Francisco Hidalgo: «La clave del éxito es ser diferente y tener un perfil abierto»
«La relación con el coche será otra en el futuro, iremos a contratos como los de las plataformas televisivas, en los que pagaremos por el uso que hagamos», indica el director general de Dacia Iberia
Francisco Hidalgo Marqués (44 años), murciano de la calle Santa Teresa, nacido en La Arrixaca y antiguo alumno de Capuchinos, ha cubierto en dos décadas ... una trayectoria profesional que a otros les cuesta toda una vida, si no dos. Empezó a trabajar en Francia para el Grupo Renault tras acabar el proyecto final de la carrera de ingeniería industrial, y tras pasar por varios cargos en varios países, hace un año volvió a España como director general de Dacia Iberia, fabricante del coche más vendido entre los españoles en los últimos años, el Dacia Sandero. Esta semana visitó Murcia en su periplo de reuniones con la red comercial. Para él la clave del éxito es sencilla: «Ser diferente y abierto».
–¿Mantiene relación con la Región de Murcia?
–Sí, mis padres viven aquí y mi hermana. He estado más de veinte años en el extranjero, pero durante esos veinte años volvía para veranear cada año como un reloj.
–¿Dónde veraneaba?
–Ahora mismo en Campoamor...
–¿Y antes en La Manga?
–Antes en Mazarrón, pero duele lo que ha pasado en La Manga, es una pena.
–Ha tenido una carrera fulgurante en el Grupo Renault, ¿cuál es la clave?
–La clave yo creo que está en ser diferente. Después de estudiar ingeniería industrial en Valencia, estuve estudiando también en Estados Unidos y el proyecto de fin de carrera lo hice en Francia. Y allí empecé a trabajar directamente en el Grupo Renault. Creo que la clave es ser diferente y tener desde el principio de mi carrera un perfil bastante abierto, con ganas de probar y descubrir cosas. Gracias a ello, cuando se empezaron a presentar las oportunidades, pensaron en mí. Fui uno de los directores de marketing más jóvenes de Renault. Con treinta y pocos años me fui a Corea del Sur, luego surgió otra oportunidad en Europa del Este [en Polonia] y después estuve trabajando en Rusia, siempre intentando aportar algo diferente en ambientes un tanto complejos y situaciones algo complicadas.
–Y preferentemente ha ocupado puestos en las áreas de marketing y comercial...
–Sí, aunque soy ingeniero industrial, empecé a trabajar en el área comercial y me gusta mucho. He tocado todos los palos del marketing y las ventas.
«Me preocupa que haya una subida importante de la inflación y que eso provoque una caída del consumo»
Perspectivas económicas
–¿Qué es lo más importante a la hora de vender un coche: el diseño, la mecánica, el precio?
–El cliente. Muchas veces se olvida, sobre todo en una industria como la del automóvil, que es tan compleja y está tan focalizada en lo técnico, que lo más importante es el cliente. Intentar darle al cliente lo que quiere o lo que necesita, ese es uno de los secretos de Dacia. Una de las recetas de nuestro éxito, que hace que Dacia sea la marca más vendida a particulares, es darle al cliente todo lo que quiere, sin que le falte nada pero sin que le sobre tampoco. Uno de los problemas que tenemos hoy en la industria del automóvil es la carrera por la tecnología, Hay que meter cada vez más cosas en el coche porque las marcas empujan, porque la ley empuja, porque todo empuja... Al final la gente se encuentra con coches que cuestan muchísimo dinero y con muchas cosas dentro que no quieren, que no necesitan, que no saben utilizar y que nadie ha pedido. El secreto de Dacia es ese, darle a la gente lo que necesita, sin que nada le falte y nada le sobre. Y además con un diseño que estamos ahora cambiando y mejorando, porque al final es algo que a la gente le da más orgullo.
Éxito de ventas
–El Dacia Sandero lleva ocho años siendo el coche más vendido a particulares en España. No sé si hay precedentes de un modelo con tanto éxito.
–Somos una marca que no hace mucho ruido, el ruido lo hacen nuestros clientes. Y el secreto del éxito es intentar dar en cada momento lo justo. Es cierto que Dacia nació como una marca basada en el precio, la idea era dar por el precio de un vehículo de ocasión un vehículo nuevo. No eran los coches más bonitos del mundo hace quince años, pero te permitía comprar un coche nuevo cuando mucha gente no podía. Eso ha ido evolucionando. Ahora, la pregunta es por mi dinero qué me das tú con respecto a otras marcas. Nuestra relación de equipamiento por precio es imbatible.
–Han empezado una nueva etapa en Dacia, con una unidad de negocio autónoma dentro del Grupo Renault, pero con el listón muy alto tras el éxito del Sandero. ¿Cómo se supera eso?
–Repitiendo la historia de lo que ya hemos hecho. Dacia se ha apoyado mucho en Renault para crecer tan rápido y ahora llega el momento de salir de casa, de independizarse y crecer sola. La idea es que cuando Dacia va a un segmento nuevo queremos ofrecer algo distinto a lo que hace el resto. Por eso hemos lanzado el primer vehículo eléctrico de Dacia, con el que queremos hacer en el mercado de los eléctricos lo que hizo Sandero en los coches pequeños, lo que hizo Duster en los SUV, que es cambiar el mercado y democratizarlo. Es lo que hemos hecho con el Dacia Spring que acabamos de lanzar, un vehículo eléctrico, pequeñito, ligero y urbano, pero que tiene 300 kilómetros de autonomía, que lleva más de 40.000 pedidos en Europa y con el que llevamos ya varios premios en los últimos quince días. La idea es esa, donde Dacia vaya tenemos que hacer algo diferente.
–¿Uno de los objetivos de esta nueva etapa es quitarse la etiqueta de marca 'low cost'? ¿Quizás le ha terminado pesando esa imagen?
–Está empezando a pesarle. A mí me gustaría que se nos juzgue por quienes somos, no por quienes fuimos. Y ahora ya no somos lo mismo que hace unos años. La promesa de Dacia es la misma, pero los tiempos cambian, el mercado cambia, las expectativas de la gente cambian y Dacia va a adaptándose. Hoy es la mejor relación precio-contenido- calidad-robustez que se puede encontrar en el mercado. Decir 'low cost' es muy simplista y reductor de lo que representa hoy la marca.
«Es muy duro decirle al cliente que no puedes venderle el automóvil y que tiene que esperar tres o cuatro meses»
Escasez de semiconductores
–¿Cómo se imagina el coche del futuro?
–El mercado del automóvil está en plena transformación. Ha cambiado más en los últimos cinco años que en los cincuenta anteriores. Estamos en plena revolución del automóvil. Creo que la pregunta a largo plazo no es cómo nos imaginamos el coche del futuro, sino cómo nos imaginamos la movilidad del futuro. Tener un coche que responda a todas nuestras necesidades nunca ha sido el caso, y cada vez lo va a ser menos. Para ir a trabajar, si vivo cerca, puedo ir en patinete eléctrico o en bicicleta, pero luego para salir de la ciudad puedo necesitar un coche más grande o un coche eléctrico. Y si salgo con la familia o los amigos al campo necesitaré otro distinto. Tenemos que trabajar en una oferta de movilidad multimodal que se adapte a las necesidades en cada momento. Tener un coche enorme de 40.000 euros con mucha tecnología para hacer cinco kilómetros al día no tiene mucho sentido. Desde un punto de vista tecnológico, está claro que la electricidad formará parte muy importante del coche del futuro, y luego llegará el hidrógeno y probablemente nuevas tecnologías que irán saliendo. Y, por supuesto, respetando el medio ambiente, que es fundamental.
Contratos a la carta
–Ve, entonces, en el futuro coches más prácticos y utilitarios...
–Va a cambiar la noción de propiedad, del coche que me compro y que responde a todas mis necesidades a lo largo de los años, que es algo imposible. Vamos a otro tipo de relación con el coche, más con contratos como los de las plataformas televisivas, en los que yo pago por el uso que hago. Con contratos a la carta, según mi movilidad, que me incluye un coche pequeño para ir a trabajar y otro más grande para los fines de semana.
–¿Cómo les está afectando la crisis de los chips?
