1.200 años en movimiento
La Compañía Nacional de Danza, dirigida por la murciana Muriel Romero, celebra en el Teatro Romea los 12 siglos de la ciudad de Murcia, tras casi una década ausente
El pasado domingo 19 de enero se inauguraba la celebración del 1.200 aniversario de la ciudad de Murcia y como cabeza de cartel de ... las actividades del día estuvo la Compañía Nacional de Danza (CND). Mientras el alcalde, José Ballesta, destacaba los logros de la murciana Muriel Romero, actual directora de la CND desde septiembre, yo recontaba los años que llevábamos sin ver a la CND en Murcia: nueve desde que 'Don Quijote' pisara las tablas del Teatro Romea y siete desde que 'El Cascanueces' de José Carlos Martínez dejara una huella imborrable en el Auditorio Víctor Villegas. Este año no solo hacemos tabla rasa, sino que añadimos un nuevo espacio en el que la CND ha bailado: la plaza del Cardenal Belluga.
En una breve 'performance', sin mayor instrumento que el cuerpo de baile –que probablemente hubiera agradecido un linóleo bajo sus pies–, la CND ofreció al mediodía un primer plato de este menú completo. Frente a la imponente fachada de la Catedral de Murcia, con las vibraciones de los monitores al máximo, los 37 bailarines de la CND y algunos alumnos del conservatorio se unieron en una improvisación guiada, marcando el ritmo para el plato fuerte en el Teatro Romea. La gala, con una mezcla de clásico y contemporáneo, abrió con 'Remansos' de Nacho Duato, y la primera figura de Alessandro Riga. Esta pieza, con su justa medida de anhelo romántico y delicadeza, fue una elección ideal para sumergirnos en la caja negra. Le siguió 'Tchaikovsky Pas de Deux' de George Balanchine, que juega a ser clásica e inesperada la vez, de finales interrumpidos y cambios de dirección abruptos, de 'penchés' que sutilmente pasan a ser 'fish dives'. Es una maravilla que no vengo a descubrir, sino a admirar gracias a las interpretaciones de Hamin Park, recientemente nombrada solista, y de Yanier Gómez Noda, consolidado y querido solista. A Yanier lo disfrutamos de nuevo junto a la primera figura Giada Rossi en el paso a dos del 'Lago de los cisnes'. 'Chapeau' a él por ser un excelente partenaire con dos acompañantes en una sola velada. Es de estricto rigor mencionar la expresividad de Giada Rossi en el cisne blanco, cuyas manos parecían ser los artífices del sonido del arpa, y la elevación, precisión y elegancia de Thomas Giugovaz en el paso a dos de 'Diana y Acteón'.
ASÍ FUE
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La compañía: Compañía Nacional de Danza.
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Dirección: Muriel Romero.
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Obras: '12 siglos con corazón. Gala 1.200 MURCIA'.
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Cuándo y dónde: 19 de enero, Teatro Romea.
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Nota: Muy bien.
Para cerrar, Muriel Romero estrenó su primera pieza escénica con la CND, 'Cuerpos resonantes'. Un total de 36 bailarines, sin más vestuario que su piel y mallas color carne, se aglomeraron en filas de perfil. En canon, el lateral del pie empieza a lamer el suelo, y en filas van formando ondas que viajan en masa entre los cuerpos en canon, en reverberación... En resonancia. Es en ocasiones un fresco caótico, como un tríptico del Bosco en el que se suceden muchas secuencias simultáneas cuyos detalles se difuminan en la vista general, pero que al buen observador sorprenden. Es en otras un museo en la quietud de la noche, donde las esculturas se funden poco a poco en un movimiento reconocible, en sintonía con la línea y la propuesta escénica habitual de las compañías europeas de este siglo.
El espacio sonoro de Pablo Palacios, si bien no es plato de buen gusto para todos, es una carta blanca para que el verdadero instrumento rítmico de la escena sea el cuerpo. Es una pieza coral con el claro protagonismo del recién llegado Gaizka Morales, quien marca el ritmo inicial al frente de la multitud, y quien despide el ramo de flores que desde el principio de la pieza acechaba desde el fondo.
Un ramo con el que Romero obsequia al Teatro Romea y a su público, y un gesto igualmente retribuido con el título de Dama de Murcia, otorgado por el alcalde José Ballesta al finalizar la gala. Para los que se aproximaron al evento por curiosidad, protocolo o gratuidad –cuántos no salieron expresando «qué regalo nos ha hecho el alcalde»–, espero que el gusanillo de la butaca le acompañe el resto del año; para los que seguimos de cerca la estela de la CND y la de Muriel Romero, esperamos que la velada del Teatro Romea sea una píldora del porvenir de esta nueva dirección: una compañía en la que tenga cabida la exploración de la creatividad de sus intérpretes, al tiempo que se preservan –bailando– las producciones clásicas y contemporáneas de gran escala.
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