¿Nutricosméticos para el verano?
Los nutricosméticos son productos destinados a mejorar la apariencia externa actuando «desde el interior». Se han vuelto populares en los últimos años y se presentan ... en forma de cápsulas, tabletas, bebidas o pastillas. Prometen combatir la caída del cabello, aumentar el volumen capilar, reducir arrugas, eliminar celulitis, mejorar la luminosidad de la piel, reforzar las defensas inmunológicas y, en verano, favorecer el bronceado y mejorar la tolerancia al sol. A pesar de su éxito en el mercado, existen muchas dudas razonables sobre su eficacia real. ¿Funcionan realmente sus ingredientes activos? ¿Existe respaldo científico detrás de sus promesas? ¿Está justificado su elevado precio? ¿Podríamos obtener los mismos efectos a través de una alimentación equilibrada y cuidados básicos?
En primer lugar, es importante aclarar que, aunque estén orientados a fines estéticos, estos productos pertenecen legalmente a la categoría de complementos alimenticios. Esto significa que están regulados por la normativa alimentaria europea, y no por la legislación que rige los cosméticos de uso tópico como cremas o sueros. Por tanto, su eficacia y seguridad depende de lo que dictan las autoridades alimentarias, concretamente de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), y no de las autoridades cosméticas.
La mayoría de nutricosméticos disponibles contienen ingredientes como colágeno, ácido hialurónico, coenzima Q10, resveratrol, isoflavonas de soja, Lactobacillusjohnsonii, extractos de algas o aceites vegetales. Sin embargo, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), aunque estos productos son seguros no existe evidencia científica sólida que relacione la ingesta oral de estos compuestos con los efectos estéticos que se les atribuyen. Esto incluye también a los ingredientes más utilizados en productos veraniegos.
No existe evidencia científica sólida que relacione la ingesta oral de estos compuestos con los efectos estéticos que se les atribuyen
Entonces, ¿cómo pueden comercializarse? La clave está en una «ventana legal» que permite a las empresas hacer ciertas afirmaciones si el producto contiene al menos un 15% de la cantidad diaria recomendada (CDR) de determinadas vitaminas o minerales. Esto les autoriza a declarar que sus productos «contribuyen a la protección de las células frente al daño oxidativo», «favorecen la formación normal de colágeno» o «apoyan el sistema inmunitario». La estrategia de las empresas nutricosméticas es utilizar ingredientes estrambóticos que suenan muy bien, pero no están avalados por la EFSA, y sumarles pequeñas cantidades de micronutrientes que sí están respaldadas legalmente para poder prometer «casi» de todo.
Por ejemplo, con solo 12 mg de vitamina C (15% de la CDR), un producto puede hacer afirmaciones muy ambiciosas. Sin embargo, los españoles consumimos entre un 191% y un 393% de la CDR de vitamina C, lo que vuelve innecesaria su suplementación. Es más, alimentos cotidianos, como una naranja, contienen unos 30 mg de vitamina C, más que muchos nutricosméticos, y cuestan muchos menos (los nutricosméticos suelen rondar los 30 euros por envase).
Estimados lectores, este verano opten por una alimentación rica en frutas, verduras y antioxidantes naturales. Beban suficiente agua, descansen adecuadamente y protejan su piel con fotoprotectores eficaces. No caigan en promesas sin base científica. La evidencia actual no respalda que los nutricosméticos sean más eficaces que una dieta saludable. No hay píldoras mágicas: la belleza real comienza con buenos hábitos, no con marketing disfrazado de ciencia.
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