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Fermín Bocos en el Aula de Cultura de LA VERDAD: «Los viajes curten y, si uno vuelve, alargan y alegran la vida»
Rostro, voz y firma reconocida de la radio, la televisión y la prensa escrita, el escritor y viajero llegó a Murcia para presentar su último libro, 'Cuando viajar era descubrir. Tras las huellas de los grandes viajeros' (Almuzara Sotavento, 2025), un mosaico de perfiles sobre protagonistas de la historia del viaje
El Aula de Cultura de LA VERDAD, en colaboración con la Fundación Vocento y la Fundación Cajamurcia, lanzó esta nueva temporada con el periodista, escritor y viajero Fermín Bocos (Valderredible, Cantabria, 1949), rostro, voz y firma reconocida de la radio, la televisión y la prensa escrita, que llegó a Murcia para presentar su último libro, 'Cuando viajar era descubrir. Tras las huellas de los grandes viajeros' (Almuzara Sotavento, 2025). El acto, programado coincidiendo con la Feria del Libro de Murcia, nos descubrió la faceta como apasionado del viaje y la historia de este autor, que ganó en el año 2000 el Premio 'Ciudad de Cartagena' de la Semana de la Novela Histórica de Cartagena, recordando a los presentes que aquí, junto al Mare Nostrum, excavó uno de los protagonistas de este libro, el eminente arqueólogo alemán Adolf Schulten.
Un hombre con talento, pero muy obcecado, incidió Bocos, pues buscaba Tartessos, mítico reino enclavado en el sur de la península ibérica, que fue la obsesión de su vida: el reino de Argantonio, el hombre de la plata, pero no la encontró. Schulten murió con 89 años, tras una vida entregada al viaje y a la aventura del saber. «Quería imitar a Schliemann, arqueólogo alemán que creyó a pies juntillas a Homero y desenterró Troya, en Turquía, y las tumbas de los reyes de Micenas, en Grecia… ¿quién no ha querido ser alguna vez como Schliemann?», comentó.
Para Bocos, un viajero es alguien que espera que el viaje sea una aventura. No es nada partidario de los selfis, piensa que es una obsesión que degrada
Bocos es autor de las novelas 'El libro de Michael'; 'El resplandor de la gloria'; 'La venganza de Byron'; 'El Informe San Marcos' y 'Algo va mal'; de los ensayos 'Tecnología bélica y censura en la Guerra del Golfo' y 'Ella', libro firmado por varios autores. En narrativa de viajes, género con el que se divierte y aprende de la vida y se asoma a la memoria del tiempo, ha dado a los lectores 'Viaje a las Puertas del Infierno' y 'Zeus y familia'. «En todas la épocas, y más en los románticos siglos XVIII y XIX, hubo hombres y mujeres que rompieron la rutina de sus días y emprendieron viajes que les llevaron a países alejados. Algunos regresaron para contarlo, otros perecieron por el camino», señaló el autor de 'Cuando viajar era descubrir', un «retablo de viajeros inquietos», como lo define, con los que descubrimos, a través de concisos y muy bien documentados retratos literarios y biográficos a figuras legendarias, unas más conocidas que otras, de la historia del viaje.
Bocos se dedicó a viajar en un tiempo en que se podía ir «a dedo» hasta la Cochinchina, «cosa que hoy parece impensable». Soñaba con ser uno de tantos espíritus viajeros, gente con impulsos, pero muchas veces con pocos recursos, incidió. «Pero la vida es demasiado corta como para ser pequeña. Los viajes ensanchan y los libros de viajes abren la puerta a vivir muchas vidas». Nos habla en estas biografías de una treintena de personas que desafiaron los límites del tiempo: «Gente que hizo del viaje el sentido de sus vidas: aventureros, exploradores, inadaptados o diletantes. Al fin y al cabo viajeros empujados por el compartido afán de descubrir nuevos mundos persiguiendo la gloria o la riqueza, o dejándose llevar por la misteriosa nostalgia que Ulises sentía por los países que no había conocido». A ellos y a quienes sueñan como ellos va dirigido este libro publicado en Almuzara, colección Sotavento.
