Un último minuto apoteósico permite al Jimbee proclamarse campeón por segunda vez

Un gol de Waltinho a 46 segundos del final y otro de Pablo Ramírez a falta de 15 desataron la locura. Y no es para menos. El Jimbee Cartagena tiene el quinto o sexto presupuesto y estos diecisiete meses de absoluta locura ha levantado cuatro títulos, tres de ellos eliminado al gran rey de este deporte, el Barcelona, al que definitivamente le ha tomado la medida. Lo demuestra una vez más esta final, donde el equipo de Duda ganó tres partidos seguidos al de Tino Pérez (2-3, 3-2 y 3-2), algo altamente complejo, al alcance de nadie y que además permitirá al club volver a jugar la Champions League en la temporada 2025/26.

Las entradas para esta final volaron en solo una hora. No cabía ni un alfiler en el Palacio de los Deportes, aunque se intentó forzar la máquina con una hilera de sillas de plástico en lo alto de la grada lateral. No faltó nadie a excepción de los medios de comunicación nacionales, otro ejemplo de cómo mediáticamente se ha dejado caer este deporte que ni se considera profesional ni se valora como es debido, pues levanta pasiones y llena las gradas en cada partido de este 'playoff'. Había tanta gente anoche que el calor era abrasador, ni con el aire acondicionado. Pronto se agotaron los granizados y antes se enfrió el Jimbee Cartagena en su salida al 40x20.

Los primeros minutos fueron de verdadero acoso y derribo del Barça. Los azulgranas lo avisaron desde el principio: firmeza, rocosidad, resistencia y un alto porcentaje de calidad arriba. El plante se evideniño con un disparo a la cruceta de Adolfo y otro de Eric Martel. Y también, en una falta muy discutado a Pito, con el 0-1 de Antonio Pérez en el minuto 6. El Jimbee no pudo contener ese inicio y los árbitros no buscaron líos en la primera parte: lo pitaron y revisaron todo para equilibrar la balanza. Por eso, y a instancias del videoarbitraje, los de Duda empezarona conectar al partido con el rápido empate de Waltinho en el penalti.

La reacción fue clara, evidente y hasta merecedora de voltear el marcador. Para impedirlo apareció el mejor Dídac Plana de la eliminatoria, que dejó en nada los disparos cruzados de Cortés, Mellado, Pablo Ramírez y Gon Castejón, un chico brutalmente entregado a la causa de esta guerra: se desfondó en cada jugada y celebró cada presión exitosa en la defensa. Bravo por él. La peor noticia para el Jimbee fue su falta de acierto, que desapareció en su mejor momento de juego. Un ataque en superioridad numérica incomprensiblemente no lo concretó Osamanmusa. El pívot tailandñes estaba debajo de la línea, solo tenía que empujarla y sorprendentemente le dio al palo. El chico no se lo podía creer. Y los cinco espectadores tampoco. Terrible porque el 2-1.

Tampoco dio en la diana Motta, que hizo lo difícil (robarla) y erró en lo que parecía más sencillo: batir a Dídac en el mano a mano. El portero del Barça, otra vez enorme, sacó una mano con tanta dureza como el hormigón para frenar la bola en seco. No había manera y a ese desacierto del Jimbee se le sumó, en su mejor momento, la penalización del 1-2. Lo marcó de nuevo Antonio Pérez en un enjambre de piernas a poco del descanso. Aquello fue un jarro de agua fría. Bajaron los ánimos y un punto el fuego de la grada.

Lo que tampoco podía creerse Tino Pérez es que Pito volviera a meter la pata. El pívot se enredó, protestó una jugada absurda y en el minuto 25 vio una tarjeta amarilla más que evitable. Quedaba un mundo y el brasileño quedaba nuevamente expuesto a la expulsión, la misma que el pasado martes le costó al equipo parte de la derrota en la eliminatoria. El entrenador del Barça, lógicamente, se quedó con cara de póquer. Y luego se lo explicó a un Pito anímicamente tocado. Eso dio alas al Jimbee para creérselo y volver a levantarse. Waltinho y Mellado no marcaron por poco, de nuevo imperial Dídac. Marcando solo un gol sería imposible.

Pasaron los minutos, el marcador no se movió y el Jimbee seguía atascado. Por eso, a falta de 6 a Duda no le quedó otra que probar algo diferente: el portero-jugador. Lo aplaudió la grada, consciente de que con lo demás era insuficiente. Gon Castejón pulsó el botón del turbo, Mellado se puso a bailar y con Motta como quinto llegaron los 'Uy' y el 'Sí se puede' al Palacio. En el primer partido en el Palau la estrategia funcionó y el Barça se llevó tres grandes sustos que ajustaron el marcador final (5-3). Quedan solo 3.25 y todo en un puño. Y hubo tiempo muerto para ajustar.

A 2.49 para el final la tuvo Waltinho. De lado a lado, la bola le cayó al pívot, soltó la puntera a tres palmos de la portería y respondió Dídac. El rechace lo cazó Tomaz, pero resultó imposible porque enseguida le encimó la defensa azulgrana. Después, Motta la mandó a las nubes. El Jimbee nunca tiró la toalla y protagonizó una remontada que volvió completamente loco al público: Waltinho empató a 46 segundos del final y a solo 15, en un enjambre de piernas, estuvo en el sitio Pablo Ramírez para alzar el trofeo de campeón. El malagueño fue básico en el empate bloquenado a dos jugadores rivales y puso patas arriba el Palacio con un gol que ya es historia viva del fútbol sala cartagenero.