Jerónimo Tristante: «Tenemos que llevar a la gente a la moderación, somos un país de la UE»
El columnista de LA VERDAD publica su nueva novela, '36', en la que recupera al teniente republicano Juan Antonio Tornell
Medio en broma, medio en serio, dice Jerónimo Tristante (Murcia, 1969), con nueva novela, '36' (Algaida), en las librerías: «No vamos a vender dos millones ... más, dos millones menos». ¡Capaz es! «Yo me conformo con mis clases [es profesor de Biología en un instituto], y con seguir publicando, y tal, y pasarlo bien. Al principio, cuando empiezas a escribir, cada novela que sacas piensas que con esta ya te jubilas, que te vas a vivir a una isla paradisiaca... y luego eres ya como más realista. No es que no lo disfrutes, pero sacas tus novelas, funcionan bien, tienes lectores... aunque ya no te haces pajas mentales. Pasa como todo en la vida, cuando eres más joven eres más tonto, te enamoras de una manera idiota...».
Nos encontramos en la terraza del Museo Arqueológico de Murcia, y la espiga del café con leche se desfigurará de un momento a otro. A punto de cumplir 53 años (el 20 de mayo), Tristante, un murciano de San Antolín, dice ver las cosas de otra manera. Pero, en esencia, es el mismo. Disciplinado, clarividente, pegado a la realidad, incluso empedernido, y con una habilidad especial para meter el dedo en la llaga. El próximo martes, a las 20 horas, en la Fundación Mediterráneo de Murcia [en un debate con Rosa Peñalver (PSOE) y Marcos Ortuño (PP)], dentro de las II Jornadas Día Mundial del Libro de Murcia [enlace emisión en directo: www.youtube.com/FundacionMediterraneoTV], presenta su última novela, un thriller con tintes de novela histórica en torno a la figura de un teniente republicano, Juan Antonio Tornell, protagonista de 'El valle de las sombras', una suerte de secuela de '36'.
-¿Cuándo empezó a escribir?
-Desde siempre. La gente que escribe tiene ese perfil ya de hacer redacciones que el profesor lee en voz alta. En mi caso, en los dos últimos años de carrera murieron mis padres, y yo soy biólogo, y me vi en una situación muy chunga, de repente me encontré en una situación económica mala.
-¿Cómo salió de esa?
-Me fui a la visita médica. Cuando estudiaba no tenía tiempo de escribir, porque en las carreras de ciencias por las mañanas tienes clase y por las tardes haces prácticas, y cuando empecé a trabajar tampoco tenía tiempo porque estaba fajándome en esa historia. Así que escribía artículos de opinión, que no leía nadie, porque tenía mi opinión sobre las cosas. El caso es que mi primera novela la escribí cuando aprobé la oposición y me fui a la enseñanza. Es más, un verano en La Manga escribí una cosa, 'Otoño', que no he publicado, ambientada en un instituto, el Alfonso X, y me lo pasé bien. Se lo di a conocer a personas de mi entorno que no son del mundo editorial, como hago ahora, y estos me dijeron que estaba muy bien lo que había escrito, que no tenía nada que envidiar a Matilde Asensi y me animaron a publicarlo en una editorial.
«Era atractivo vivir al límite, estar por la mañana pegando tiros y por la noche en Perico Chicote con unas milicianas»
MADRID EN 1936
-¿Y qué hizo?
-La envié directamente a Planeta (ríe), y tras una serie de rechazos conseguí que me representara una agencia, y hasta hoy. Esa primera novela la escribí en 2001, yo tenía 30 años, y la tengo guardada por ahora en un cajón.
-Entre 'Otoño' y '36' hay una docena de títulos publicados. ¿Sigue intacto el apasionamiento?
