Feliz Día del Libro

El pesimista cultural se lamenta de que ya no se escriben libros como los de antes, no se pintan cuadros como los de antes, no se hacen películas como las de antes. Es lógico: ahora no es antes. Lo realmente llamativo es que, escribiéndose más libros que nunca, pintándose más cuadros que nunca y haciéndose más películas que nunca, la proporción de bazofia haya crecido hasta acercarse a la totalidad. Claro que hay más bazofia: porque hay más de todo, también más genialidades. ¿Qué extraordinarias circunstancias consiguieron que en siglos pasados se creara poco y todo bueno y en el presente mucho y casi todo malo?

El pesimista cultural se muestra desolado ante el poco interés que suscita la cultura actualmente. No permitirá que un dato le arruine el lamento. A las puertas del Día del Libro es buena fecha para atender a la Federación de Editores Europeos, que informa de que la facturación por venta de libros se encuentra casi en niveles previos a la crisis de 2007. Por no hablar del secreto a voces de que la cifra de publicaciones anuales resulta delirante. El Museo del Prado batió su récord de visitantes el año pasado. La Royal Philharmonic Orchestra detecta un aumento de popularidad en la música clásica, especialmente entre los menores de treinta y cinco años.

Un rasgo definitorio del pesimista cultural, como de todo pelma, es la idolatría del pasado y el recelo de lo nuevo. Porque Paquita la del Barrio era un genio escupiendo rencor contra un ex, pero ay si lo hace Shakira. Y también el esencialismo de rigidez egipcia, porque el cenizo sabe para lo que sirve cada arte y cada institución cultural: ¡Santiago Segura en una biblioteca!

Pasen un feliz Día del Libro, que no hay razones para la melancolía. No, al menos, para la intelectual.