Un regreso demasiado amargo
Apenas un centenar de personas accedieron al estadio, en el que solo se escucharon los cánticos desde el exterior del peñista Pencho Angosto
Ya se sabía. Iba a ser el regreso más amargo y atípico que uno pudiera imaginarse. Pero había que estar allí para comprobar de primera ... mano lo distópico que es este fútbol en tiempos de pandemia. La afición no pudo estar en el campo. Una jornada que, en circunstancias normales, hubiera sido de fiesta absoluta (al menos antes de que la pelota comenzara a rodar) finalmente se convirtió en un domingo para la nostalgia, de añoranza por aquellos momentos vividos hace una década y que, por el momento, tendrán que esperar. Volverán. Seguro. Pero antes habrá que derrotar a un virus que va al galope, mientras que los que nos gobiernan siguen yendo al trote.
Apenas un centenar de personas entraron al Cartagonova, que se dividió en tres zonas, verde (terreno de juego y banquillos), azul (palco y grada pegada a la zona noble) y roja (cabinas y pupitres de prensa). En el acceso por la puerta de Miki Roqué, siempre bulliciosa, todo era silencio. La más absoluta soledad. Un guardia de seguridad, un punto móvil de control de temperatura y un operario municipal desinfectando los ordenadores, mochilas y macutos de los periodistas.
Hubo tres zonas muy bien delimitadas y en ningún momento se mezclaron periodistas, directivos, jugadores y técnicos
La 'U televisiva' se llenó de nuevos patrocinadores, el césped aguantó bien y se estrenaron algunas de las nuevas cabinas de prensa
Dentro, la zona del FCC Business cerrada a cal y canto y un Cartagonova desierto, luciendo eso sí de maravilla. La 'U televisiva', perfecta. Media docena de trabajadores de LaLiga controlaban que nadie se saliera de su zona y el presidente del Cartagena, Paco Belmonte, hacía de anfitrión con los cuatro directivos del Sporting que viajaron con la expedición rojiblanca.
Sin políticos
Hasta el palco, que en una ocasión así hubiera estado abarrotado, se veía vacío. Ni una sola autoridad junto a una docena de representantes de ambos clubes. Quisieron acudir la vicealcaldesa, Noelia Arroyo; y el director general de Deportes de la Comunidad Autónoma, Fran Sánchez. Pero ninguno tenía una PCR hecha en las 48 horas previas al encuentro y el protocolo de LaLiga, en estas cuestiones, es estricto.
Casi todos, por tanto, lo vieron por la tele. Salvo Pencho Angosto, líder de las peñas albinegras, quien hizo lo mismo que hace dos meses en La Rosaleda. Se apostó con su megáfono en la puerta del estadio y no paró de animar desde fuera. Dentro solo se escuchaban sus cánticos y los gritos de futbolistas y técnicos.
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