-Yo creo que sí. Escribir novelas es una conjunción de dos cosas: un buen dominio del idioma castellano y un buen estilo literario, pero también tienes que tener ideas, ser una persona imaginativa. Estas dos cosas hay autores en los que no se dan. Hay autores que escriben muy bien, pero no tienen nada que contar. Y al revés. Entonces, lo normal es que si tú tienes el veneno de ser cuentacuentos desde pequeño se te ocurran historias, las vayas contando como mejor puedes, y lo normal es que vayas mejorando con el tiempo. Escribir es un oficio. Y además de cierta predisposición innata, se mejora escribiendo y, sobre todo, leyendo. Cuanto más lees, mejor escribes. Delibes decía que tienes que escribir una historia como si se la contaras a un amigo, pero a veces es terrorífico ponerse estupendo si dejas a un lado la voz.
-¿Qué le distingue de otros?
-Yo he intentado tener un estilo directo, escribir de una manera cinematográfica. Intento buscar a la gente sencilla, que la novela aguante la lectura de un crítico, pero también de todo tipo de lectores, porque hoy la gente lee poco. Si viviéramos en Suecia, quizás yo haría otro tipo de literatura. Pero yo no quiero hacer eso, yo quiero contar historias de otra forma.
-Sus tramas literarias ya han empezado a adaptarse a la ficción televisiva, como es el caso de los libros sobre el detective Víctor Ros, pero su estilo es también carne de teatro. ¿Ha pensado alguna vez adentrarse en los derroteros del mundo escénico?
-Lo he pensado muchas veces, pero nunca me he arrancado. Me da pereza por ahora. Quizás sea una buena idea esto que me planteas. Yo me he resistido mucho a hacer novela juvenil, y pienso que yo podría hacerlo bien porque estoy en contacto a diario con jóvenes, pero me daba pereza irme a mi casa a pensar como ellos. Y este verano pasado escribí una novela juvenil, que se titula 'La carta', y me lo pasé genial. El esfuerzo que tienes que hacer no es el mismo que en el caso de '36', que es una novela que mete mucha presión, porque tienes que documentarte muy bien, mirar hasta el último dato, evitar anacronismos y estar pendiente del qué dirán los de un lado y los de otro... porque aquí siempre se analiza si eres rojo o si eres facha... a veces es muy agotador.
-¿Cuándo publicará 'La carta'?
-La vamos a publicar con Edelvives, y saldrá sobre enero de 2023. Me he dado cuenta de que probar otras cosas no está mal y además lo disfruto. Le voy a dar una vuelta a eso que me dices del teatro... porque yo creo que no dialogo mal. Pero tengo que dar con la historia, dar con el chispazo que me haga escribirla. Si lo consigo, ¡lo llevarás tú en la conciencia!
«No se puede ser equidistante en el momento en que los nacionales dan un golpe de estado»
guerra civil española
En todos los avisperos
-Como columnista de LA VERDAD no tiene reparos en colocarse en el meollo de todos los avisperos. Estamos en un momento de extremos en la política y, sin embargo, aparece en librerías esta obra, '36', que nos devuelve a los comienzos de uno de los episodios más terribles de la historia contemporánea.
-La verdad es que siempre he tenido un punto un poco inconsciente de escribir sobre cosas que nadie se atreve a escribir. Yo soy republicano y hay temas que se han sobreseído, como el terror rojo, el asunto de Paracuellos, no queda bien hablar de ello, y yo entro a contarlo. También escribí una novela sobre la División Azul, que se llama 'El rojo en el azul', en la que también me arriesgaba a que pensaran que era un fascista, porque contaba las vivencias de unos tíos que estaban grillados y que eran del movimiento nacional y se fueron a luchar con el ejército rojo, y coloqué a un comunista en la narración para poder ver lo que ocurría a través de los ojos de un rojo y centrar un poco la narración, y no parecer que hacía apología del fascismo. También me metí en la descripción de cómo se construyó el Valle de los Caídos en 'El valle de las sombras', y '36' no deja de ser una precuela porque el personaje protagonista sale ahí también. Yo me meto a escribir sobre temas muy polémicos, pero sobre la guerra civil pienso que no se puede ser equidistante en el momento en que los nacionales dan un golpe de estado. No se puede ser equidistante, pero sí justo, y pensar en las cosas malas que hicieron unos y otros. Pero ese punto inconsciente responde a que son historias que me apetece contar y lo llevo a cabo, y es a posteriori cuando pienso. Intento ser justo y no aleccionar a la gente con este tipo de novelas, utilizo mucho las voces de los personajes, y eso está encima de la mesa y el lector saca sus propias conclusiones.
