos, porque dentro de cada vaina está el diminuto fruto.
Higos con pan
Tienen tanta energía y son tan nutritivos y placenteros que a los filósofos de la Escuela de Atenas se les llamaba «comehigos» porque era su aperitivo favorito: frescos en verano y secos «de higos a brevas». En Roma, el 'ientaculum', higos con pan, eran la base del desayuno popular. Y el gran gastrónomo Marcus Gavius Apicius alimentaba a los cerdos con higos para producirles hígado graso (precursor del 'foie-gras') y en 'De re coquinaria' escribió deliciosas recetas con higos, como la de pierna de cerdo con higos secos, miel y laurel o la de higos horneados con ajo, cilantro, miel, pimienta y sal.
Los higos, aunque saludables, son hipercalóricos (65 calorías por 100 gr). Son ricos en azucares naturales, antioxidantes, fibra, minerales (calcio, cobre, hierro y potasio), omega 3 y 6, y vitaminas A, B6 y K. En la cocina se complementan con ajo, cebolletas, endivias, frutos secos, setas o verduras de hojas verdes. Y con chocolate, son un manjar de dioses.
Aunque en octubre despedimos los higos frescos hasta junio, éstos pueden secarse o hacerse compota, chutney o mermelada o crear licores como el raki turco o el boukha tunecino e incluso el incomparable café vienés con nata, lluvia de cacao y polvo de higos secos.
En 1938, dos años tras el fusilamiento de García Lorca, en el surrealista 'Afgano invisible...' Dalí pintó la cara espectral del poeta enmarcada en la playa de Cadaqués que Federico había visitado en 1925 y en 1927. Un paraje onírico con tres higos centrales, símbolo de amor, asociado a Afrodita, paz, sabiduría y recuerdo de buenos tiempos compartidos.
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