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El arquitecto Rafael Moneo, ayer, en el Museo Thyssen de Madrid. Fran del Olmo (Efe)
Rafael Moneo: «El Guggenheim es simple»

Rafael Moneo: «El Guggenheim es simple»

El arquitecto navarro lamenta que no existan obras recientes tan complejas como la Mezquita de Córdoba

Álvaro Soto

Madrid

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Lunes, 5 de febrero 2018, 23:14

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Además de un excelso creador, Rafael Moneo (Tudela, 1937) es también un gran teórico de la arquitectura, capaz de analizar los edificios desde todas las perspectivas: el uso de los materiales, su relación con la historia, su vigencia en el presente y en el futuro. Desde esta atalaya de analista Moneo acaba de publicar 'La vida de los edificios' (Acantilado), un libro en el que reflexiona sobre tres construcciones emblemáticas de España, la Mezquita de Córdoba, la Lonja de Sevilla y el menos popular, pero igual de interesante, carmen de Rodríguez Acosta en Granada.

«No conozco ninguna obra de las últimas décadas que tenga la complejidad de la Mezquita. El Guggenheim de Bilbao es un edificio simple, con un gran despliegue formal, pero que no permite la atención de todos sus matices», explicó el arquitecto navarro ayer en el Museo Thyssen, donde presentó su nuevo volumen. Se declaró Moneo un gran admirador de la construcción cordobesa, a la que dedicó en 1977 una conferencia en la Universidad de Harvard que ahora se recupera, y recordó que «es muy difícil encontrar una obra con tanta historia y tantas dificultades resueltas de manera tan respetuosa como la Mezquita».

«Si tuviera que elegir una sola obra de la cultura occidental, sería difícil no incluir una arquitectura tan amplia y generosa con los restos adquiridos del pasado como la Mezquita», insistió el arquitecto, que admira de esta construcción su capacidad para haber sabido transformarse a lo largo de los siglos manteniendo su majestuosidad. «La vida de este edificio no está cerrada y su historia la lleva en su ADN, desde Abderramán I hasta su conversión en catedral», apuntó el ganador del Pritzker (el Nobel de la arquitectura) en 1996 y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2012. La Mezquita no tiene un arquitecto único, por lo que ha sido maleada por cada época y por eso en ella «ha quedado fielmente documentada toda la historia de España», argumenta.

Por su parte, la lonja de Sevilla, pensada por Juan de Herrera, es, para Moneo, el mejor ejemplo de «cómo la arquitectura puede ser hija sólo de la visión que un arquitecto tiene del mundo». «La lonja es lo opuesto a la Mezquita. Hoy trasladamos a la ciencia la explicación del universo, pero en tiempos de Juan de Herrera, el conocimiento llegaba hasta explorar los arcanos, poco más. Hoy nos cuesta pensar que uno puede condensar en una imagen geométrica, como hizo De Herrera, la estructura del mundo exterior».

Finalmente, Moneo opina que el carmen del pintor Rodríguez Acosta es una de las obras más notables de los años 20 del siglo pasado en España, un edificio en el que intervinieron algunos de los arquitectos más importantes del momento, como Ángel Casas, Ricardo Santa Cruz, Modesto Cendoya, Teodoro de Anasagasti y Felipe Giménez, y que se ha convertido en uno de los emblemas de la ciudad andaluza.

Moneo cree que algunos de sus proyectos, como el Kursaal de San Sebastián o el Ayuntamiento de Murcia, se han independizado de su autor. «Viven por sí mismos y no reclaman ni la autoría porque están muy integradas en sus ciudades», aseveró. Otros, como las ampliaciones de El Prado o de Atocha, han servido para prolongar la utilidad de esas instalaciones. En esos casos, Moneo ha tirado de oficio. «Han sido ejercicios de resolver problemas de programa y de lugar muy específicos donde hacía falta el conocimiento arquitectónico», admite.

«Siempre he querido que la arquitectura llegue a un público amplio», dijo Moneo, que ha elegido para este libro textos muy concretos que acercan al profesional y también al neófito tres edificios a los que se siente vinculado. «Me interesan profundamente. Los amo», reconoció, antes de señalar que las tres construcciones elegidas para su volumen se ubican en Andalucía, de manera que la obra «puede ayudar al viajero curioso a ver cómo un arquitecto reacciona ante ellos». Eso sí, no dejó de apuntar su afinidad hacia otras construcciones, como la iglesia de Santa María del Naranco, en Asturias, sobre la que también ha escrito.

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