El heredero designado de Beethoven (I)
Música inesperada ·
Al nacer, todos adquirimos un compromiso. Si las circunstancias de la vida nos permiten desarrollar los dones que atesoramos, la carga de la herencia recibida puede hacerse muy pesada. Johannes Brahms (Hamburgo, 1833 - Viena, 1897) fue hijo de músico y un niño prodigio que a los cinco años aprendió a tocar la flauta, la trompa y el violín. Un año más tarde recibía clases de piano en casa con un profesor privado y a los diez años ya tocaba en público en las tabernas de su ciudad natal. Obsesionado por Beethoven, no logró terminar su Primera Sinfonía hasta los 43 años, tras veinte arduos años de trabajo compositivo.
En la próxima programación de conciertos del Auditorio Regional, Brahms es uno de los protagonistas principales ya que escucharemos sus cuatro sinfonías. La obra de Brahms es tan necesaria para el ser humano que hay que tratar de entenderla en toda su dimensión. Como gran defensor de la música pura de estilo tradicional, se mostró contrario a escribir música programática y ópera. Este compositor del Romanticismo tardío se mantuvo en clara sintonía con Beethoven por su permanente conflicto interior, con Schubert por su interés por la temática popular y con Schumann por el lirismo de sus melodías.
Un hecho que marca a un Brahms adolescente es la llegada a Hamburgo de los refugiados húngaros que huían de la revolución de 1848, cuya música popular es muy atractiva para el compositor. Además, a los veinte años, Bramhs hace una gira como pianista acompañante del virtuoso violinista húngaro Eduard Reményi y tiene la oportunidad de visitar a Joseph Joachim en Hannover, a Liszt en Weimar y a Schumann en Dusseldorf. Esto tendrá importancia en el futuro porque apoyó la posición de Joachim en contra de las nuevas tendencias de la escuela de Liszt (neudeutsch), lo que, a la postre, conllevó la rivalidad y enemistad de otros músicos importantes entre los que figuró Richard Wagner.
En 1862 visita Viena con el propósito de beber el mismo vino que saboreó Beethoven y de volver a casa donde anteriormente había fundado un coro femenino. Un año más tarde, mientras celebra con sus familiares su 30º cumpleaños, es informado que el deseado puesto de director de los conciertos filarmónicos de Hamburgo será para un amigo suyo. Esta gran decepción coincide con la proposición de dirigir el coro de la Singakademie de Viena y decide ir a la ciudad de la música sin saber que no la dejaría jamás.
Viena lo recibe con grandes expectativas tras escuchar sus excelentes composiciones. Sin duda, sus habitantes reconocen a un gran músico que se adapta rápidamente a las costumbres de la ciudad. Pero su tosco comportamiento en sociedad, su descuidada forma de vestir y su carácter falto de consideración, lo convierten en un ser egocéntrico para los demás, sin que él lo advirtiese.
(Continuará).