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The Cult y Leprous inundan de misticismo el Rock Imperium de Cartagena
Los protagonistas de la tercera jornada del festival ofrecieron también los conciertos más inclasificables
Un aspecto muy valioso de la programación del Rock Imperium es el esfuerzo por abarcar la tremenda pluralidad de un género musical con infinidad ... de ramificaciones y estilos. Este año la oferta musical es particularmente diversa y, de los cuatro días, la de este sábado se presentaba como la más variopinta de todas.
The Cult, el plato fuerte de la noche, es de por sí una propuesta peculiar. Demasiado rockera para la new wave británica y demasiado experimental para el público 'heavy', la conjunción de talentos del excéntrico -y algo chiflado- cantante Ian Astbury y la psicodelia guitarrera de Billy Duffy dio como resultado una de las bandas con más personalidad de la escena. Llevan más de 40 años desconcertando y volvieron a hacerlo en Cartagena incluso antes de salir a escena. Y es que, ¿quién más mandaría a un tipo a esparcir cantidades ingentes de incienso por el escenario para entrar en comunión con la audiencia? No arrancó el recital hasta que el lugar quedó bien impregnado de olor a vigilia pascual.
Durante los dos días anteriores de festival el público pudo disfrutar de espectaculares montajes escénicos, como el manicomio embrujado de King Diamond, el hinchable gigante de Scorpions o la fortaleza medieval de Gloryhammer. The Cult, en cambio, optó por una presentación muy sobria, sin audiovisuales y con un juego de luces que parecía diseñado más bien para resaltar las sombras. Entre penumbras apareció Astbury ataviado de negro, con un moño y unos pantalones tan anchos que parecían una falda, dispuesto a seducir al público con su hipnótica voz, que sonó cristalina gracias a una ecualización perfecta.
Igual de extraña que las pintas del cantante fue su decisión de arrancar con 'In the Clouds', un tema que no forma parte de ningún disco y que hizo buena pareja con la todavía más extravagante 'The Witch', otra rareza que solo salió como single. Como se pueden ustedes figurar, no vino The Cult a jugar sobre seguro. Durante la noche se fueron alternando canciones relativamente oscuras de su discografía con éxitos infalibles como 'Rain', 'She Sells Sanctuary' o 'Fire Woman'. Me gustó el renovado interés por 'Beyond Good and Evil', un disco injustamente menospreciado, pese a que tiene mucha garra. Por contra, eché de menos algo de 'Under The Midnight Sun', su último trabajo y también el mejor que han sacado en los últimos veinte años, aunque entiendo que su carácter intimista lo hace poco apropiado para el directo.
Con las seis cuerdas de Billy Duffy desatando su embrujo y un Ian Astbury en excelente estado de forma que no dejó de maltratar panderetas como si le salieran gratis, el concierto fluyó de forma muy orgánica y gozosa. Me pareció especialmente asombroso cómo las canciones parecían cobrar vida en el escenario, a través de variaciones en las melodías vocales o por medio de diferentes arreglos. Fue como volver a descubrirlas por primera vez, una alquimia que solo está al alcance de los músicos verdaderamente grandes.
Probablemente a más de uno le sobraron algunos momentos de dispersión gótica y a cambio echara de menos más 'hits', pero no seré yo el que critique a The Cult por arriesgar, cuando es precisamente su cualidad más admirable. Es lo que son y lo que mejor se les da.
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Leprous
Sonidos mutantes
Los noruegos Leprous le han cogido el gusto a Cartagena. Tras su paso por el Rock Imperium en 2022 y el soberbio concierto en solitario de su cantante, Einar Solberg, el año pasado, este sábado volvieron a tomar la ciudad portuaria una vez más con su metal progresivo altamente inclasificable. Lejos de hacerse reiterativos, la publicación de su último disco, que recupera algo del colmillo de sus inicios, sirvió de acicate para refrescar su repertorio y de paso repescar algo de material antiguo, con el que se ganaron el corazón de los metaleros sedientos de frescura.
Si su visita de 2022 se antojó demasiado breve para una banda con tanto que ofrecer, en esta ocasión el público pudo disfrutar de una actuación más extensa que se permitió nivelar los momentos de mayor vanguardismo instrumental con otros más introspectivos, como una montaña rusa repleta de subidas y bajadas. En definitiva, un concierto de otro planeta para olvidarse de etiquetas y dejarse llevar por un torbellino de energía y creatividad sin parangón en el panorama musical actual.
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Blind Guardian
Dragones y mazmorras
La distribución horaria de los festivales crea extraños compañeros de baile y este sábado The Cult acabó emparedado en medio de un sándwich de power metal europeo. Musicalmente no fue una transición ideal, pero manda la disponibilidad de los artistas y otras cuestiones más burocráticas que musicales.
Blind Guardian, a diferencia de su anterior visita en 2023, que se quedó algo coja por cuestiones de duración, pudo ofrecer un concierto completo de hora y media. Esto permitió a los alemanes no limitarse a sus canciones más festivaleras y abordar algunas de sus piezas más épicas, como 'The Ninth Wave', y un par de tonadas acústicas. Los momentos más sinfónicos fueron un buen contrapeso de los trallazos habituales, como 'Nightfall', 'Mirror, Mirror' o 'Valhalla', dando como resultado un concierto mucho más redondo que el ofrecido anteriormente en la ciudad. También estuvo mejor vocalmente Hansi Kürsch, un tipo que suele funcionar bien en directo pero que en esta ocasión estuvo pletórico.
Viendo lo celebrada que fue su actuación me percaté del gran cariño que se le tiene a Blind Guardian por estos lares. Los bardos del metal no solo fueron el grupo de la adolescencia de mucha gente, también fueron una puerta de entrada a la literatura de Tolkien -y viceversa-, y esos recuerdos compartidos crearon una bonita sensación de hermandad durante su concierto, donde abundaron las referencias al escritor de fantasía por excelencia.
A medianoche Rhapsody of Fire fue como un bálsamo para el público metalero más tradicional al que no terminara de convencer el fichaje de The Cult. Los italianos cumplieron con oficio y esa fiabilidad que los ha convertido en un valor seguro en salas, pero su estilo pomposo y excesivo quedó bastantes peldaños por debajo del despliegue de Blind Guardian, su referente musical directo, esa misma tarde.
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Michael Monroe
Terremoto finlandés
Por supuesto, este sábado tampoco faltó una buena ración de hard rock más clásico. Strangers fue la sorpresa del día en cuanto a fichajes nacionales, seguidos por otros conocidos del festival, FM, cuyo propuesta tremendamente ochentera y blandurria no me convenció mucho más que el año anterior. Aunque aprecio su encanto retro y adoro sus teclados horteras, es una opción que no me termina de encajar en un festival.
El campeón de la sección hardrockera del día tuvo nombre propio: Michael Monroe. A pesar de que en España no es tan conocido como en su Finlandia natal, donde es toda una celebridad, se metió al festival en el bolsillo con una energía envidiable y una vitalidad contagiosa. Su rock alegre, cañero y con aires glam no es una fórmula especialmente novedosa, pero cuando el encargado de defenderla es una fuerza de la naturaleza que se come el escenario es cuando verdaderamente sucede la magia.
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