Cambio de paradigma
La falta de políticas integrales para frenar el deterioro rural, la despoblación y los incendios, hacen necesario un nuevo modelo basado en gestión forestal sostenible y con un compromiso a largo plazo
La expresión 'cambio de paradigma' ha sido usada en las comparecencias del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sobre la oleada de recientes incendios que ha sufrido buena parte de la geografía española.
Realmente, la naturaleza es circular, como también lo es la raza humana. El cambio de paradigma se ha producido en las últimas cuatro décadas, en las que, sin ser conscientes, hemos ido sembrando las causas de lo que ahora pasa. Hay muchas variables que influyen en lo que hoy nos ocurre, tanto por acción como por omisión, por desconocimiento, ideología, tópicos o desidia, pero lo único cierto es que entre todos la mataron, y ella sola se murió, como dice la expresión popular.
Tras toda una vida ligado al campo y todo lo que le rodea, donde he estado presente en los espacios rurales durante los últimos cuarenta años, he podido participar en muchas iniciativas desde variados frentes, por lo que puedo afirmar que estamos en presencia de un tema integral.
Después de trabajar a través del movimiento asociativo y del cooperativo, o en órganos colegiados de entidades públicas, he podido constatar que ha sido imposible frenar este deterioro irremediable, como si estuviera presenciando una lucha contra los elementos de la naturaleza, pero sin posibilidad de combatir.
El único consuelo es saber que, sin los instrumentos e iniciativas puestos en marcha estos años, el deterioro hubiese sido aún más rápido, y siempre con el ánimo ingenuo de aplicar en el territorio la cantidad de herramientas que nos ponían a disposición las instituciones, sobre todo desde la Unión Europea. Pero incluso lo que parecía que tenía éxito se terminaba frustrando, como la Iniciativa comunitaria Leader, transformada como premio en un Fondo Estructural (Feader) que ha termina fracasando.
«La magnitud del esfuerzo pendiente exige otro paradigma que elimine los muchos límites que lo impiden»
No hay más remedio que pensar que existen limitaciones estructurales que impiden avanzar y, aunque anunciadas para intentar combatirlas, ni la sociedad ni las fuerzas políticas se han interesado por ellas. Se ha tratado de un tema que no ha terminado de encajar con los pilares que iban cambiando el paradigma, el protagonismo de lo urbano, la mirada cortoplacista o las trabas burocráticas y administrativas sobre el medio rural.
Todo ello sin orden ni concierto, respondiendo a pálpitos e interpretando, según los intereses más bajos de la condición humana. Todas estas causas han ido aburriendo a las personas, vaciando los espacios rurales, y, como sabemos, sin población es imposible gestionar el territorio.
Además, se ha estado alimentando la creencia que las Administraciones se encargarían de ello, como cualquier fallo o laguna que se produzca.
Seguramente lo triste de esta situación es que por poco que hubiéramos hecho a lo largo de cuarenta años habría sido posible al menos frenar este deterioro, como sí se ha producido en otros ámbitos. Se ha aplicado el 1,5% o 2% cultural, una medida que establece la obligación de destinar en los contratos de obras públicas una partida de al menos el 1% a trabajos de conservación o enriquecimiento del Patrimonio Cultural Español o al fomento de la creatividad artística.
Pero no ha habido un porcentaje similar para generar estratégicamente en el territorio infraestructuras de equipamientos sociales y conciliar así la vida laboral y familiar en el mundo rural sin necesidad de que las mujeres se desplacen a los núcleos urbanos. Porque este es el detonante de la despoblación y, por lo tanto, de la masculinización y envejecimiento del medio rural. Cuántas de estas dotaciones para mejorar la calidad de vida se podrían haber desarrollado a lo largo de cuatro décadas, amortiguando muchos de los problemas que hoy padecemos, entre ellos, los incendios.
Este drama de los incendios es muy espectacular porque como dice nuestra zarzuela por el humo se sabe dónde está el fuego, pero hay otros muchos que no se ven y poco a poco han ido erosionando la realidad hacia otro paradigma.
Y lo hemos tenido en la mano, el fomento del movimiento cooperativo, un funcionamiento eficaz de los seguros agrarios, el potenciar las figuras de calidad diferenciada, emplear adecuadamente los fondos europeos como es el caso del de los Grupos de Acción o de Desarrollo Local. Pero no ha sido posible. La magnitud del esfuerzo pendiente exige otro planteamiento, otro paradigma que elimine las numerosas limitaciones que lo impiden.
Pero no sé cómo se puede hacer esto desde unas Administraciones Públicas que son compartimentos estancos y cortoplacistas, frente a lo que se requiere, que no es otra cosa que un planteamiento integral y horizontal a largo plazo. Es decir, emprender una política de Estado para crear un sector económico forestal en el país, con recursos que pongan en marcha políticas de conservación, de aprovechamiento de los montes. Es decir, una gestión forestal sostenible con compromisos a largo plazo y actuaciones continuadas en el tiempo.
*Francisco Carreño Sandoval es secretario del Consejo Rector de Fecoam, presidente de la cooperativa Bodegas del Rosario y de la DO de vinos de Bullas, presidente de la Asociación de Propietarios Forestales de la Región de Murcia (Profomur), de la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (Cose), de la asociación para el Programa para el Reconocimiento de Certificación Forestal (PEFC), miembro de la Junta Directiva del Grupo de Acción Local (GAL) Integral en Murcia, y profesor jubilado de la Universidad de Murcia en el área de Desarrollo Rural.