Massiel, experta en salto olímpico
Nunca sentí especial simpatía por Massiel hasta en el momento en que decidí bucear en su vida. Massiel, o María de los Ángeles Santamaría Espinosa, ... fue y es una valiente. Una pionera como pocas. Su inteligencia le permite bromear acerca de su degeneración macular y le permitió vivir y sobrevivir en un entorno espinoso con su carácter e intereses.
Massiel viene de la unión de dos palabras francesas: Mar y Cielo. Así la llamaba su profesor de danza. Lo que nunca se puede alcanzar: Mer et Ciel. Porque sí, porque fue una niña de buena familia que se podía permitir acudir a clases de ballet, pero hasta ahí. Su padre &mdashasturiano convertido en madrileño, sastre convertido en mánager musical. Un bohemio amante de las artes y de la noche&mdash detestaba la idea de que la hija se convirtiera en cantante y su madre, tres cuartos de lo mismo. María de los Ángeles estaba harta de ser la secretaria de todo el mundo y se percató de que alcanzaría la libertad en los escenarios. Ya conocía el negocio, fue ayudante de Emilio en su época con Los Brincos o Miguel Ríos, y, aunque a regañadientes, finalmente la apoyó.
En los tiempos de dictadura se atrevió a cantar Rosas en el Mar y Aleluya de Luis Eduardo Aute. Aunque los sencillos se publicaron en el 67 llevaban grabados mucho antes, acumulando polvo en la discográfica Zafiro. El buen olfato de Maryní Callejo rescató estas magníficas canciones que volaron por Latinoamérica.
Massiel se marchó a México y Cuba, quería conocer la revolución. Cantó para Fidel y en estas la reclaman de España para participar en Eurovisión (La historia de Serrat la pueden encontrar en el Profiles dedicado a su figura). En una semana se aprende el himno del Dúo Dinámico. Franco estaba obsesionado con ganar el festival, pero eso a ella, plín.Ella quería ser internacional.
Cuando se la llevan a París de promo descubre el atuendo monjil que pretendían que luciera. De eso nada, dijo. La hija de un sastre, como mínimo, debe ir mona. Convenció a Courrèges para que le confeccionase el famoso vestido, que pagó de su bolsillo. Triunfó en Londres y se negó a recibir la medalla de Isabel la Católica que el dictador le otorgó graciosamente. Ella no blanqueaba fascistas. La vetaron un año en la tele única.
Existe un maravilloso programa de RTVE titulado 'La gente quiere saber'. Íñigo presentaba y un puñado de caballeros y señoras preguntaban a la diva por asuntos diversos. A veces, incluso, con un poco de insolencia. En esta entrevista múltiple se declaró en contra del fascismo y del divorcio. Ninguna mujer hablaba en público como ella. Dijo: «nunca he estado satisfecha de mí misma, pero nadie que sea consciente lo debe de estar». Hizo gala de todos sus triunfos, que eran muchos, y fue con su libertad por bandera, con honestidad, simpatía y encanto. Por supuesto, el programa no se pudo emitir en su día. Se grabó en 1972 y hasta 2018 no lo pudimos disfrutar. Es una joya. Massiel en estado de gracia.
La cantante fue también pionera con las rancheras, mucho después llegaría la Dúrcal, y tuvo una exitosa carrera durante alrededor de 20 años &mdash que no es poco&mdashcon canciones tan famosas como 'María de los Guardias', 'Acordeón' o aquella que le compuso su amigo José Luis Perales, 'Brindaremos por él', dedicada a sus ex amores donde, quizá, Massiel no tuvo tanta suerte.
Tuvo un hijo con el entonces político Carlos Zayas y apenas estuvo casada durante tres años con el maravilloso periodista Pablo Lezcano.
En el 97 puso fin a su carrera discográfica pero su vida artística siguió en los escenarios y puso la salsa en los platós de televisión. En 2012 interpretó con solvencia y buenas críticas a Carlotta Campion en el mítico musical 'Follies'. Porque Massiel es así: se lanza siempre a la piscina; Se atrevió en los 70 con los versos de Bertolt Brecht y fue la primera en ganar Eurovisión.
Massiel es 'too much' y me gustaría verla coquetear de nuevo con el cine, quizá, quién sabe, en una futura peli de Almodóvar, de esas que reflejan con intensidad el arte de vivir.
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