Noelia Illán: «Sigo esperando que alguna cabeza hueca me escuche y deje de ser hueca»
Discípula predilecta del cartagenero José María Álvarez, publica nuevo poemario, 'Torno subito', con prólogo de Luis Alberto de Cuenca
Su Penélope es fumadora y «está hasta la coronilla de los que le acosan, y al mismo tiempo de tener que esperar «a un tío ... que vete tú a saber cómo vuelve veinte años más tarde». Ulises, Ulises es ese tío. Una y otro son dos de los personajes que aparecen en 'Torno subito', el nuevo poemario de Noelia Illán (Cartagena, 1983), discípula predilecta del también cartagenero, y universal, José María Álvarez. En 'El viaje', la poeta y filóloga clásica, la misma que cocina arroz con nécoras y gambas como si se tratase de un ritual sagrado, escribe: «El tiempo apremia: / navegaré los sitios antiguos / y al bárbaro me enfrentaré. / Los animales buscamos el oro / y sabemos a qué puerto llegar. / Afrontar la eternidad que un día / los dioses me concedieron. / Puedes verlo claro: / afilados están los cuchillos que cortan, / el hilo de Ariadna tenso para el regreso. / No temo ya los Lestrigones. / Siempre hay la posibilidad / de una isla».
'Torno subito', editado por Balduque en su colección Sudeste, es un homenaje muy especial a Homero con el que que, desde la admiración y un profundo conocimiento de su obra, intenta Noelia Illán de paso tocarle un poco las narices. La autora es de todo menos insípida: provocación y beso(s).
Luis Alberto de Cuenca, en el prólogo para este poemario, que ha titulado 'La Odisea de Noe', y en el que asegura que «si la cartagenera Noelia Illán no existiera, cosa que afortunadamente no ocurre, habría que inventarla» porque es «un auténtico encanto de criatura», explica que «la mayor parte de los estupendos poemas de 'Torno subito' versan sobre Ulises, aquel que se hizo llamar Nadie para burlar a los Cíclopes, el que rechazó la inmortalidad que le ofreciera Calipso en la isla de Ogigia, el aventurero que fue dejando tras de sí una larga estela de mujeres enamoradas porque en su corazón solo había lugar para su legítima, la tejedora y destejedora por excelencia, la prudente, listísima y varonil Penélope, objetivo principal de toda esa repugnante caterva de nauseabundos pretendientes que la cortejan sin cesar (y sin el más mínimo éxito, por cierto)».
También cierto: la poeta cartagenera «vuelve a contarnos a su manera la Odisea en un preludio, tres episodios y un epílogo bajo cuyos marbetes se cobijan poemas casi siempre breves, pero de enorme tensión lírica».
La entrevista se realiza justo antes de la hora de comer:
–¿Qué ha preparado?
–Comeremos el arroz que hice ayer, ya se sabe que a los cartageneros nos gusta más el arroz de un día para otro.
–¿Con qué?
–Pues, hombre, ahí se nota mi poderío [ríe]: con unas nécoras y unas buenas gambas; marisquito rico, rico.
«Yo le pido a un libro, a una canción o a un cigarro que me den placer. Soy cada vez más hedonista»
–¿Ha quedado satisfecha, del poemario, no del arroz?
–¡De ambos! [Ríe] A una amiga que me dijo ayer que lo había leído y le había gustado mucho, le comenté que creo que con este poemario he llegado a mi tope, en el sentido de que pienso que ya no puedo escribir mejor. Estoy muy contenta y me siento superorgullosa, es fruto de muchísima dedicación y podría ir a cualquier sitio sin el menor pudor a defenderlo.
–¿Qué pretendía?
–Al mismo tiempo que hacerle un homenaje a Homero, porque Homero vive en mí como viven mi sangre y mi bilis, abordar la reinvención de los mitos, contar otra versión posible, lo que llaman 'behind the scenes', detrás de las cámaras. No todo está escrito, no todo está dicho. Por eso, por ejemplo, en el poemario no está tan claro que Ulises regrese a casa, se deja la puerta abierta a que no, está la posibilidad de que no le apetezca volver a Ítaca. Piénselo: un tío que en el camino se lo ha pasado tan bien, veinte años por ahí, arriba y abajo, con los amigotes...; ha visto morir a gente, es verdad, pero ¿no vemos todos morir a gente?
–¿Y Penélope?
–Pues estaría ahí esperando un poco ya hasta el moño, ¿no? Mi Penélope es fumadora y está hasta la coronilla de los que le acosan, y al mismo tiempo de decirse 'tengo que esperar a un tío que vete tú a saber cómo vuelve veinte años más tarde'...
–¿Y el amor?
–El amor romántico está sobrevalorado. Hay otras cosas más importantes: la amistad, el amor a los libros, los viajes. A mí me gusta vivir en pareja, ¡eh!, pero anda que iba yo a esperar tanto tiempo a ver si volvía, o no, o ya veremos, el amor de mi vida.
«En mi poemario está la posibilidad de que a Ulises no le apetezca regresar a casa, volver a Ítaca»
–¿Qué aventuras propone a los lectores?
–La aventura de alimentar la curiosidad no es ninguna tontería, la aventura de descubrir nuevos personajes y lugares, y, ojalá, la aventura, para todos aquellos que no lo conozcan, de acercarse a Homero. Que mi poesía pudiera conducir a Homero a algún lector, llevarle hasta él, eso sería la caña. Pero, en general, lo que yo pretendo es que el lector disfrute, eso es lo que yo le pido a un libro, a una canción o a un cigarro, que me den placer. Soy cada vez más hedonista.
–¿Cómo vive usted?
–Cada vez más aislada; como Ulises, intento tocar tierra solo lo justo y necesario. En la medida de lo posible no me prodigo, me dedico a estar cada vez más en casa, leyendo y conformando un fuste que me sostenga y me permita poder moverme en un mundo tan complicado.
Reciclar
–¿Se cruza de brazos?
–No, no, yo lucho, pero a mi manera, sin ir a manifestaciones ni pegar puñetazos en las mesas. El propio hecho de escribir poesía ya es una forma de resistencia, un acto rebelde. No se trata de aparecer en no sé qué sitios, ni de salir con no sé quién en las fotos, se trata de cómo te posicionas con todo lo que haces en tu día a día. Yo sigo peleando a diario en mis clases [de instituto], ni me rindo, ni me acomodo. Sigo remando y remando, esperando que alguna cabeza hueca me escuche y deje de ser hueca. Y continúo peleando por ser buena persona, pero yo el mundo no lo puedo cambiar; yo reciclo y reciclo todo lo que haya que reciclar, pero sé que el destino del mundo no está en mis manos.
–¿Vegana?
–No insulte, vegana bajo ningún concepto. Soy carnívora, no me privo de nada, muy mediterránea. Y si dejo de comer algo, será por salud, porque también es cierto que pasan los años, las articulaciones empiezan a doler y hay que cuidarse un poquito. Ya he empezado a tomar colágeno para las articulaciones, ¡me cago en su puta madre!, hay que ver cómo pasa el tiempo.
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