-¿Incluso para el novelista hoy es arriesgado volver a hablar de la guerra civil española en un país con tanta polarización? Parece que las nuevas fuerzas políticas quieren volver a situarnos en escenarios trasnochados.
-Hombre, es un poquico arriesgado. Pero una persona que escribe, que tiene la suerte de que lo que escribe se lo publican y que tiene la suerte de tener una columna en un periódico tan leído como LA VERDAD, pues claro que tú tienes cierta responsabilidad sobre lo que está pasando y sobre todo evitar que pasen cosas. Yo no creo que la historia sea circular. Ahora estoy leyendo 'Últimos días en Berlín', de Paloma Sánchez-Garnica, y ella recrea cómo los nazis van llegando poco a poco, y es espeluznante no ver ciertas similitudes con lo que sucede a nivel del populismo de extrema derecha a nivel mundial. Estas cosas, si ya sabemos cómo son, debemos saber cómo gestionarlas. Y, ojo, lo mismo sucede con los totalitarismos de izquierdas, que tuvieron mucha presencia en el 36 y hay formaciones políticas y gente que hoy en día se define como 'comunista'. Ese tipo de cosas genera dos extremos que se retroalimentan, que son muy peligrosos, y que tensionan la sociedad, la bipolarizan y los que podemos hacer algo tenemos que llevar a la gente a la moderación política, porque somos un país de la Unión Europea.
«Soy republicano y hay temas que se han sobreseído, como el terror rojo, el asunto de Paracuellos...»
Los hombres de carrillo
-¿Qué ha aprendido de la guerra civil española que no supiera ya por 'El valle de las sombras'?
-De la Guerra Civil he leído mucho, con 14 años es un tema que me enganchó por la trilogía, que es tetralogía luego, de Gironella. Es un tema que dicen que está agotado, pero vas leyendo y vas encontrando incidentes, y de mucha importante y llamativos. La gente que vivió el periodo que va del 36 al 45 tiene vidas de película, increíbles. Por ejemplo, respecto a '36', el punto de partida de esta novela me lo da conocer la historia del vuelo del Potez, que es el avión del doctor Henny, observador de la Cruz Roja Internacional, que iba a dar un discurso en la Sociedad de Naciones, que parece que no iba a ser muy positivo con lo que ocurría en la retaguardia de la República, y, curiosamente, dos cazas derribaron su avión. Y hoy hemos sabido que fueron dos pilotos rusos, es decir, que no fueron facciosos como decía la República. Este tipo de incidentes me encienden la chispa y me hacen recuperar al teniente Juan Antonio Tornell y saber qué había sido de su vida antes de acabar prisionero en la novela 'El valle de las sombras'.
-Nos descubre ese Madrid del 'no pasarán', donde la gente come lentejas con bicho y cada día puede ser el último, o acabar convertido «en un trozo de carne amorfo que se desparrama sobre el adoquinado». ¿Por qué esa fascinación con Madrid?
