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Asegura Maru Quiñonero sentirse una «completa desconocida» en su Murcia natal después de haber presentado su trabajo por medio mundo y parte del otro. Cosas ... que pasan en esta bendita tierra, que no suele encumbrar a sus profetas salvo honrosas excepciones. Siempre hay tiempo para revertir ciertas injusticias, y una buena ocasión para ello es la exposición que Quiñonero inauguró este viernes en el Palacio Almudí, que estará abierta al público hasta el próximo 26 de julio. Es la primera vez que el edificio se cierra exclusivamente para contemplar la obra de una mujer. Murciana de pura cepa tenía que ser. 'La extranjera' –inspirada en Diotima, el único personaje femenino de 'El banquete' de Platón– está comisariada por Noelia Ibáñez y Miriam Huéscar y supone el debut de la artista en la Región después de 15 años de consolidación de carrera en Nueva York, Londres, Taipei, Hong Kong y México, por poner algunos ejemplos. La muestra contará, además, con una programación paralela en la que participarán amigos de la artista que destacan en la escena cultural murciana. «Si por algo tiene sentido esta vida es por la contemplación de la belleza absoluta», dice Diotima en la obra de Platón. Quiñonero (Murcia, 1979) sigue la misma línea de pensamiento que Diotima y su técnica para cabalgar con éxito en estos tiempos inciertos es «seguir persiguiendo la belleza y la lírica de todo». Asegura que «hay días en los que es complicado abstraerse de la realidad, pero hay que seguir intentándolo». Hay que hacer caso a pies juntillas a una artista que vive rodeada de colores, incapaz de elegir uno preferido: «Ahora más que nunca hay que esforzarse por ver el lado más colorista de la vida y tratar de no caer en la inercia de verlo todo negro». Amén, Maru.
–Primera vez que ceden el edificio entero a una mujer. ¿Es una meta, un hito en su carrera, 'ocupar' el Palacio Almudí al completo (dos plantas) con su arte?
–Ya era una meta que me conocieran en Murcia, porque hace 15 años que me fui de aquí. He presentado mi trabajo por todo el mundo, pero en Murcia soy una completa desconocida. Así que vestir el Almudí es entrar por la puerta grande, más aún sabiendo que es la primera vez que le dan el edificio entero a una mujer. Cuando Noelia Ibáñez, comisaria de la exposición, me propuso este proyecto en 2022, me hizo una ilusión enorme. Estoy muy contenta con el resultado. Ha sido todo un reto porque es un espacio increíble.
–De Murcia a Nueva York y vuelta a Murcia. ¿Qué ha pasado en este tiempo?
–En 2010 me fui a vivir a Madrid y no he parado de trabajar. Hablar de exponer en Nueva York suena genial, pero para conseguirlo estuve años currando mucho, trabajando sin parar. Esto es una carrera de fondo. En los últimos años he trabajado con muchas galerías: Échale Guindas, Álvaro Alcázar, Voltz Clarke, Alzueta Gallery... De todas ellas he aprendido mucho, y sigo haciéndolo.
–¿Qué referentes ha tenido en su carrera?
–Estudié Historia del Arte en la Universidad de Murcia y mi cabeza está llena de referencias. Me gusta tanto ir al Museo del Prado a sentarme delante del 'Apostolado' de Rubens como ir al Dia Beacon de Nueva York para pasear entre piezas de Donald Judd. Y en mi exposición 'La extranjera' he incluido, a modo de homenaje, una obra de Ramón Gaya, porque él es para mí una fuente infinita de inspiración.
[En esta exposición, Maru Quiñonero experimenta con colores, pinturas en capas, transparencias infinitas, acrílico y lápiz compartiendo soporte, composiciones cerradas y precisas... y todo empaquetado con títulos que hablan de lo que le rodea: «Canciones que he escuchado en bucle, palabras que caen en mi cabeza que ni yo misma sé de dónde vienen, tesoros de mi estudio...»].
–¿Por qué 'La extranjera'?
–Porque encontré por azar una frase de 'El banquete' de Platón, que pronunciaba el único personaje femenino de la obra, Diotima, la extranjera de Mantinea. Fui tirando del hilo y me sentí muy identificada con ella. Habla de buscar la belleza y yo me siento muy en sintonía en este momento de mi vida con esa premisa. Además, hacía un guiño al hecho de haberme ido de Murcia y sentirme quizá un poco ajena a mi ciudad natal.
—¿Qué niña era? ¿Y con qué soñaba?
—Me recuerdo callada, observadora, siempre sintiendo que no encajaba y con mucha vida interior. Soñaba todo, sin límites.
—Siempre se ha comentado que empezó tarde –si se puede llamar tarde a los 30 años– en el mundo del arte. ¿Le hubiera gustado empezar antes o se ha demostrado ya que así está bien?
