La opacidad del viñedo regional
Lamentablemente, en la mayor parte de las ocasiones, el dato real del valor es la capacidad de medirlo cuantitativamente
Obvio utilizar la expresión valoración económica porque la economía como ciencia, al menos en sus orígenes, se interesaba más allá de la dimensión únicamente monetarista ... al que nos lleva el reduccionismo actual. Este hecho se constata estos días de plena vendimia, los medios cuando se interesan les preocupa para generar titulares los kilos de producción entendiendo que de un incremento o disminución se desprende la calificación positiva o negativa de la temporada. Difícil que el receptor del mensaje pueda concluir una reflexión cabal sólo con esa dimensión.
El viñedo en España con los datos del último Censo Agrario y siempre con las limitaciones que suponen los datos medios ante una diversidad tan abundante, es un cultivo cuyo valor total de la producción en las explotaciones es un cuarenta por ciento de la media del conjunto de explotaciones nacionales. En el caso de Murcia esta diferencia es mucho más profunda porque el dato medio del valor de la producción total de las explotaciones regionales duplica la media nacional.
Esta escasa relevancia cuantitativa en la Producción Final Agraria, su localización en tierras de interior, frágiles y menos pobladas añade un factor más para alimentar esa irrelevancia del viñedo. Además, mayoritariamente están gestionados por personas mayores sin relevo generacional y donde prima la propiedad privada frente a la de figuras jurídicas.
Y, sin embargo, el valor real no es este y lo más importante es que el resto de bienes y servicios que ofrece el patrimonio vitivinícola multiplica este valor cuantitativo del que venimos hablando y alimenta necesidades estratégicas de la población cuya demanda crece con el tiempo.
El viñedo, además de una materia prima para su transformación en vinos de calidad, es mucho más. Alimenta otras actividades económicas, industria alimentaria en la elaboración, productos de calidad garantizada ligadas al territorio que no se puede deslocalizar, las Denominaciones de Origen, turismo en las Rutas del Vino.
Pero también paisaje, fija población, lucha contra la erosión y cumple una función relevante en el ciclo del agua, fijación de carbono, biodiversidad, prevención contra incendios por su ubicación entre masas forestales creando mosaicos que impiden el avance del fuego, patrimonio cultural entre otras muchas virtudes, por ejemplo el concepto de sostenibilidad tan manido últimamente. Habrá mayor ejemplo de sector sostenible que la vinculación intergeneracional que criar y cuidar un viñedo que nos trasciende para las siguientes generaciones al igual que se viene haciendo en los últimos milenios.
En el municipio que da nombre a la Denominación de Origen Bullas existen muchas empresas que facturan mucho más que toda la DOP Bullas junta (en cinco municipios y parte de otros cuatro) y sin embargo a Bullas se le conoce por el vino.
Creemos que las Administraciones Públicas y por lo tanto los responsables políticos deben potenciar y generar las políticas públicas necesarias para atender un sector de esta relevancia. Incluso mimar con determinación más allá de las herramientas que se desprende de las políticas foráneas porque contribuye de manera muy bondadosa a la imagen de una región potencialmente más diversa y rica.
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