Ponga un limón en su vida
La historia de los limones se pierde en la noche de los tiempos. Se cuenta que la reina Semiramis cultivaba limones en los Jardines Colgantes ... de Babilonia, ocho siglos antes de que naciera Cristo, para los que no lo sepan. Su nombre científico es 'Citrum limonum', aunque a nadie se le ocurre pedirlo así en el mercado ¡pues menudo jolgorio se armaría!, y pertenece a la familia de las aurenciaceas. Como hay tantas variedades en esta tierra nuestra, siempre tenemos uno a mano. El verna, de color amarillo fuerte, con la piel finita, ovalado, un poco panzón diría una. Con seis a doce gajos en su interior, y pocas semillas, permanece desde febrerillo el loco hasta los calurosos días de julio. El fino o mesero, un limón de piel fina, amarillo pálido, redondito, con entre siete y trece gajos, y una pulpa muy jugosa. Reina de octubre a febrero. El limón real, que es llamado malagueño, porque es nativo de la provincia andaluza. Oblongo, de corteza gorda, gran consistencia y bastantes semillas, lo pueden encontrar desde mediados de septiembre hasta primeros de enero. Completa el abanico el verdelli, con floraciones atrasadas de todas las variedades, manteniendo su color verde tierno.
En Europa aparecieron en el siglo XI con los cruzados que regresaban de sus santas correrías, aunque griegos y romanos los recibían antes con las caravanas que cruzaban Asia, usándolos como condimento y medicina. Contaban que habían nacido en el sur de China, donde los consideraban símbolo de felicidad, pero también los reclamaban las misteriosas riberas de la Indiasia. Se aposentaron en nuestro país, y en estas tierras, porque el clima y el suelo eran lo más parecido a su tierra natal. No es que tengamos el monopolio de su cultivo, porque también crecen en otros lugares de la península, pero bastante menos... ¿y menos hermosos?
Su cultivo se aposentó en nuestro país y en esta región porque el clima y el suelo es lo más parecido a su tierra natal
Al principio, el limonero estuvo muy desaprovechado, porque se consideraban plantas de adorno. Bellísimas y con un aroma que emborrachaba los sentidos, pero nada más. Hay viejos papeles, del siglo XV, en los que se habla de la concesión que hizo el Concejo al vecino Macías Coque, de un trozo de barbacana, cerca del viejo Alcázar, para que lo cultivara, poniendo la condición que había de plantar en él «limoneros, naranjos e rosales, e otros árboles bienolientes, que de sí diesen buenos olores». Es decir, que según consta en el antiguo documento, tenía que crear un hermoso jardín.
Unas simples gotitas de limón en un vaso de agua bien fría es lo mejor para calmar la sed y el calor
Ahora, que ya llegan nuestros tórridos calores estivales, hay que ver cómo alivian unas simples gotitas de limón en un vaso de agua bien fría; es lo mejor para calmar la sed y el calor. O en el vino con unos trozos de hielo. O una gran jarra de leche, cocida con canela y corteza de limón, que ayudan a pasar la calurosa tarde entre trago y trago. Y es que, aunque sea una cortecita, es bastante para dar un toque aromático al condumio o bebestible más humilde.
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