Para Bocos, un viajero es alguien que espera que el viaje sea una aventura. No es nada partidario de los selfis, piensa que es una obsesión que degrada. Hubo una época en que los grandes periódicos patrocinaban expediciones a lugares poco explorados, como ocurrió con Stanley en el centro de África. Aquel encuentro con el doctor Livingstone en 1871 pasó a la historia. El misionero estaba enfermo. Un hombre blanco, en aquel paraje remoto africano, ajeno a los acontecimientos… Pero Bocos se sorprende de que Livingstone mantuviera viva su curiosidad, pese a su avanzado deterioro. Quería saber qué estaba pasando en el mundo, y Stanley le puso al día. En aquellas tribus del interior de África funcionaba el trueque: cuentas de vidrio en vez de monedas de cobre, las telas sustituían a la plata, y más allá del Tanganica el hilo de latón sustituía a las monedas de oro.
Leguineche tenía una casa en Mojácar, donde muchas veces Bocos y su esposa, la escritora Julia Navarro, coincidieron charlando, bebiendo y cocinando: «La especialidad de Javier Reverte era la cuajadera, un guiso de pescado que iban a comprar al mercado de Garrucha»
Es posible que hayamos olvidado el significado de anáfora, anacoluto o hipérbaton, pero hay personajes que no se olvidan, como Henry Morton Stanley, incidió Bocos, que dedica este libro a tres amigos de la profesión: Esther Eiros, la voz de 'Gente viajera' de Onda Cero, y los periodistas y viajeros Javier Reverte y Manu Leguineche. Por cierto, Leguineche tenía una casa en Mojácar, en Almería, donde muchas veces Bocos y su esposa, la escritora Julia Navarro, coincidieron charlando, bebiendo y cocinando. «La especialidad de Javier Reverte era la cuajadera, un guiso de pescado que iban a comprar al mercado de Garrucha. La verdad es que Javier nunca dejó del todo el periodismo, lo que hizo fue cambiar de género dotando a sus crónicas viajeras de un gran nivel literario. Eso le convirtió en un escritor con lectores muy fieles».
A Leguinche lo recuerda ágil, culto, divertido… Leguineche dijo en su novela medio autobiográfica, 'La Tribu', que los reporteros de guerra pertenecían a la cofradía de las «tres Des»: divorciados, deprimidos y dipsómanos. «Un tipo humano excepcional con gran sentido del humor». En el homenaje que se le brindó, todavía en vida, dijo unas palabras increíbles: «Estoy aquí para demostrar que todas las guerras se pierden. Solo espero que la eternidad sea una interminable vuelta a un mundo en paz, aunque lleno de aventuras. O, incluso mejor: una larga partida de mus en la Alcarria». Murió en 2014. La experiencia de la guerra de Vietnam le dejó para siempre a Leguineche «un poso de amargura»
Dervla Murphy se propuso viajar hasta la India, sola y en bicicleta. Pionera del cicloturismo. Una irlandesa fascinante. Preparó minuciosamente el viaje de 8.000 kilómetros, bautizó a su bici 'Roz', en homenaje a Rocinante, el caballo de Don Quijote. Llevaba de todo. «Curiosamente, frugal y resistente, encontró gente hospitalaria, pero le pasó de todo. Por toda protección portó, además de medicinas, un revólver del calibre 25. Decía que pese a todos los episodios dramáticos que vivió, el peor incidente fue un accidente en su casa al romperse el brazo izquierdo tropezando con uno de sus gatos».
