Un calvario de cuatro años que acaba con un título con el que todos contaban
Toda la presión recayó desde la primera prueba en una Ana Carrasco que necesitaba algo así para recuperar la alegría
Cuando se supo que la FIM pondría en marcha este año un campeonato del mundo femenino todas las miradas se dirigieron hacia Ana Carrasco, la única mujer que había sido capaz de competir durante varias temporadas en el Mundial de Moto3 y que, además, sabía lo que era ganar un título en una parrilla llena de chicos. Se llevó el de Supersport300 en 2018, convirtiéndose en una auténtica pionera en el motociclismo mundial.
Lo que pasa es que la ceheginera, que ya tiene 27 años, conoció pronto la peor cara de este deporte. Fue cuando sufrió una grave caída mientras completaba unos test en Estoril, en plena pandemia. Aquello sucedió en septiembre de 2020 y, aunque se intentó restar relevancia a lo ocurrido, se hizo mucho daño en la espalda, se fracturó dos vértebras (D4 y D6) y pudo pagar un peaje más caro aún por aquel accidente en el trazado portugués.
La operación y la posterior recuperación llegaron en un momento en el que ella volaba. Y dejó de hacerlo. Porque le costó un mundo dejar de sentir dolor y fueron pasando los meses sin que encontrara buenas sensaciones encima de la moto. Los dolores no se iban y Ana Carrasco dejó de ser competitiva. Afortunadamente, los patrocinadores no la abandonaron y pudo mantener su plaza en Moto3 en el equipo BOE Motorsports, pero lo cierto es que cada gran premio era un calvario para ella, siempre muy lejos de las posiciones de cabeza, sin ser capaz de luchar por los puntos jamás y relegada siempre a los últimos lugares de la parrilla.
Hace justo un año volvió a sufrir una caída grave en Tailandia, donde se rompió la tibia y el peroné. Y ese mismo fin de semana su equipo confirmaba que no iba a renovar su contrato. Lesionada y sin ofertas en Moto3, la confirmación de que la FIM apostaba por organizar un Mundial femenino fue un alivio para ella. Querían que estuviera y firmó por el Evan Bros Racing Yamaha Team. Toda la presión recayó en ella, la gran favorita, y ayer pudo certificar in extremis el título. Lo necesitaba para recuperar la alegría.