Manuel Moyano: «La literatura infantil de hoy está demasiado cargada de enseñanzas»
El escritor repite en el género con 'La colina del árbol hueco', libro que ilustra Francisco Javier García Hernández
En la memoria de Manuel Moyano (Córdoba, 1963) reposan bien arropados los buenos ratos que pasó de niño devorando las aventuras de 'La familia ... Mumin', la saga de libros infantiles protagonizada por unos entrañables trols, popularizados por la escritora sueca Tove Jansson; o las andanzas de 'Jim Botón y Lucas el Maquinista', novela del reconocido autor alemán Michael Ende publicada en 1960. Son las lecturas de su infancia, los libros, confiesa hoy, algunas décadas después, el escritor afincado en Molina de Segura, a los que le gustaba asomarse con la única pretensión de disfrutar leyendo. La misma que busca provocar en sus textos. Y por extensión en 'La colina del árbol hueco', su última publicación. Un libro dedicado a público infantil y juvenil que salió al mercado el pasado noviembre de la mano de la editorial murciana Alfaqueque y que ilustra el dibujante murciano Francisco Javier García Hernández.
Es la segunda incursión de Moyano en este género tras 'Aventuras del piloto Rufus', obra editada en 2017 por el también sello murciano Raspabook e ilustrada igualmente por García Hernández: «Volver a contar con él era casi uno de los motivos de editar este libro», confiesa Moyano, encantado con el trabajo del ilustrador: «Tenía ganas de ver cómo plasmaba en imágenes el texto que yo había escrito. Tanto Javier como yo tenemos una cierta comunión espiritual, no en todo, pero sí en algunos aspectos, y sus dibujos expresan a la perfección el texto, incluso lo realzan y lo elevan», elogia el trabajo de García Hernández, doctor en Filología Inglesa y diplomado en Magisterio con una novela publicada, 'La noche de los niños eternos' (Raspabook, 2015), además de otros trabajos de ilustración editorial.
Sus dibujos para 'La colina del árbol hueco' acompañan una historia que Moyano tenía guardada largo tiempo, y que, de alguna manera, la publicación de su anterior libro infantil le empujó a rescatar: «Me quedé muy satisfecho con las 'Aventuras del piloto Rufus' y tenía ganas de volver a escribir historias para niños. Esta era un texto que ya tenía escrito y que ahora he restaurado. Hay cosas que uno escribe que, por alguna razón, no terminan de ser redondas. Entonces, las dejas reposar un tiempo, y cuando vuelves a ellas encuentras la forma de arreglarlas. Es un poco lo que me pasó aquí», afirma el escritor de relatos, novelas de ficción y viajes, entre otros géneros literarios (tiene pendiente de publicación 'La montaña en invierno', obra galardonada el pasado septiembre con el premio XVI Premio Eurostars Hotels de narrativa de viajes en la que guía al lector desde Jaén hasta Portugal).
«Los dibujos expresan a la perfección el texto, incluso lo realzan y lo elevan», afirma el escritor, que publica esta obra con la editorial Alfaqueque
Fantasía
Protagonizada por un pequeño grupo de amigos, 'La colina del árbol hueco' toma como punto de partida, describe Moyano, un viejo roble situado a las afueras de la ciudad en el que estos se reúnen para jugar, aprovechando la singularidad de su tronco, en el que se abre una amplia oquedad. Un día, durante una tormenta, un rayo impacta sobre el árbol en el que se refugiaba uno de los niños, produciendo «un efecto sorprendente». «Es una historia de la que no se puede contar demasiado sin hacer 'spoiler'», dice Moyano, quien ya ha podido comprobar, por quienes la han leído, que su obra es un relato «ameno» e «intrigante» que invita, asegura, a seguir leyendo.
«Es –agrega– una aventura que me divirtió escribir. No recuerdo con exactitud el momento de concebir la idea pero sí que quería hacer algo donde hubiera fantasía». «En mis novelas», explica el autor de 'El imperio de Yegorov' (finalista del Premio Herralde en 2014), 'Dietario mágico' y 'Cuadernos de tierra', entre otros títulos, «suelo utilizar la fantasía de una forma comedida; en un entorno realista introduzco lo fantástico, pero de forma que pueda parecer verosímil», detalla el escritor, para quien, en sus trabajos, «no hay distinción entre la literatura infantil y para adultos»: «Tanto este como las 'Aventuras de Rufus' son dos libros que podría leer un adulto sin que ninguno le chirríe demasiado, y además, divertirse con su lectura».
Viaje al pasado
Para Moyano, la escritura es un modo de viajar a la infancia, ya sea escribiendo para niños como para otro tipo de público: «Es como negarte a estar en el mundo real al cien por cien y tener siempre un pie fuera, como una especie de resistencia a crecer del todo», afirma.
Lo que tiene claro es que en sus historias busca el placer de leer, la aventura. En la actualidad, dice, «la literatura infantil está demasiado cargada de enseñanzas morales y sociales y se pierde un poco el espíritu aventurero y el elemento fantástico que es lo que a mí me gustaba cuando era niño». Persigue lo mismo. Lo que entonces halló en 'La familia Mumin' y en 'Jim Botón y Lucas el Maquinista'.
Asegura Moyano que no guarda más historias en reposo susceptibles de ver la luz, pero sí muchos apuntes e ideas que en el futuro le gustaría transformar en un libro infantil/juvenil de mayor desarrollo. No descarta que un día se ponga frente al ordenador a materializarlo, pero tampoco, advierte, promete nada.
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