El Taj Mahal es un monumento dedicado por un marajá al amor de su vida, nos recordó Bocos. Allí vio él mismo cómo un turista estuvo a punto de matarse intentando hacerse un selfi. Bocos también citó al naturalista, geógrafo y explorador alemán Alexander von Humboldt, que hizo 100.000 kilómetros a pie, y a Ella Maillart, regatista olímpica, viajó por China, India y otras partes de Asia en los años 30. Montó en bicicleta hasta los 80 años, murió con 94 años. «Los viajes curten y, si uno vuelve, alargan y alegran la vida… Organizó viajes en calidad de guía cultural. Ella fue testigo de las duras condiciones del viaje por parajes lejanos y peligrosos, pero fascinantes. Una época en la que todavía no habíamos entrado en la globalización, que tanto ha contribuido, según vemos todos, a uniformar el paisaje urbano, el consumo y hasta la vestimenta de las gentes de países distintos y distantes. ¿La India es una excepción?».
Agatha Christie hizo surf
Habló de Thor Heyerdahl y las aventuras de la Kon-Tiki, balsas construidas por juncos y papiros para demostrar que los primeros pobladores de las islas del Pacífico fueron americanos de los tiempos preincaicos. En realidad, fue un continuador de aventuras anteriores. Para Bocos, viajar enseña, viajando se aprende, porque se conocen otras gentes, otras formas de vivir y otras culturas… Y en este libro descubriremos que Agatha Christie hizo surf en Waikiki, en su vuelta al mundo de 10 meses con su primer marido, piloto de aviación. Curiosamente, estuvo unos días desaparecida tras su divorcio. La prensa sensacionalista especuló con su paradero. Se fue a Canarias en 1928 a pasar una temporada con su hija… Allí terminó 'El misterio del tren azul', antes de sentir la llamada de Oriente…
Julio Camba le declaró la guerra a los garbanzos y al ajo. Decía que los garbanzos fueron el fruto de una broma que nos gastaron los cartagineses al plantarlos en España. Sus crónicas se adentraban en la sociología. Relataba con maestría «el mundo de ayer». Roald Amundsen logró coronar el sueño que le hizo encontrar un lugar de honor en la historia de las exploraciones llevadas al límite de las posibilidades humanas. Su rivalidad con Robert Scott, otro explorador famoso del siglo XX, dejó al mundo atónito. Incluso sabían confeccionarse abrigos con piel de foca en su intento de llegar a la tierra sin osos, la Antártida.
En 'La vuelta al mundo de un novelista' Vicente Blasco Ibáñez habla del Franconia, barco de la belle epoque en el que hizo un viaje de seis meses desde Nueva York a Niza, con 6 toneladas de helados envueltos en papel, como los que el público compra en los teatros de Nueva York
Los libros de Wilfred Thesiger tienen un valor antropológico excepcional para Bocos, que versó sobre espías británicas como Gertrude Bell, que realizó labores de cartografía y etnografía. Londres hizo suyo su criterio de crear al este de Siria, en frontera con Persia y con capital en Bagdad, un nuevo país al que dotar de un rey de confesión sunita al fin de la Primera Guerra Mundial. Vicente Blasco Ibáñez se hizo millonario y se arruinó varias veces, algunas de sus novelas fueron películas en Hollywood, montó colonias agrícolas en Argentina… publicó más de 60 libros y tuvo una vida política intensa, elegido diputado en seis legislaturas. En 'La vuelta al mundo de un novelista' nos habla del Franconia, barco de la belle epoque en el que hizo un viaje de seis meses desde Nueva York a Niza, con 6 toneladas de helados envueltos en papel, como los que el público compra en los teatros de Nueva York.
Annemarie Schwarzenbach, la mujer enigmática, fue una saltadora de continentes. Como Patrick Leigh Fermor, ejemplo de trotamundos. Espía y captor de un general nazi en Creta. Contrajo en el monte Athos una especie de contrato consigo mismo. Allí pernoctó en esos cenobios que Bocos recomendó, aunque sea una vez en la vida, conocer.
El próximo martes 21 de octubre a las 19:00 horas. el Aula de Cultura de LA VERDAD se llenará de risas y emoción con la sesión 'Tarde de narices rojas', y como invitada, la fundadora y directora artística de Pupaclown, Pepa Astillero, que conversará sobre el valor del humor, la empatía y la escucha en el acompañamiento a quienes más lo necesitan.