Dómix Garrido: «La cuarentena no es una 'performance', es un 'flashmob'»

–¿Qué se va a encontrar el lector en su libro?

–Es una apertura emocional sin prejuicios, donde narro aquellos sucesos o 'hallazgos' que hicieron posible las creaciones a las que hago referencia. Sucesos personales, sociales o causales conforman la base de mis acciones y así lo reflejo. En la obra manifiesto mi opinión sobre cómo concibo la acción, desde mi experiencia. No es un libro académico, tan solo aporto mi visión de la 'performance'. Quizá pueda serle útil a alguien que quiere encontrar su canal de expresión, o ayudar a conocer un poco mejor una rama del arte que suele estar relegada de las bibliotecas.

–¿Es el arte un buen refugio en situaciones de crisis como la actual?

–Claro, de hecho, lo buscamos inconscientemente cuando escuchamos música, vemos una película o leemos un libro. Creo que el arte siempre es un refugio para uno mismo pero es, ante todo, un proyector de sensaciones para la sociedad. Lo más importante del arte, actualmente y gracias a los avances tecnológicos, es que tiene la cualidad de poder compartirse con facilidad.

–Leo que la acción ha de ser ética y estética, rebelde e insumisa. ¿También social y política?

–El artista tiene la obligación de evidenciar o denunciar aquello que considera y la acción es la rama del arte más directa para manifestarlo. En la acción no hay norma, pero sí hay varias tipologías, aunque todo depende de la reacción del público. En una acción nunca sabes cómo será el resultado, pues no se ensaya y, como depende del lugar, del público y del momento del artista, de los elementos que haya elegido y su simbología, lo que para unos puede tener un significado, para otros puede ser lo contrario. Esa es la característica más relevante de esta práctica: cada uno ve lo que quiere ver.

–Hay quien afirma que el planeta está enfadado con nosotros. ¿Es posible alguna acción global para ponerlo en paz?

–El planeta no está enfadado, somos nosotros los que estamos desalineados con el planeta, con su energía. Recibimos aquello que damos, es una ley del universo. Lo que está ocurriendo no es sino una proyección de nuestros pensamientos, de una conciencia colectiva enferma que ha perdido el norte y se deja guiar por falsos mitos. Errores que trasformamos en nuestro camino de vida. Si somos capaces de cambiar nuestro pensamiento, y por ello nuestras acciones derivadas del mismo, comenzaremos a ver 'otro planeta', quizá como el que ha sido siempre. Esta es la acción que propongo.

–La 'performance' tiene un carácter efímero por naturaleza. ¿No resulta esto contradictorio con su posible alcance y calado?

–Algo efímero no tiene que ser nimio o débil. Un rayo es efímero y fíjate lo que puede hacer. La acción es efímera porque desaparece en el momento de hacerla. Jamás se volverá a repetir, aunque quieras hacer lo mismo, pues dependerá de la energía del lugar, del material que utilices y de tu estado emocional. Cuando realizas una acción no sabes el alcance que tendrá, no depende de ti, pues 'ya no es tuya'.

–¿Un ejemplo?

–'Río de Oro'. La hice en Melilla en el año 2014, cuando comenzaba a agravarse la problemática con los refugiados sirios y los saltos en la valla. La acción me llevó a recorrer durante cuatro horas la rambla que une la playa de la ciudad con la frontera. Pues bien, ese vídeo se ha proyectado en diversas exposiciones que hacemos en el Proyecto '[1668]', alcanzando a ciudades como Bogotá y Nueva York.

–Oiga, y esto de la cuarentena, ¿no tiene un algo de 'performance' acaso inevitable?

–En absoluto. La 'performance' es libertad, es creación en estado puro. Yo diría que la cuarentena es un masivo 'flashmob', es decir todo lo contrario. Un 'flashmob' se realiza para los medios de comunicación, te dicen a qué hora tienes que empezar, qué hacer y lo más importante, la actitud que debes mostrar. Y así se ha demostrado, todos salimos a comprar, a correr o pasear en el momento que nos dicen. Lo dicho, la antítesis de la acción.

–Se dedica también a la terapia reconductiva con niños y preadolescentes. ¿Funciona, le resulta satisfactorio?

–Por supuesto que sí. A lo largo de mi experiencia profesional he podido recoger multitud de experiencias. Antes y tras cada 'performance', necesito un período de reflexión, momento idóneo para conocerse mejor a uno mismo y a los demás. Eso es lo que he aprovechado para trazar una línea que me ha permitido aplicarla en mis talleres y encuentros con artistas o estudiantes. De ese aprendizaje he visto que, aplicado a una terapia de la consciencia, da unos resultados extraordinarios en las personas, especialmente en los niños. No hay truco alguno, lo importante para solucionar un problema es 'darse cuenta', ser consciente, autoanalizarse, mirar alrededor y ver realmente dónde estás.