Luis González-Adalid: «No entiendo el desprecio con el que tratamos nuestro territorio»
El Museo Arqueológico acoge la presentación de su fotolibro 'Celebración', que reabre la actividad de Cartagena Piensa
Cuenta Luis González-Adalid en unos versos de su poemario 'Punto suficiente' (Ediciones Vitruvio): «Todo está en todo / y yo lo vivo y lo construyo, / ... y soy piedra, y soy nube, / soy pájaro gozoso bañado en tierra, / soy espacio constelado / en una espera tranquila, paciente, / una espera sin objeto, / de sentido pleno». El artista cartagenero, nacido en 1958 y apasionado paseante vocacional, atento en la tierra en la que vive a esos espacios que conforman la intemperie, al territorio suburbial, austero y desnaturalizado y tantas veces víctimas del «abandono y el desprecio» de la gente, presenta hoy –20.00 horas– en el Museo Arqueológico de Cartagena su fotolibro 'Celebración'. El acto, con el que reinicia sus actividades el proyecto ciudadano Cartagena Piensa, que respalda la Concejalía de Cultura, contará también con la participación de Juan García-Sandoval, director artístico del Museo Regional de Arte Moderno de la Región de Murcia (Muram), y de María Jesús Morillas, del grupo promotor de Cartagena Piensa.
'Celebración', publicado por Fueradcarta, es un poema visual que explora bellezas no convencionales y soledades que encierran misterios y ofrecen compañía. Una narración en imágenes que recoge «una experiencia en la que vida y actividad artística se funden en una relación íntima con un territorio que el autor siente como parte irrenunciable de lo que es, de lo que le constituye». Un objeto poético con el que González-Adalid reivindica «la necesaria sensibilidad que exige la inmersión, el roce, el contacto físico» con paisajes de nuestro entorno que han sido progresivamente despojados de «toda dimensión poética».
«En los descampados, en esos espacios olvidados que viven como de espalda a la ciudad, periféricos y abandonados, siempre tuve una sensación de mucha libertad», indica el artista a propósito de estos lugares «pobres, despojados, austeros» por los que disfruta caminando, perdiéndose en esos entornos «de la periferia» donde sigue siendo posible la emoción.
«Lo que está ocurriendo ahora con el Mar Menor es un despropósito mayúsculo»
«Esta es una tierra en la que ha habido desmanes de todo tipo con nuestro entorno», indica González-Adalid, para quien «lo que está ocurriendo ahora con el Mar Menor es un despropósito mayúsculo. «No entiendo», precisa, «el desprecio con el que tratamos nuestro territorio, nuestro paisaje, ni cómo dejamos que se abuse de él. Cada uno tiene sus propiedades, es cierto, pero el paisaje de conjunto es de todos, el paisaje sobrevuela las propiedades y los intereses particulares».
«Volvamos a recuperar nuestro entorno, aunque sea semidesértico. No es cierto que solo lo verde encierre belleza»
Sí, «ha habido dejación, abandono y desprecio por nuestro paisaje», se reafirma el artista, que él describe como poseedor «de una belleza austera, sobrio, despojado, en la querencia de un mar cercano; presencia insondable de esta sencilla complejidad que nos constituye». Valora «cada surco, cada arbusto, cada pájaro, cada insecto», y ha creado durante años esta 'Celebración' de los márgenes en la que las sombras brillan de un modo inquietante. En su opinión, «cada sombra condensa lo oculto», y en lo oculto anida «el misterio, lo nunca dicho, la mirada líquida, la palabra perdida, los rumores de la tierra, la latencia del lugar».
«En los descampados siempre tuve una sensación de mucha libertad»
Frente a la degradación del entorno, que cada vez más condiciona nuestras vidas, «hay dos actitudes», sostiene. La primera: «Decir que las cosas no podrían haber sido de otra manera, adoptar una postura victimista e irnos al bar a contarnos lo mal que está todos y a llorar unos con otros». La segunda: «Actuar como ciudadanos, no quedarnos solo en el lamento, en la queja. Hay que darle la vuelta a esas actitudes victimistas, hay que crear sociedad en sentido positivo, aunque por supuesto que sin perder ni un gramo de la crítica necesaria».
Abismo y mirada
González-Adalid cree «en el horizonte», que describe en un poema como «un lugar geométrico y perfecto donde abismo y mirada se confunden», y también cree «en lo vivido y en lo aprendido, en la amistad consecuente y en la compasión». Y añade: «Lo he visto y suelo creer en lo que veo».
El artista cree necesario «volver a recuperar y a poner en valor nuestro entorno, aunque sea austero, semidesértico...; no todo es ese modelo importado de paisaje en el que predomina el verde. No es cierto que solo lo verde encierre belleza». En 'Celebración', vuelve a volcar su concepción del arte. Para él, «el arte es contaminación, influencia mutua, ósmosis, transmisión, cadenas de relaciones, admiración apropiada, verbalización ajena de supuestos pensamientos propios, circulación de ideas, experimentación, a veces adivinación... y, por supuesto, aprendizaje». Y está totalmente de acuerdo con estos versos de Hegel, las únicas palabras escritas que aparecen en 'Celebración': «El sentir se diluye en la contemplación; / lo que llamaba mío ya no existe; / hundo mi yo en lo inconmensurable, / soy en ello, todo soy, soy solo ello».
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