–Sigo sin entender el empeño en resaltar la edad en la que llegué al mundo del arte. Empecé a pintar cuando tuve algo que contar y encontré la forma de hacerlo. No siento que tenga que demostrar nada a nadie y mucho menos a mí misma. La sociedad a veces pone etiquetas y exigencias muy absurdas. Todo llega cuando tiene que llegar.
–Y ahora, ¿con qué sueña?
–Con todo. Soy una mujer sencilla pero ambiciosa y seguiré trabajando tan duro como hasta ahora para seguir sumando sueños. Por ahora voy a centrarme en disfrutar esta exposición en la que he trabajado durante nueve meses. Además, he diseñado una programación cultural paralela en el Almudí para los próximos meses abierta a todo el público. Habrá charlas, visitas comentadas y una jornada muy especial con las chicas de Bravas y Bravísímas que están preparando un evento con taller de escritura en la que también habrá una sesión DJ, club de lectura... El siguiente paso será centrarme en mi próxima exposición en Alzueta Gallery Madrid para septiembre y la publicación de un poemario.
–¡Que la rueda no se detenga! Sus padres, ¿qué lección le inculcaron?
–Mis padres se centraron en que tuviera valores, intentara ser feliz y fuera buena persona. Siempre han apoyado todas mis decisiones. Por eso les he dedicado el catálogo de 'La Extranjera' que ha diseñado Estudio Marta Botas. En resumen, mi familia siempre ha sido una constante para no perder el rumbo.
–Y el arte, ¿qué le da?
–Todo. Porque ser artista no es solo tener un oficio, es una forma de mirar la vida.
–Esto es algo que ha reconocido usted misma: ¿Por qué le cuesta tanto quedarse solo con un color preferido, como hace el común de los mortales?
–Porque depende del momento, del estado de ánimo. Siempre he trabajado el color de una forma muy emocional y quedarme solo con uno no tiene sentido para mí.
–Por esa misma regla de tres, entiendo que no habrá tampoco un color que no le guste nada.
–Claro, tampoco lo hay. Todo depende del contexto.
–Para definir el momento que vivimos, ¿qué colores elegiría?
–Creo que ahora más que nunca hay que esforzarse por ver el lado más colorista de la vida y tratar de no caer en la inercia de verlo todo negro.
–Sí pero, en estos tiempos inciertos que nos ha tocado vivir, ¿cómo se puede hacer eso sin morir en el intento?
–Yo, personalmente, me centro en seguir persiguiendo la belleza y la lírica de todo. Es cierto que hay días en los que es complicado abstraerse de la realidad, no se lo niego, pero hay que seguir intentándolo.
–Estados Unidos y Nueva York han sido destinos clave en su carrera. ¿Siguen siendo lugares tan atractivos para usted como hasta ahora o prefiere mirar hacia otros horizontes?
–El mercado del arte allí es brutal, y para mí Nueva York es una ciudad increíble. Suelo ir al menos una vez al año porque, desde 2019, trabajo con Voltz Clarke Gallery y seguiré haciéndolo mientras los coleccionsitas valoren mi trabajo.
–¿Qué cuadro le gustaría haber pintado, y por qué?
–Admiro a muchos artistas, pero no envidio su obra, que yo valoro desde la absoluta contemplación y el respeto. Pero cada uno tiene su lenguaje personal y yo me centro en el mío. Me intriga más qué es lo que aún no he pintado y todo lo que aún está por llegar.
–¿Dónde pasó el mejor momento de su vida?
–No puedo elegir un solo lugar ni un solo momento. Por suerte, mi vida está llena de ellos. Lo que tengo claro es que me gusta compartirlos con toda la gente a la que quiero. Un buen ejemplo es la cena de inauguración de 'La Extranjera' que he celebrado con mis amigos de Madrid y mi familia en la increíble nave de Isabella Bo, con un menú delicioso de Amor González y en la que varias marcas de la Región de Murcia han colaborado para hacerla aún más especial; las copas de Cristal y Antiguo, las sillas de Somos Fino, la cerveza de Estrella de Levante, la ayuda de Casa Jaleos y los vinos de Jumilla.
–¿Qué le parece intolerable?
–La falta de empatía y la mala educación. Creo que todo sería mucho más fácil si no perdiéramos de vista estas dos cualidades. Yo hago siempre todo lo que puedo en este sentido.
–¿Qué le cuesta mucho hacer?
–Cumplir horarios. Tanto en mi vida personal como profesional, no llevo bien el encorsetamiento de vivir mirando el reloj. Me gusta ir a mi aire y tener libertad para moverme a mi antojo. Es una decisión vital que tomé muy conscientemente hace años.
–Ahora mismo, ¿qué considera muy necesario?
–Ser honesto con uno mismo.
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