Patrimonio, memoria e identidad
Mesa para cinco ·
La visita guiada al imafronte de la Catedral de Murcia despertó en mí unos recuerdos que me hicieron apreciar con gran intensidad quién he sido y quién soyHace unos días, durante la magnífica visita que realicé al imafronte de la Catedral de Murcia a través del andamio que se ha levantado para ... acometer su restauración, mi memoria activó los recuerdos de una adolescente que se aproximaba a este majestuoso edificio en busca de serenidad. Y es que casi cada tarde, pero sobre todo antes de los exámenes más importantes, sin una motivación religiosa, ni por supuesto disciplinar (entonces la arquitectura era para mí solo una opción de futuro que estaba aún por escribir), me acercaba a él en una especie de ritual peripatético con el que perseguía la calma. Así que allí me ven, a más de treinta metros de altura y más de treinta años después, junto a una de las fachadas más imponentes del barroco, totalmente conmovida ante la belleza del conjunto, pero también por el despertar de unos recuerdos que de manera hechizante me hicieron apreciar con una gran intensidad quién he sido y quién soy. Porque tal y como teorizó con una loable claridad la arquitecta y profesora argentina Marina Waisman, el patrimonio edificado, más allá de su monumentalidad, su carácter museístico o sus valores simbólicos, es el testimonio de la historia de un pueblo y el marco de innumerables vidas individuales para las que se convierte en un anclaje y un punto de referencia.
Y es precisamente esta aproximación a los valores humanistas del patrimonio edificado que justifican su preservación más allá de su interés como objetos aptos para el consumo turístico o estético, la que subyace en dos de los trabajos de fin de grado que he tenido la fortuna de valorar estos días en la UPCT. En el primero, Miguel Castro Laguna nos mostraba la minuciosa reconstrucción digital que ha realizado de la Biblioteca Regional para la Juventud de Chernihiv (Ucrania), destruida hace unos meses por el impacto de tres bombas. Un trabajo en el que expone de forma muy clara y sintética cómo, además del indudable valor cultural de muchos edificios, algunos adquieren la capacidad de generar potentes lazos sociales a través de su papel urbano y las funciones que adquieren a lo largo de su historia. Pero en ocasiones, debido a desastres naturales, como parte del horror que provocan las guerras o simplemente por un desarrollismo feroz, estos lugares desaparecen dejando, sobre todo en los casos más dramáticos, una profunda tristeza y un gran vacío en la memoria individual y colectiva de las personas que los conocieron. Y es precisamente por eso que el trabajo de Miguel es importante, primero porque nace de la convicción de que puede aportar un grano de arena para paliar el desconsuelo que provocan las guerras. Segundo, porque esa convicción la convierte en acción rigurosa que, en las circunstancias adecuadas, estoy segura de que podrá llegar a incorporarse a una cadena de sucesos que desemboque en la reparación de la pérdida y formar parte de un testimonio que nos hable de lo bueno y lo terrible que allí aconteció, para no olvidar.
El otro trabajo del que les quería hablar ha sido el de Eva María Cruz Muñoz, que realiza un detallado reconocimiento de la arquitectura modesta, tradicional y vernácula en el entorno rural del que proviene al ser consciente de su fragilidad y del peligro de desaparición que supone su abandono. En este caso Eva María registra los aspectos físicos, históricos y culturales de los cortijos en Jaén con el objetivo de profundizar en su conocimiento, preservar su memoria y en la medida de lo posible, colaborar en su subsistencia.
En ambas investigaciones estos jóvenes arquitectos han entendido y puesto en práctica lo que Marina Waisman promulgó a través de su trabajo, que la presencia del patrimonio no deja de ser la evocación de una memoria colectiva, un nexo entre las personas que compartimos un territorio común y, por tanto, un instrumento válido para la construcción de un mundo en el que nos reconozcamos.
Feliz Navidad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión