María Dolores Pagán: «El sector agroalimentario se está adaptando a unos cambios cada día más rápidos y de consecuencias más radicales»

La nueva directora territorial de Cajamar en Murcia tuvo ocasión de viajar a Berlín con motivo de Fruit Logistica, una oportunidad inmejorable para tomarle el pulso al sector agroalimentario y aportar valor al mismo.

-¿Cuál es el reto, el objetivo que se ha marcado Cajamar este año con su presencia en Berlín?

-El de todos los años. Acompañar al sector, mantener nuestra proximidad, escucharles, ver cómo crece y se relaciona con el mercado. La feria de Berlín es una oportunidad única para ello. Es cierto que, en otras ferias agroalimentarias españolas, como la Fruit Attraction de Madrid y la Sepor de Lorca, por poner dos ejemplos, realizamos también numerosas presentaciones y actividades con un estand nuestro propio que se convierte en punto de encuentro para compartir conocimiento y compartir inquietudes. Siempre con el propósito de aportar valor al conjunto de la cadena agroalimentaria.

-¿Qué tiene previsto Cajamar para este año 2024? ¿En qué va a enfocar su trabajo y su negocio?

-Nosotros somos optimistas con respecto a este ejercicio. Nuestro objetivo, como siempre, es crecer, extender y mejorar el servicio que prestamos a nuestros socios y clientes en la Región de Murcia y en toda España. Continuar avanzando en nuestro camino como banca cooperativa, ya posicionada entre las principales entidades financieras españolas. Y en lo que se refiere a nuestra relación con el sector agroalimentario, vamos a fortalecer toda nuestra estructura de innovación agroalimentaria y sostenibilidad, reforzando e invirtiendo también en nuestras estaciones experimentales para seguir siendo lo que somos: la entidad financiera que más contribuye a la transferencia del conocimiento, que hoy vehiculizamos a través de nuestra Plataforma Tierra. El agroalimentario es un sector que está demostrando su gran capacidad de adaptación a unos cambios que son cada día más rápidos y de consecuencias también cada vez más radicales.

-¿Cómo visualiza Cajamar la situación del sector agroalimentario murciano?

-Como todos sabemos, hoy en día el problema más acuciante que tenemos en la Región es la sequía y la falta de agua. El regadío es indispensable para la agricultura de nuestro país y, por supuesto, para nuestra región, que es una de las más áridas de Europa pero que también es una de las que cuenta con un mejor clima para las frutas y hortalizas. Aunque la sequía actual sea coyuntural, lo cierto es que tenemos que prepararnos para afrontar esta situación que, desgraciadamente, cada vez es y será más común a causa del cambio climático. Esto debe implicar a toda la sociedad murciana, desde las administraciones hasta los propios regantes y productores, pasando por los científicos y tecnólogos. En este sentido, desde nuestra incubadora de empresas de alta tecnología del agua, Cajamar Innova, estamos apoyando proyectos empresariales que contribuyen a mejorar la eficiencia en el uso del agua y a favorecer una mayor disponibilidad de esta.

Es un tema que nos preocupa y nos ocupa, y prueba de ello es el libro que hemos publicado hace unos días, 'Regadío y seguridad alimentaria. La situación en España', en el que una decena de expertos, entre ellos Jaime Lamo de Espinosa y Alberto Garrido revisan la complejidad actual del regadío español a partir de los datos estadísticos disponibles, y se plantean con argumentos científicos las cuestiones clave para el debate político y social en torno a la gestión del agua en la agricultura.

-¿Le preocupa la vorágine de protestas y tensiones relacionadas con el agro que estamos viviendo las últimas semanas? ¿Ustedes también lo miran y lo ven?

-En realidad, podemos decir que lo vemos y lo veíamos venir. El mes pasado presentamos también nuestro 'Observatorio sobre el sector agroalimentario de las regiones españolas', y en el acto de presentación, nuestro presidente, Eduardo Baamonde, ya señaló que el incremento de costes que estaba sufriendo el sector primario no se estaba trasladando a lo largo de la cadena y que, por lo tanto, eso, al final, redundaría en detrimento del sector. Si a todo esto se le añade la terrible sequía que estamos sufriendo, la aplicación del Pacto Verde y las renuncias que en materia agraria suponen para Europa y, sobre todo, la creciente burocracia, tenemos un cóctel que tenía que explotar en algún momento. Y es lo que ha ocurrido.

-¿Qué cabe esperar de estas movilizaciones? ¿En qué medida contribuirán a que se escuche al sector y se dé respuesta a sus necesidades?

-Esperamos que Bruselas sea sensible, que sea consciente de que el mundo ha cambiado después de la pandemia, de la guerra de Ucrania y, ahora también de la guerra en Oriente Medio. Estamos sustituyendo una globalización dirigida por las ganancias de eficiencia por una internacionalización guiada por la seguridad del suministro y por la estrategia geopolítica. Y, desde este punto de vista, este sector es esencial: hay que garantizar un suministro alimentario europeo bajo cualquier circunstancia, incluso, en caso de guerra.

La Comisión Europea y los gobiernos de los Estados miembros tienen que ser conscientes de que a este sector hay que escucharle, hay que empatizar con él y no perder de vista la importancia que tiene desde el punto de vista de la sostenibilidad económica, social y ambiental, para la creación de empleo, la economía en Europa y, sobre todo, la capacidad de abastecimiento alimentario. Algo tan esencial como eso. De momento, las primeras reacciones están siendo favorables. Se ha paralizado la firma del acuerdo con Mercosur, que se daba ya casi por finalizado, y se ha retirado una nueva legislación sobre pesticidas. Ojo, no se trata de dejar de lado la sostenibilidad y el medioambiente, estos también son primordiales, pero hay que ser conscientes de las limitaciones temporales y de las tecnologías disponibles en cada momento.

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