Confieso que he pregonado
Eso que llamamos duende no es otra cosa que la fusión del artista con el público
El poeta Pablo Neruda escribió sus memorias, que tituló 'Confieso que he vivido'. Y yo ahora puedo confesar que he pregonado el Festival Internacional de ... Cante Flamenco de Lo Ferro. He vivido muchas noches en el Festival durante más de veinte años, sin embargo, la de pasado lunes fue muy especial. La figura del pregonero se remonta a la Edad Media, como casi todo se transforma se utilizó para anunciar otros productos, algunos dicen que hasta que no llega el camión del tapicero no es verano, hasta el mismísimo José Luis Cuerda, en 'Amanece, que no es poco', nos colocó al pregonero con su toque de cornetín, para decirnos: «De parte del señor cura, se hace saber que, Dios es uno y trino».
Lo cierto es uno no da un pregón todos los días y esto hace que esté viviendo esta cuadragésima quinta edición con mucha intensidad y con muchas emociones. El pasado lunes, decía: «Como pregonero uno viene a vender lo mejor que tiene el Festival. Y obviamente lo tiene fácil. Lo mejor que tiene el Festival son sus gentes. Esa gran familia que cuando llegas hasta aquí te hace sentir que estás, como uno más, en esa gran familia flamenca, desde lo local a lo universal». ¿De qué hablamos cuando hablamos de Lo Ferro? Les puedo garantizar que este lugar tiene una magia especial, como un amor a primera vista, para los flamencos, que nada más llegar comprueban la cordialidad y la atención de sus gentes, y ya todo se transforma. Se sientan las bases, entre público y artista, para invocar a eso que llamamos duende, que no es otra cosa que la fusión del artista con el público.
Recordé cómo nació ese Festival en 1980 y a todos los que lo hicieron posible; me los imaginé dejando volar los sueños en aquellas noches veraniegas, bajo el amparo del manto de las estrellas y el resplandor de la Luna. Y a la memoria me llegó un poema de Eloy Sánchez Rosillo, gran poeta y amigo, titulado: 'La diosa blanca':
«Llegó la diosa y lo encontró esperándola,
pero no ante un altar, ni allí postrado,
embebido en su luz, sueña palabras.
Mira con devoción hacia lo alto
en la noche serena, eterna y mágica.
Y la luna le infunde el don del canto».
Recordé que Torre Pacheco había sido epicentro de las noticias, y que cada cual sacara sus conclusiones de lo acaecido. Dije que el flamenco siempre ha sido un canto a la libertad, a la solidaridad, a la tolerancia, en el que no cabe ningún tipo de racismo y envié un abrazo a Domingo.
Como todo se propaga por las redes sociales, lo bueno y lo malo, cuando subí la fotografía de la placa que me entregaron, muy pronto, escribió Félix Maraña, periodista y escritor:
«Don Patricio Peñalver,
hombre letrado y flamenco,
forma parte del elenco
de las cosas del querer
en Lo Ferro. Por facer
como artista y por bohemio
le conceden ahora un premio.
Por escritor, periodista,
por rojo, culto y cronista
de grande y probado ingenio».
A lo que respondió el poeta Tito Muñoz:
«Qué bien lo dice Maraña,
el premio es muy merecido.
Con esa opinión coincido,
dejémonos de patrañas,
que el buen cante nunca engaña.
Sabe extraer de las minas
esas joyas tan divinas.
Él baja hasta lo más hondo.
Sólo se encuentra en el fondo
una copla diamantina»
Esas y otras son mis sensaciones; no todo está perdido, ni el humor ni la poesía.
Cuando uno estudia los orígenes y la historia del Flamenco, después de leer bastantes libros, se puede preguntar: ¿Qué es el flamenco? Y puede llegar a la conclusión de aquel filosofo sabio, que dijo: «Sólo sé, que no sé nada».
Así que sin más, vayamos al cante: ¡Viva el Festival! ¡Viva Lo Ferro! ¡Va por ti, Sebastián [Escudero]», que nos estará observando, también está noche, desde alguna estrella.
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