El menú del día resiste en los polígonos de la Región de Murcia: «La gente viene aquí a ganarse el sueldo, no a dejárselo»
La inflación eleva el precio y amenaza la supervivencia de la opción más popular de los restaurantes
Pasan pocos minutos de las dos de la tarde. Trabajadores con chaleco fluorescente toman asiento en el restaurante Las Palmeras IV, situado en el extremo alcantarillero del Polígono Industrial Oeste. Los clientes aprovechan el parón en su jornada laboral para echar un ojo al telediario, mientras esperan el caldo con pelotas, los entremeses, el estofado de cordero o el arroz con verduras, algunas de las recetas que ofrece este miércoles el menú del día. «Es lo que pide la mayoría de la gente», cuenta Cristian, el joven que está al frente del local. El servicio completo cuesta 11 euros, y el medio, que permite elegir entre un primero o un segundo, se queda en 9. «Hay que ser asequibles dentro de lo que cabe porque la gente va asfixiada. Este año hemos tenido que subir los precios de la carta, pero el menú estamos intentando mantenerlo», reconoce.
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Polígonos como este son uno de los últimos bastiones de resistencia del menú del día, una propuesta en peligro de extinción. Al menos en su fórmula tradicional. La inflación de los últimos años, muy patente en las cartas de bares y restaurantes, amenaza con llevarse por delante su opción más popular y obrera: ensalada, primer plato, segundo, bebida, postre y café. Una alternativa ideada para consumir a diario, en la pausa del trabajo, pero que está perdiendo rentabilidad.
«Este año hemos pasado de 12 a 13 euros porque había dos opciones: bajar la calidad de los productos o aumentar el precio», reconoce Naida, encargada de La Canoa, otro de los numerosos locales que alimentan de lunes a viernes a los trabajadores del polígono de San Ginés. Hace ocho años, cuando abrió, lo puso a 8 euros para levantar el negocio, que «estaba hundido», pero la inflación cada vez hace más mella. La principal virtud del menú del día, su variedad, es también una condena, ya que absorbe el encarecimiento de todos los productos. «En octubre subieron unas cosas, en diciembre las bebidas, ahora el café. Por no hablar de las verduras, que están disparadas. Y trabajo con tres carniceros para tener productos frescos», suspira Naida. «Podemos perder clientela por subirlo, ha aflojado un poco, pero no se puede hacer más», se lamenta.
«Tenemos menos beneficios»
El precio medio del menú del día en la Región de Murcia se eleva a 13,07 euros, según los datos del último estudio de la patronal Hostelería de España, elaborado junto a Edenred y publicado a finales de 2024. El dato regional está un euro por debajo de la media nacional y ha subido menos que el IPC, pero ya es prácticamente imposible encontrar un bar que lo prepare por menos de 10 euros, lo habitual a principios de siglo. «Lo que subimos es para mantenernos. Tenemos menos beneficios que el año pasado, pero subir más de un euro me parece un poco excesivo», explica Naida, que se empeña en mantener la esencia. «Aquí no estamos en la Gran Vía, la gente no viene de paseo. Nosotros trabajamos para gente obrera, que viene al polígono a ganarse el sueldo, no a dejárselo», reivindica.
La cifra
13,07 euros
es el precio medio del menú del día en la Región de Murcia, según datos del último estudio de la patronal Hostelería de España. El dato de la Comunidad está un euro por debajo de la media y ha subido menos que el IPC, pero se ha incrementado de forma notable desde principios de siglo
Esta reflexión resume por qué los menús asequibles, de guisos y recetas tradicionales, aparecen a cuentagotas por las ciudades y se mantienen a duras penas en extrarradios y pedanías, pero siguen siendo la norma en centros industriales que acumulan gran cantidad de naves y fábricas. Lo mismo que pasa en San Ginés se repite en el Saprelorca de la Ciudad del Sol, el parque empresarial Base 2000 de Lorquí, La Estrella de Molina de Segura o el polígono Cabezo Beaza de Cartagena.
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«También vienen familias a comer, pero la mayoría son trabajadores, representantes, comerciales… mucha gente del polígono», cuenta José Lucas en El Zorro, un bar de toda la vida del polígono cartagenero. «Con los trabajadores hay que tener mucho cuidado. Y si la clientela se pierde, es peor», razona este veterano hostelero, reacio a subir mucho los menús. «Solo lo hacemos cuando no hay más remedio. Ahora, con seis primeros y seis segundos, lo tenemos por 12 euros, pero pensamos subir para el verano por el coste del aire acondicionado. Hay que ponerse al día y dar la máxima comodidad posible para que la gente esté comiendo a gusto», razona.
«No lloramos, de momento»
Todos coinciden en el hándicap de la inflación y son pocos los que se resisten. «Tendremos que hacer más, pero si subimos el precio nos quedamos sin clientes. Y nosotros trabajamos para ellos, son quienes dan de comer a los cinco que estamos aquí», cuenta José en el restaurante Danubio. En este establecimiento, obreros del polígono La Estrella prueban cada día estofados, codillo de cerdo o churrasco, acompañado con ensaladas y postres caseros. Si el menú del día sobrevive en este tipo de zonas es porque tiene asegurado un gran número de consumidores, pero cada vez cuesta más despachar raciones a un precio asequible. «Este mes va flojo, pero no lloramos, de momento…», admite el encargado mientras echa un ojo al arroz.
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En esta zona de la Vega Media, al norte de Molina, se ubica Pico y Pico y Arroz en una estación de servicio, el otro perfil de restaurante que mantiene el menú del día. Se nutre de muchos currantes de los polígonos de alrededor, pero también de viajeros. «Muchos franceses, marroquíes, sobre todo en puentes y verano», cuenta Pedro, propietario de este local ubicado en el área de La Cañada, junto a la A-30. «Gracias a los arroces que hacemos y las sugerencias de la carta, sube el tique medio. Con los menús del día no llegaríamos, tendríamos que dar más de 200», admite. Además, no es la primera opción de los clientes. «También piden comida para llevar. Se traen de casa algo frío y aquí pillan algo caliente para completar, algún codillo, algún secreto. Esos platos sueltos los vendemos a cinco euros», cuenta.
Nuevos hábitos de consumo
Debido a estos nuevos hábitos de consumo, lejos de estos establecimientos de carretera o polígonos, en las ciudades se asienta otra realidad y son escasos los restaurantes que mantienen un menú del día por debajo de 15 euros. «Tenemos clientes habituales, de empresas cercanas que vienen a comer y a las cinco se reenganchan a su puesto de trabajo», explica Gustavo, gerente del Monumental de Murcia, uno de los pocos locales que insiste en conservar «opciones asequibles», pero representa una reinvención frente a la idea clásica.
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Además de completar su oferta con menús de grupo para celebraciones los fines de semana, incluye recetas más sofisticadas que las tradicionales: berenjena asada con salsa teriyaki y cacahuetes, tataki de atún o quesadillas trufadas son algunos de los platos que preparan como primero o segundo por un total de 14,50. Es decir, en la línea de Saona o el restaurante Pepa, otros locales que han dado un giro a la fórmula de toda la vida para que siga siendo atractiva y sobreviva en las ciudades, mientras afloran los establecimientos de comida para llevar y los 'tuppers' se imponen en las oficinas.
«Aunque los menús ofrecen varias opciones, suelen cocinar con demasiadas grasas», considera Natalia, que cada día se lleva la comida al trabajo de casa. «Sobre todo por un tema económico y por las esperas. Aunque siempre vamos con el tiempo justo y te toca hacerte la comida, luego te soluciona el día», valora.
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Estas nuevas rutinas son las que dejan los polígonos como el último refugio. «Nos vamos a cargar la cultura, la cocina mediterránea y murciana», lamenta Naida mientras salta de una punta a otra de la barra. El reloj se acerca a las 14 horas, momento clave de la jornada, cuando se produce el parón en el Polígono Industrial Oeste y llegan en masa los obreros para reponer fuerzas. La Canoa aún depende en gran medida del menú del día, pese a que es «donde menos se gana dinero». Pero al menos se gana, por ahora. «Desde la covid hemos venido arrastrando cambios de horario, hay muchas empresas que están en jornada intensiva, si se siguen reduciendo y no tienen que hacer el parón para comer, se perderán muchas comidas», lamenta la encargada, muy pesimista con el futuro si se mantiene esta dinámica. «Llegará el día que no saldrá rentable».
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