FC Cartagena-Valencia CF

Figueroa arruina la fiesta en el Cartagonova

Como aquí nunca pasa nada, pues Figueroa Vázquez ni fue a la nevera ni recibió ningún tirón de orejas. Le dieron el Cartagena-Valencia de Copa del Rey y la rueda del fútbol continuó. En el Cartagonova todo estaba bajo control para el Efesé, mostrando su mejor cara del año y disfrutando de una de esas tardes que tanto necesita el conjunto de Calero para creer en el milagro de la salvación. La Copa nunca es lo más importante, pero ya sabemos que cuando cuando uno está hundido en la liga cualquier refuerzo positivo es oro puro.

Marcó Ortuño nada más empezar, desnudando a Mosquera y sacando petróleo de un buen pase de Musto. Calero había perdonado un poco antes, tras otra pifia de Mosquera que posibilitó que Mikel Rico se disfrazara de extremo izquierdo y sirviera un balón de gol al lateral local. El inicio de los albinegros fue fantástico, ante un Valencia dormido. Los de Baraja salieron al campo laxos y desconectados y lo pagaron con ese tanto de Ortuño. Y fue un mal menor. La animosa hinchada visitante reclamaba más a los suyos, que tocaban y tocaban, sin ninguna profundidad. El Cartagena, entonado arriba e implicado atrás, daba más sensación de peligro.

El 4-5-1 montado por Calero funcionaba a las mil maravillas. Luis Muñoz y Jairo volaban por los costados y la red de seguridad por dentro, con Musto, Mikel Rico y Alarcón en el medio y Alcalá y Gonzalo Verdú atrás, mostraba su mejor cara. Juanjo Narváez iba a ser titular, pero sintió unas molestias en el calentamiento y el colombiano acabó viendo el partido en la grada. Le vino de lujo al Cartagena que Ortuño, que iba a ser suplente, fuera titular. El yeclano pudo hacer el segundo antes de que Figueroa Vázquez montara su espectáculo. Luis Muñoz trazó una diagonal diabólica, desarmando así a Thierry y Mosquera, y se plantó solo en el área. Ortuño estaba listo para empujar la bola en el segundo palo, pero el servicio del malagueño fue demasiado largo y no hubo remate.

Fran Pérez entró después con la plancha por delante a Iván Calero y lo levantó dos palmos del suelo. Exageró el jugador del Cartagena. Figueroa Vázquez pitó falta y nada más. Se montó una buena tangana y aquello acabó amarillas para Alarcón y Pepelu por decirse de todo y para Julián Calero por protestar una acción que sucedió justo delante de su banquillo. Un par de minutos después vimos la misma jugada, pero con los papeles cambiados. La plancha la hizo Iván Calero y quien se fue al suelo fue Fran Pérez. Y todo se torció.

Idéntica acción, distinto baremo. Roja directa para el lateral del Efesé. La grada explotó. El banquillo local, también. Iván Calero se marchó al vestuario más blanco que el papel, consciente de que se había acabado la fiesta. Figueroa Vázquez lo había vuelto a hacer. Como en la Copa del Rey no hay VAR (esa es otra), nadie en una sala de Las Rozas pudo avisar de su error al árbitro. Y es que Calero fue con la plancha por delante, pero es que su bota no golpeó a la del rival. Como mucho, era falta por la temeridad del lance. Pero ni amarilla merecía esa acción que Figueroa Vázquez convirtió en roja.

Baraja no lo vio nada claro y puso a Yaremchuk y Canós en el minuto 45. Y como el inicio del segundo tiempo no fue bueno, enseguida metió a Gayà y Hugo Duro. Todo el arsenal valencianista estaba en el campo, pero Raúl Lizoain no tenía que hacer paradas. Muchos centros laterales y alguna que otra escaramuza del talentoso Javi Guerra. Eso es lo que el Valencia generó hasta que Canós, en un córner mal defendido por los locales, hizo el 1-1. Recibió muy solo el valenciano en la frontal del área y tuvo tiempo de sobra para armar el disparo y pensar dónde lo iba a poner. Lo colocó en la escuadra y Raúl Lizoain solo pudo mirar. El empate llegó a balón parado.

Quedaban 20 minutos y los locales, cansados de defenderse con todo ante un rival con más calidad y un futbolista más, podían hundirse con ese 1-1. Pero el golpe anímico no fue relevante, al entender los de Calero que encajar un gol era algo que podía suceder en un segundo tiempo de máximo sufrimiento. Hizo cambios el técnico local y se fueron retirando, completamente agotados, Ortuño, Gonzalo Verdú, Mikel Rico, Jairo y Luis Muñoz. Calero buscó piernas y renovó todo el frente del ataque, con Jansson, Ayllón y Lautaro de León. Este último, en la primera acción de una prórroga que el Efesé forzó a base de coraje, orgullo y amor propio, puso un balón en la escuadra y Jaume Domenech, en la parada de la noche, evitó el segundo tanto de los de casa.

Mereció el premio de los penaltis el Efesé, por su manera de competir en inferioridad durante más de 75 minutos ante un equipo del nivel del Valencia. Pero se la negó José Luis Gayà, quien marcó en un centro chut que se envenenó y despistó por completo a un Raúl Lizoain que pudo hacer más en esa jugada. Bastante más. Era el primer minuto del segundo tiempo de la prórroga y todavía tenía tiempo el Cartagena de buscar la machada. Lo que ya no tenía eran fuerzas. Y se despidió de la Copa, con honor y pensando en lo que pudo haber sido y no fue.