–Está afectando a todo el mercado. Es una crisis muy importante que llega, además, en el peor momento. Después de un año 2020 con la pandemia, con muchas pérdidas económicas para todos en el mundo del automóvil, el 2021 empezó con un aumento de la demanda y, por primera vez, ha surgido un problema de oferta. Es bastante duro que venga gente al concesionario con dinero a comprar un coche y tener que decirle lo siento, pero no puedo vendértelo, tienes que esperar dos, tres o cuatro meses; es bastante duro. Ahora el cliente que venga a por un coche que no esté disponible en stock, probablemente tenga que esperar tres o cuatro meses.
–¿Y hay visos de que el problema se resuelva a corto plazo?
–Sí tiene visos de mejora, pero poco a poco. El desequilibrio entre la producción de semiconductores y la demanda se está ajustando, pero las plantas productoras necesitan inversiones de miles de millones que tardan meses o años en ponerse en marcha. Yo creo que de aquí al verano poquito a poquito irá la cosa a mejor y llegaremos a un punto en que se estabilice.
–¿Y los coches diésel tienen los días contados, como dijo la ministra par la Transición Ecológica?
–Al diésel se le ha estigmatizado mucho, demasiado probablemente. Sobre todo al diésel antiguo, que contaminaba bastante, pero a día de hoy la normativa europea de contaminación para los diésel es extremadamente exigente. Todavía sigue habiendo un mercado para los diésel, pero cada vez más pequeño. A lo mejor a medio plazo ya no se venderán vehículos diésel, pero se podrán seguir utilizando. Hay que tener mucho cuidado con los cambios tecnológicos porque estamos en una industria que da trabajo a muchísima gente, con inversiones milmillonarias, que no se puede adaptar de la noche a la mañana. El Grupo Renault, por ejemplo, tiene fábricas en España de cajas de cambio, de motores, y cambiar un motor diésel, si cambiamos la ley de la noche a la mañana y disminuimos mucho la demanda, puede haber fábricas que no puedan adaptarse. Hay que ser más razonable y generar menos alarma o miedo a la población. Hay un movimiento de fondo que está claro que va hacia la electrificación, pero hay que hacerlo con cuidado porque es una industria que no puede cambiar de la noche a la mañana.
«A lo mejor se nos fue un poco la mano con la globalización y ahora el desajuste es considerable con la pandemia»
Crisis Mundial
–¿Qué diagnóstico hace de la situación económica nacional?
–Lo que más me preocupa de la recuperación es la inflación. La crisis de los semiconductores es solo la punta del iceberg. Hay un desajuste entre oferta y demanda también en muchos tipos de materias primas, en aluminio, en acero, en vidrio; hay un aumento importante de precio de esas materias porque hay escasez; hay un aumento de los costes energéticos, también están subiendo los costes del transporte y llegará un momento en que los precios van a tener que subir, no hay otra alternativa. Un concesionario me decía que este año iba a pagar en electricidad 70.000 euros más. Me preocupa que haya una subida importante de la inflación, que eso lleve a una bajada del consumo y que entremos en una especie de dinámica económica peligrosa. A lo mejor se nos fue un poco de mano la globalización, y ahora con la pandemia se ha creado un desajuste importante.
–¿Qué impresión tiene desde la distancia de la situación económica de la Región de Murcia?
–Tenemos que encontrar nuestro modelo económico. Esa transición histórica desde la agricultura a un turismo un poco masificado y no demasiado organizado, y luego el 'boom' de la construcción, no se ha hecho de la mejor manera. Hay que buscar el equilibrio entre las principales fuentes económicas de la Región. A día de hoy no creo que estemos ahí, y el ejemplo claro es lo que está ocurriendo en el Mar Menor y el conflicto entre la agricultura y el turismo. Entre todos nos estamos cargando una fuente de riqueza. Hay que encontrar la manera de convivir y de poder aprovechar las fuentes de riqueza que tenemos, que son muchas y no se conocen demasiado. Hay que alcanzar compromisos entre todos y hallar el equilibrio, y para eso hay que ser capaces de sentarse en la misma mesa diferentes sectores y diferentes partidos políticos, lo que no es el punto fuerte en este momento ni de Murcia ni de España, con lo cual no soy muy optimista. Es cuestión de encontrar el equilibrio y poner orden y organización, pero no hemos conseguido hacerlo en los últimos quince o veinte años. La crispación política que hay ahora no lo permite.
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