Luz Gabás: «Que no me llame Feijóo, mejor que no me llame. No volvería a la política»
La escritora, que fue alcaldesa de Benasque cuatro años, recibirá por 'Lejos de Luisiana' un millón de euros
Para la entrevista, Luz Gabás (Monzón, 1968) se coloca las gafas (no las de sol). El reloj marca la una y media de la madrugada. ... Viste de negro, botines sin tacón y una melena que podría cubrir un arrecife. Lleva consigo como un tesoro –¡que lo es: un millón de euros ingresará próximamente!– el trofeo físico destinado al ganador del LXXI Premio Planeta de Novela, que ella ha logrado con 'Lejos de Luisiana'. En cuanto acabemos la entrevista, partirá hacia el baño, que no es tan fácil de encontrar en el imponente edificio del Museo Nacional de Arte de Cataluña, donde se ha celebrado la cena de gala de entrega del galardón. Sí, le da un cierto aire a Mary Beard, la historiadora, experta en Roma, galardonada en 2016 con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Pero ella, si bien escribe novela histórica, lo que estudió es Filología Inglesa. Suyas son también novelas anteriores como 'Palmeras en la nieve', todo un éxito de ventas llevado al cine en 2015 por González Molina.
Ya saben: su novela ganadora nos traslada «a finales del siglo XVIII, cuando la colonia francesa de Luisiana pasa a manos españolas, donde diferentes etnias y culturas conviven en un difícil equilibro. Una época convulsa que sirve de escenario a una gran historia de amor entre un indio –Ishcate, «de la tribu de los Kaskaskia»–, y una súbdita francesa –«Suzette Girard, de la familia de los Girard de Nueva Orleans»–. 'Lejos de Luisiana' es una novela de «transición entre la Ilustración y el Romanticismo» en la que se palpa «la tensión entre razón y pasión». «No solo en el terreno amoroso, sino también en el político», indica la autora.
«De pequeña, yo quería ser granjera. Era un cruce entre 'Mujercitas' y las hermanas Brontë»
–Dedicó buena parte del tiempo transcurrido entonces a escribir esta novela, ¿a usted la pandemia le ha cambiado?
–La pandemia me ha cambiado, sin duda. Nos afectó y nos produjo miedo, que era algo que no habíamos sentido como sociedad. Primero la pandemia, y ahora la guerra; producen miedo, y esta angustia que conlleva el miedo ha provocado siempre inestabilidad a lo largo de la Historia. Mi generación no la hemos conocido, hemos vivido plácidamente y, de repente: '¡Ah, es que hay una pandemia!', '¡ah, es que hay una guerra!'. Lo que habíamos leído en las novelas sobre la peste, ahora cobraba forma. La pandemia me ha hecho relativizar algunas cosas y plantearme qué es lo importante. En ese sentido, he cambiado, ahora vivo de una manera un poco más sencilla y más calmada.
–¿Lo más importante?
–Para mí, lo primero es la familia, sin duda.
–¿Vive con miedo?
–Siempre he sido miedosa. Soy una persona miedosa, pero supero el miedo con fuerza de voluntad; esa es la realidad, y me da igual que hablemos de montar en avión que de enfrentarme a una enfermedad.
«No soy rencorosa, no soy celosa, no soy envidiosa, ¡es que no lo soy! Son emociones que no conozco»
Luz Gabás, que fue alcaldesa de Benasque, por el PP, durante cuatro años, asegura no tener «ninguna añoranza de la política, que es muy cansada». Y añade: «Yo admiro a los alcaldes de pueblo, lo digo en serio; es que están todo el día manejando presupuestos y solucionando problemas. Es un orgullo ser alcalde de tu pueblo, pero de verdad que se pasa mal y que es mucho esfuerzo y, al final, a veces dices: '¿Para qué tanto esfuerzo?'. Por eso, yo diferencio lo que es la política local de la alta política, que no tienen nada que ver».
–Y ahora dice entender mejor a Shakespeare.
–Sí. Yo estudié Filología Inglesa, y de joven leía sus obras de teatro y, bueno, no entiendes muy bien el significado de ciertas palabras. No entiendes igual, por ejemplo, el significado de la palabra muerte a los quince años que a los cuarenta. En cuanto a la palabra traición, entré en la política y vi un mundo nuevo que yo ignoraba. Creo que mi carácter no estaba hecho para la política porque no soy rencorosa, no soy celosa, no soy envidiosa, ¡es que no lo soy! Son emociones que no conozco, y cuando escribo de ellas me tengo que esforzar en ser mala. Tenía una visión naif de la política.
–Italia será gobernada por Giorgia Meloni, ¿esto le preocupa?
–Me he desvinculado mucho de la política, y sobre todo de la política en televisión porque creo que se han traspasado niveles de agresividad y eso no puede ser. En segundo lugar, la democracia, tal como la entendemos, es la que es. O respetamos todos las reglas del juego o nos vamos al carajo, porque entonces empezaremos a cuestionar qué es la democracia. Tanto en un sentido como en el otro, yo siempre voy a decir que no quiero saber nada de los extremos. Ojalá no ganaran los extremos; siempre he sido una persona centrada y moderada, algo que ahora se considera equidistancia y se critica, ¡qué le vamos a hacer! Mi aportación consiste en intentar reducir la agresividad reinante. No quiero saber nada en este sentido, y cuando veo venir a alguien en esa línea, mejor le digo: '¡Venga, vamos a tomarnos unas cañas!'.
