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Raúl Quinto (Cartagena, 1978) no estaba convencido de que 'Martinete del rey sombra' estuviera bien cuando lo dio a su editor, Víctor Gomollón, de la editorial independiente Jekyll & Jill. «Era una apuesta más que podía gustar o no a los lectores», reconoció este martes el escritor y profesor de historia en un instituto de Almería, invitado del Aula de Cultura de LA VERDAD, en la sede de la Fundación Cajamurcia en Murcia, en un acto incluido en la programación de la Feria del Libro de Murcia. Una apuesta, en este caso, ganadora. Ganadora del favor de cada vez más lectores, y de la crítica. El Premio de la Crítica en narrativa y el Premio Cálamo Otra Mirada son dos avales muy importantes. Un refuerzo a la autoestima del escritor, sin duda, pues, como decía, al principio tuvo dudas. «Yo que soy poeta puedo escribir este tipo de libros, y parece que lo hago bien, y eso antes no lo sabía».
Hijo de la clase obrera, de un obrero del metal de Cartagena, del barrio de Santa Lucía, frontera con Los Mateos, nació y vivió en la calle Crucero, y por cuestiones de trabajo sus padres emigraron a Carboneras, a través de la industria. «Soy hijo de currantes, mi casa no estaba arropada por una gran biblioteca, mis padres estaban dedicados a procurar un sustento para la familia, y transmitieron a sus hijos una vida con otros valores. En este ambiente sucede este fenómeno rarísimo: un escritor».
Un escritor que en 'Martinete del rey sombra' recrea la vida de Fernando VI, el rey sombra que da título a este libro, cuya vida es, según Quinto, «una tragedia y una miseria». A la hora de escribir un espejo trucado entre dos realidades: entre los perseguidos y abandonados por la historia y el que debería tener todos los focos sobre él hay una gran tragedia. «Es la miseria de la vida. Porque Fernando VI al final es un ser abandonado, solo, fruto de generaciones genéticas, de los los tejemanejes de la Corte que lo tienen casi como un títere o un muñeco. Al final, la política pasa por encima de él, la vida se lo lleva por delante».
No estaba muy contento con los efectos de esa política contra los gitanos del marqués de la Ensenada, pero cuando se traslada al Palacio Real a vivir con su segunda esposa, Bárbara de Braganza, una de las cosas que le resultan desagradables son los gitanos que se encuentra por el camino, como ensuciando la visión, y da una orden expresa para alejarlos del palacio. Una anécdota que ilustra muy bien ese antigitanismo que acaba en la Gran Redada contra el pueblo gitano en el siglo XVIII, uno de los episodios más vergonzantes de la historia de España.
Quinto contó que cuando aparecen las primeras noticias de la llegada de «egipcianos» a la península es en 1425. Y las siguientes noticias que tenemos son los primeros decretos (1499) de los Reyes Católicos que persiguen su extinción como pueblo. Hay leyes en ese sentido hasta la Gran Redada de 1749 unas 250 leyes. Y después también los persigue el Conde de Aranda. Este intento de borrar la identidad del pueblo gitano tiene en 1749 el punto álgido. El marqués de la Ensenada decreta que la noche del 30 de julio de ese año debe prenderse a toda la población gitana, a las 12 de la noche. Les incautan todos sus bienes, con sus posesiones debe financiarse la prisión. Esa noche se separa a los hombres mayores de 7 años, lo que establece el decreto; mujeres y niños por un lado, hombres por otro para evitar que pudieran reproducirse. Se considera este pueblo como «una raíz infecciosa» que está pudriendo el país, como si fueran mala hierba. Esta máquina de huesos y músculos, entre 9.000 y 11.000 gitanos, casi el 90% de los gitanos que había en España, es trasladada. Los hombres son enviados a los arsenales para trabajar como mano de obra esclava. ¿Por qué? Según Quinto, por el empeño de la Corte en recobrar el esplendor de otro tiempo... «Los gitanos de hoy son descendientes directos de aquellas víctimas de este acontecimiento tan terrible», insiste el autor.
Autor de poemarios como 'Ruido blanco' (2012), 'La lengua rota' (2019) y el cuaderno 'Sola' (2020), todos ellos publicados en La Bella Varsovia, y de libros de género híbrido como 'Idioteca' (El Gaviero, 2010), 'Yosotros' (Caballo de Troya, 2015), 'Hijo' (La Bella Varsovia, 2017) y 'La canción de NOF4' (Jekyll & Jill, 2021), reconocido con el Premio Alfonso Décimo de Literatura de la Región de Murcia, Quinto pone la lupa sobre el proyecto fallido de exterminio del pueblo gitano en España a mediados del siglo XVIII, episodio conocido como la 'Gran Redada', que no aparece, se quejó, en ninguno de los libros de texto manejados por escolares, si bien es un acontecimiento que merece un lugar destacado en la memoria colectiva y en la historiografía de nuestro país. Pocos libros se han dedicado a analizar de verdad y en profundidad estos hechos, aseguró.
Raúl Quinto
Escritor
«Esta historia es desconocida para muchos. Es llamativo. Cuando yo lo descubro por un informe que me llega, me quedo noqueado por este vacío, y me pregunto cómo se construye la historia, qué hay detrás de ese relato colectivo que entendemos como historia. Hay muchas fuerzas que construyen el relato. Manuel Martínez Martínez es un historiador de Almería que fue muy útil para la escritura», contó en Murcia.
Desde 1749, cuando se producen esos apresamientos, hasta 18 años después, cuando se emiten los últimos indultos, esta población sobrevive como puede en manos de gente tosca y torpe que no logrará su objetivo de exterminio. «Ese antigitanismo parece que está en vena. Esa idea de que son 'ese otro peligroso', pero sacamos pecho de sus aportaciones culturales al flamenco. Más allá de la fiesta y de la jarana, lo cierto es que hay más de 500 vocablos en nuestro idioma que vienen de la lengua gitana, del calé».
Quinto despertó el debate en el Aula de Cultura a propósito de la petición no atendida por las comunidades gitanas de que los borbones pidan perdón por la orden de exterminio de su pueblo. «Hay una fantasmagoría creada en torno a ellos que sirve a determinada ideología. Hay algo que se repite, una constante histórica. El racismo es tan humano como el antiracismo. En esa lucha estamos, y si somos todos iguales ante la ley, el racismo no tiene ningún sentido, tiene más que ver con miedos ancestrales e ignorancia».
Quinto será el pregonero de la Feria del Libro de Cartagena el 16 de octubre. «Esto es algo que me hace ilusión. Está bien que haya un reconocimiento. Más reconocimiento institucional he tenido en Cartagena que en la ciudad donde vivo, donde el Ayuntamiento de Almería no ha dicho ni mu pese al Premio de la Crítica, un premio muy importante». Dos patrias, Cartagena y Almería, que Raúl Quinto tiene que compatibilizar «con los cuatro gatos lectores que siempre van conmigo. Mi patria son los lectores», insistió. «La literatura sirve también para reflexionar, para encontrar un momento de respiro, de calma, y detener el tiempo. Nos sirve para pensar sobre toda esa avalancha que nos arrolla el día a día. La literatura es el arte del que yo participo y debe ser esa grieta para parar el tiempo».
'Martinete del rey quinto' no es el primero ni el último libro en prosa de Raúl Quinto. De hecho, en 2010 salió su primer «experimento en prosa». Compagina la poesía con la narrativa, y su narrativa está impregnada de poesía. En 2025 volverá a sorprendernos con nuevo artefacto literario.
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