-Las primeras veces que yo fui a Madrid por motivos profesionales, como visitador médico, yo tenía un concepto malo de Madrid, de esos madrileños chulos que vienen a La Manga y tal... pero te sorprende que es una ciudad abierta, donde casi todo el mundo es de fuera de Madrid. En el siglo XIX, por eso me gustaba ese Madrid para ambientar las novelas de Víctor Ros, cambia de ser una capital de provincia del antiguo régimen a ser una ciudad moderna, con más industria e inmigración. En Madrid la inmigración se asimila cojonudamente, y en Cataluña no tanto. En Cataluña existían los pueblos de charnegos, y en Madrid existe la estratificación en altura. En el primer piso vive el comerciante que tiene la tienda del bajo, en el principal vive el propietario del edificio, y así hasta las cochiqueras del último piso. Eso hacía que todos vivieran en el mismo barrio, y eso le da a la ciudad un carácter más abierto. Esto me llevó a investigar otros periodos. El Madrid en guerra era terrorífico, pero era atractivo vivir al límite, estar por la mañana pegando tiros en Ciudad Universitaria y por la noche estar en Perico Chicote con unas milicianas rodeado de espías, fotógrafos y corresponsales internacionales. La guerra civil, en definitiva, es una precuela de la Segunda Guerra Mundial, y en la novela yo descubro que hay tácticas nuevas. Lo que sucede en Guernica, por ejemplo, de las primeras veces que se bombardea una población civil, suscita el interés del mundo, porque es precuela de lo que luego vino.
«La gente que vivió el periodo que va de 1936 a 1945 tiene vidas de película»
Historias increíbles
Ucrania
-Con la guerra de Putin, inevitablemente, volvemos la vista atrás. ¿Qué sentimientos le nacen?
-Lo que está ocurriendo no es solo una guerra porque Rusia ha invadido Ucrania. Es un conflicto que tiene repercusiones mundiales y que pone en peligro la continuidad de la Unión Europea. Teniendo en cuenta que aquí en España tenemos a partidos de extrema izquierda y de extrema derecha a los que Putin pone por igual, esto debería hacernos reflexionar, y tenemos a Le Pen en Francia que dice que si gana las elecciones da un giro y se alía con Putin. Putin nos recuerda a Hitler en muchos aspectos, y como Europa aprendió muy bien la lección con Hitler, a quien le dieron tres o cuatro oportunidades, con Putin parece que no se pasa una. Un autócrata así, loco como Hitler, no tiene límites.
En '36' Tristante halla un camino: una novela policiaca ambientada en la guerra civil española, un terreno en el que se siente cómodo. Porque es auténtico. Pedro de Paz dice que escribe novela histórica, y que siempre incluye un caso policiaco para mantener al lector enganchado. Aquí es la desaparición de un fotógrafo 'freelance' inglés, Kenneth Lee. Un viaje en el tiempo al Madrid del 36 con enigmas.
«Soy un espíritu libre, y sueño con otro tipo de sociedad»
-Como ciudadano, ¿cómo se ve?
-Me veo como lo que soy, un profesor de enseñanza secundaria, un ciudadano preocupado por la realidad social que me rodea, me preocupa la Región de Murcia, me preocupa el Mar Menor, me preocupa la educación pública, que ha estado los últimos veintitantos años dejados de la mano de Dios y ahora estamos recogiendo, con jóvenes que votan lo que votan. Soy una persona relativamente comprometida con mi entorno, no tengo adscripción política, he votado a todo tipo de partidos y no puedo pertenecer a ningún partido político porque me gusta pensar por mí mismo. Soy un espíritu libre, y la verdad es que sueño con otro tipo de sociedad. Una sociedad en la que estos extremistas no tengan cabida y los dos grandes partidos recuperen la cordura y vayan al centro izquierda o centro derecha, donde estamos la mayoría de votantes, y que la cosa funcione con normalidad como tiene que ser en un país de la UE. Esto no tiene que ser muy complicado.
-¿Cómo quiere vivir esta década ya metido de lleno en los 50?
-Soy profesor, tengo una vida muy estable y disfruto de las cosas sencillas, he viajado mucho por las novelas y me gusta estar en mi casa, viendo series y leyendo, y quiero seguir enseñando a mis alumnos, es un trabajo bonito, y si tengo que seguir publicando seguiré publicando. Quiero llevar una vida tranquila hasta jubilarme dentro de siete años, porque tengo un capazo de años cotizados, aunque no me hace nada de ilusión jubilarme.
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