El juez murciano Salvador Calero debuta en la ficción con la novela 'La aldea de las casas de cartón'
La obra, publicada por Atarazana, cuenta la historia de un joven médico que lo deja todo para rehabilitar un viejo hospital en el corazón de Tanzania. Este jueves, a las 20 horas, en el Real Casino de Murcia, será presentada por Pedro Martín Molina
El juez murciano Salvador Calero García debuta en la ficción con 'La aldea de las casas de cartón' (Atarazana, 2019), una novela de 354 páginas que presenta este jueves, a las 20 horas, en el Real Casino de Murcia, acompañado de Pedro Martín Molina, director académico del Grupo Atarazana. Calero, que en cuestión de días dejará el Juzgado de lo Mercantil 2 de Alicante para ser magistrado de la Audiencia de Almería con competencia en materia mercantil, comenta a LA VERDAD que esta primera incursión en la literatura tiene su origen en el viaje de novios que le llevó a Kenia y Tanzania en 2010, en el que descubrió la verdadera miseria. El personaje protagonista es Néstor, un joven médico que toma la decisión de dejar atrás su mundo para rehabilitar un viejo hospital en el corazón de Tanzania y poner en marcha una institución de enseñanza y de promoción de estudios.
Allí permanecerá durante varias décadas impregnándose de la buena voluntad de la gente de África, «pero también descubrirá que la crudeza del continente no se reduce a la mera pobreza y a la ignorancia, y cuando la barbarie aparezca conocerá con ayuda de un fiel amigo los límites de la justicia, del perdón, de la amistad y de la entrega a los demás, y se habrá de cuestionar la legitimidad de su misma mansedumbre, hasta entonces una de las más visibles señas de su identidad». Aquel viaje les impactó a él y a su mujer, sobre todo, por las diferencias entre pobreza. «Entre esos dos países ya hay bastante contraste; si Kenia ya era un país bastante pobre, en Tanzania es terrible, es algo que realmente impresiona a cualquiera».
El hijo del abogado del Estado y expresidente del PP murciano Juan Ramón Calero estuvo en el candelero mediático inmediatamente después del boom de la construcción como instructor de algunos casos sonados de corrupción urbanística en Fuente Álamo y Torre Pacheco , entre ellos el que llevó a prisión al exalcalde de Torre Pacheco, Daniel García Madrid. Antes de esta primera obra publicada por Atarazana ya había escrito una novela inicial, aunque no llegó a publicarla, «un primer proyecto o aproximación a la novela, que no he trabajado después y que necesitaría pulirla muchísimo, pero descubrí el placer de escribir, la capacidad de la ficción de abstraerte de tus rutinas y de crearte tu mundo aparte, y de tener la posibilidad de dedicar tus pensamientos a eso, es realmente una afición muy agradable».
«Es una historia que, sin estar ligada a la actualidad española, tiene mucho que ver con los conflictos que surgen. En este caso, los protagonistas quedan impresionados y atrapados por uno de los genocidios más brutales de la historia de la humanidad»
Salvador calero garcía
Con la crianza de sus hijos empezó a ser consciente de lo preciado que es el tiempo libre, e intentó exprimirlo al máximo con una actividad que le resultara gratificante, y ahí es donde la escritura pasó a ser una fiel compañera. «Al final, unas horas al día y en los fines de semana la idea fue desarrollándose y poco a poco fui metiéndome en la historia, tardé varios años en darle forma, y la fui puliendo en vacaciones». «Es una historia que, sin estar ligada a la actualidad española, tiene mucho que ver con los conflictos que surgen, y en la novela la trama tiene lugar en Tanzania, pero muy cerca de la frontera con Ruanda, cuando empiezan a llegar refugiados y cómo los protagonistas quedan impresionados y atrapados al mismo tiempo por el conflicto y por ese drama alrededor de uno de los genocidios más brutales que ha habido». Más de 800.000 personas, la mayoría de la etnia tutsi, fueron asesinadas por miembros de la etnia gobernante, los hutus.
Sentimientos de odio
Calero indaga sobre aquellos sucesos de 1994 en la región de los Grandes Lagos de África, cuando «en muy breve plazo la actuación de muy pocas personas desencadenando unos sentimientos de odio terribles hacia sus propios conciudadanos provocó lo que todos conocemos, que ellos ni siquiera se lo podían creer. Fue un conflicto, además, que todos pudimos seguir y que fuimos conociendo todos su verdadera dimensión poco a poco. Parecía al principio el típico conflicto entre guerrillas, pero cuando empiezas a conocer las cifras te das cuenta de que estamos ante algo verdaderamente excepcional, incluso para la Segunda Guerra Mundial, ya que en tres meses la cifra de muertos fue espantosa». Los personajes de 'La aldea de las casas de cartón' se ven al principio superados por la crisis, pero después «intentan salir adelante, avanzar y adaptarse a la nueva situación como pueden».
«Las democracias de países africanos que, en teoría son democracias pero que no lo son, se sustentan en la ignorancia de la gente y en mantenerlos en la oscuridad»
Salvador calero garcía
Justicia social
En realidad, Calero se pregunta en qué se sustentan las democracias de estos países que, en teoría, son democracias pero que no lo son. «Se sustentan», afirma el juez murciano, «en la ignorancia de la gente y en mantenerlos en la oscuridad, por eso el protagonista, Néstor, se encuentra con la resistencia de las autoridades cuando empieza a desarrollar un programa de concienciación de la ciudadanía sobre sus derechos, ya que realmente el Estado no les ofrece a lo que ellos tienen derecho como ciudadanos libres». El magistrado ya había viajado a países empobrecidos, y cita a modo de ejemplo Cuba y Turquía, «pero Tanzania es reconocido como uno de los países más pobres del planeta, y tiene más de 40 millones de habitantes, por tanto, no es un reducto insignificante. Es tremendo, porque las obras públicas y carreteras son subcontratadas a empresas extranjeras, los parques son propiedad de multinacionales extranjeras... las pocas riquezas no van a la población directamente, y es sorprendente, no obstante, la alegría de la gente, y, sobre todo, eran afectuosos con los españoles, porque aquel 2010 fue el año en que España ganó la Copa del Mundo». Respecto al sentido de la justicia, Calero señala que quizás en estos países no es tanto un problema de corrupción o de ineficiencia de la justicia, como la dimensión de la justicia social y de la verdadera miseria, y de ahí el título del libro, «porque fuimos a una aldea masai donde las casas eran de un metro de altura y estaban construidas de uralita y de cartón, y vivías situaciones verdaderamente tremendas. Esa injusticia es la que de verdad planea sobre todo el país, donde, además, las riquezas están muy mal distribuidas».
Literatura, sentencias y conflictividad
Salvador Calero García tomará posesión en febrero como magistrado en la Audiencia Provincial de Almería. No es el único juez escritor, pues Andrés Carrillo, titular del Juzgado de Lo Penal Nº 3 de Murcia y portavoz en la Región de la Asociación de Jueces y Magistrados Francisco de Vitoria, es un renombrado poeta, además de amante del buceo y del rock duro. Preguntado por el lirismo de las sentencias, Calero señala que entre sentencias y autos solo en esta Navidad ha escrito más de 100 folios, «y al final acabas desarrollando cierta agilidad, pero una cosa es escribir sentencias y otra narrar, y sí que es cierto que en mi profesión adquieres un contacto constante con la conflictividad humana, y tratas de conocer las motivaciones que tiene, por ejemplo, una persona para venir a un juzgado y no decir toda la verdad. A veces desarrollas cierta capacidad para conectar con las personas, y quizás por ahí también puede salir una vena literaria». Reconoce que una de las ultimas sentencias de compañeros que ha leído es la del Procés, «y ya me avisaron de que el juez era bastante literario, y está muy bien escrita. Realmente, la creatividad de las sentencias está muy limitada y tienes que procurar ser lo más riguroso posible, y quizás por eso también es que al estar tan encorsetado por eso es por lo que quizás buscas otra actividad que te permita sentirte libre y decir lo que quieras».