Mundo rural
–«Cosmopolita de pueblo», así la define Miguel Lorenci.
–Me encanta. Soy una mujer muy vinculada al mundo rural y a la naturaleza desde siempre; es más, cuando era pequeña no quería ser azafata, ni nada de eso, yo quería ser granjera. Siempre me han gustado mucho la naturaleza y el campo. Desde que leía de pequeña en la biblioteca de mi pueblo, yo era un cruce entre 'Mujercitas' y las hermanas Brontë; ese era como mi universo: libros, campo, nieve, animales, un piano...; muy romántico todo, idealizado, aunque luego la vida me ha hecho de otra manera. Ese es mi imaginario en los orígenes.
«Tenemos que ser capaces de recuperar el respeto por la discrepancia, que es algo que en mi generación sí estaba y que se ha perdido»
–Amor sin pasión.
–Es que creo que eso del amor y la pasión todo el tiempo es también una construcción cultural. ¿Qué pasa, que tenemos que estar siempre con una pareja como en las películas? Qué cansado, yo a mi edad he evolucionado y he cambiado y no digo cosas, también como en las películas, del tipo 'y como se le olvide nuestro aniversario, me divorcio'. Pues no, uno ya sabe con quién vive, y hay muchas formas de relacionarse y es preciso madurar y evolucionar.
–¿Conformarse?
–Lo de conformarse tiene connotaciones negativas. Conformarse no, madurar y evolucionar juntos y buscar otros caminos.
–¿Los españoles hemos sido mejores colonizadores que los ingleses?
–A ver, lo que yo creo es que los ingleses se han vendido mejor, sobre todo en el mundo del cine y de la literatura. Creo que sabemos más sobre los Tudor que sobre nuestros reyes.
–Y además de no saber vendernos, como dice, ¿qué más nos caracteriza para bien y para mal?
–Los españoles somos muy cainitas... Para bien, o por lo menos eso es lo que yo percibo a mi alrededor, la gente relativiza, 'no es para tanto, saldremos de esta'. Esa creencia en la capacidad de salir adelante, aunque sea mentira, es algo muy español. Para mal, hoy, la crispación; no sé cómo hemos llegado a esta situación, es algo que me preocupa muchísimo. La crispación, la forma de hablarnos... esto no puede ser. Las redes sociales me preocupan también; no su existencia, porque son muy útiles y eso me encanta, pero sí el vocabulario que se emplea en ellas. Tenemos que ser capaces de recuperar el respeto por la discrepancia, que es algo que en mi generación sí estaba y que ahora se ha perdido. Es nuestra responsabilidad frenar esto y recuperar el respeto.
–¡Nada menos que un millón de euros! ¿Vida nueva?
–No crea que me va a cambiar mucho la vida. Los escritores nos movemos por proyectos. Lo que voy a tener ahora es más tiempo para poder escribir y sacar otra novela. Pero hay que pagar la hipoteca, y están los hijos y también Hacienda, porque Hacienda somos todos y se va a llevar un buen mordisco del que vamos a disfrutar todos.
–¿Lo llevará bien, el mordisco?
–Es tan evidente que necesitamos servicios comunes, pero otra cosa es, y eso es algo que no soporto, que se malgaste el dinero público. Usted no malgaste, y yo le pago lo que quiera, pero todos vemos dispendios. Francamente, cuando dicen que es que hay que pagar la Educación, la Sanidad, la Justicia, digo: 'Claro que sí, pero también se puede controlar mejor el gasto público'. Eso es algo que me queda de mi época de alcaldesa, yo llevaba las cuentas cristalinas.
–¿Ahora no es militante de níngun partido?
–Soy libre, no milito en ninguno. Ya no volvería a la política.
–¿Y si la llamase Núñez Feijóo?
–No, que no me llame, mejor que no me llame.
–¡Ahora que va a ser usted todavía mucho más popular...!
–Este premio es a la escritora, y sería triste echar por la borda este prestigio para meterme donde no debo.
Cristina Campos: «Creo que eso de que los hijos unen no es cierto»
«En mi novela, la infidelidad femenina se trata en contraposición con la masculina, con la capacidad de los hombres de tener una doble vida», dice Cristina Campos (Barcelona, 1975) a propósito de 'Historias de mujeres casadas', la novela con la que ha resultado finalista –200.000 euros– del Planeta 2022. Una obra que tiene tres protagonistas, «mujeres blancas, europeas y privilegiadas». «Tengo cuatro amigas que han sido infieles a sus maridos y han sido incapaces de llevar una doble vida, y sin embargo tengo varios amigos que sí han sido capaces de ser infieles a sus mujeres y de llevar las dos historias a la vez», cuenta la autora, madre de tres hijos. «A veces los hombres no os dais cuenta de lo generosas que somos con el amor y de cómo nos entregamos al hombre que amamos», advierte. Por otro lado, indica, «yo creo que eso de que los hijos unen no es cierto».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión