Martínez y Puebla cogen fuerzas junto a los suyos
Las dos joyas de la natación regional visitan su Cartagena natal en estas fechas navideñas y siguen con su «descanso activo»
Son los dos mejores nadadores en activo que ha dado esta tierra, una Cartagena que ha sido refugio de Alberto Martínez (23 años) y Alejandro ... Puebla (19) en estas fechas navideñas que ya van tocando a su fin. En casa, rodeados de su familia y amigos, los dos deportistas repostan para afrontar otro año que, por la trayectoria que han marcado hasta el momento, estará lleno de éxitos. No es difícil aventurarse con una afirmación así. Martínez terminó octavo en el ránking mundial de aguas abiertas y Puebla ha sido dos veces campeón de España y ha establecido otro par de récords nacionales, en 3.000 metros y en 5.000. Por lo que decir que 2022 promete es apostar a caballo ganador.
En Brasil se prepara Alberto Martínez, olímpico en Tokio el pasado verano. En Las Palmas de Gran Canaria entrena Alejandro Puebla, a quien ya le han colgado la etiqueta de 'futuro de la natación'. Él, con sus logros, se lo ha buscado. Y ambos, aprovechando que en estas fechas han podido parar por Cartagena, decidieron pasarse por recién estrenada piscina del Palacio de los Deportes para probarla. La describen como «rápida», por la sensación que trasmite cuando braceas debido a la poca profundidad. «Da gusto. Es amplia y tiene buenas gradas. Podría albergar algún campeonato», sugiere Puebla.
Desde muy temprano, los dos atletas cartageneros ya se habían enfundado el bañador, el gorro y las gafas para comenzar a hacer largos. LA VERDAD se cita con ellos una vez que han finalizado la sesión, de unas dos horas de duración. «Descanso activo», lo definen ellos. Lo habitual son cerca de ocho. «Una jornada laboral», bromea Martínez. «Hasta ayer estuve trabajando unas seis horas al día», dice Puebla. «Ahora me tomaré tres días de descanso», apunta a continuación.
No están exhaustos. Más bien da la sensación de que acaban de terminar de chapotear en vez de haber estado cargando la mochila de metros para que el regreso de las mini vacaciones sea menos costoso. Son dos portentos físicos que a base de sacrifico están colando sus nombres entre los mejores del mundo.
«Podía aspirar a más»
En la última cita olímpica, celebrada entre julio y agosto, estuvo Alberto Martínez. Llegaba a la capital nipona con hambre para colarse en el grupo de cabeza. Pero terminó en decimoctava posición en la prueba de 10 kilómetros en aguas abiertas. «Creo que con una estrategia más elaborada y mejor preparada podía haber estado en el 'top' 10», asegura el nadador.
«Soy una persona ambiciosa y no podía estar contento con el resultado. Había entrenado muy duro durante dos años que se hicieron muy largos. Eso puede hasta que pasara factura. No podía estar feliz por haberme quedado el 18. Creo que podía aspirar a estar más arriba. Llegaba en un estado de forma muy bueno. Para mí el resultado fue un golpe duro. Eso me llevó a hacer cambios», relata Martínez.
Fue en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat donde el cartagenero estuvo preparando concienzudamente una cita olímpica que le dejó, por ejemplo, el recuerdo de haberse podido hacer una foto con Pau Gasol, algo «que me voy a guardar siempre». Tras los Juegos, llegó el momento de tomar decisiones y Martínez se puso en manos de Fernando Possenti, uno de los mejores técnicos del planeta. Entonces, se trasladó a Río de Janeiro, donde actualmente reside y entrena.
«Ha sido un cambio bastante radical. Quería experimentar y aprender cosas nuevas. Me puse en contacto con los mejores entrenadores que había en aguas abiertas. Los nombres de Italia y Alemania estaban también por ahí. Pero me fui a Brasil por el preparador. Se dieron las condiciones perfectas para irme», comenta el deportista sobre la experiencia que lleva viviendo desde hace tres meses en el país sudamericano.
Alberto fue hace pocas fechas premiado como el mejor deportista cartagenero de 2019, mención por la que se siente «muy orgulloso». Ya mira a París, donde será la próxima cita olímpica en 2024. Pero antes, en su radar entran los campeonatos mundiales que se celebrarán en Fukuoka (Japón) en mayo. Lo que ya nadie le quita es haber finalizado el 2021 octavo en el ránking mundial de aguas abiertas, una marca que «ya me pone una sonrisa en el rostro y me dice que las cosas pueden ir a mejor».
Un 2021 redondo
Para el jovencísimo Alejandro Puebla, el 2021 ha sido un año redondo. El de su consagración, donde dejó de ser promesa para convertirse en claro aspirante a cosas importantes. Recientemente estableció el récord nacional absoluto de 3.000 metros en piscina corta, con una marca de 30:27.04, un tiempo que no se superaba desde el 2014.
También logró el récord de España de 5.000 metros en piscina larga, en enero. Los hizo en 52 minutos, 46 segundos y 52 centésimas. Además, fue campeón del país dos veces en 1.500, donde logró mejorar también sus tiempos. «Todo esto me da confianza y me hace creer que puedo conseguir más cosas», afirma Alejandro. La espina que se le quedó clavada fue el Europeo, donde entró en decimosexta posición. Pronto se la quitará, seguro.
Mientras tanto, Puebla, que vive en Las Palmas de Gran Canaria donde trabaja a las órdenes de Fred Vergnoux, técnico de Mireia Belmonte entre otros muchos nadadores, mira ya al este 2022 con entusiasmo. Sabe que puede ser especial. «Ya tengo más retos. Lo primero es clasificarme para el campeonato del mundo de Japón. En las pruebas de 1.500 y 800 pongo el foco. Me piden 15:04 y tengo 15:13. Estoy a menos de diez segundos en una prueba de un cuarto de hora, así que es algo factible currando mucho. Es posible. E Intentaré clasificarme también en la prueba de 10 km en aguas abiertas», explica.
Puebla ha conseguido este año auparse como el protagonista en el agua. Con solo 19 años. Pero confiesa que «no siente presión» por la cantidad de halagos que le han caído en los últimos meses. Eso sí, matiza, «la presión que sí que tengo es la que yo me autoimpongo». «Sé que a veces me exijo demasiado. Es mi forma de ser. Y es lo que me hace seguir adelante», finaliza el cartagenero.
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