Diario de escritura (LXXXIX)
TIEMPO POR VENIR ·
Lunes 15 de marzo
Por la mañana respondes 'mails' y envías papeles. Después, en la radio charlas con Sergio del Molino sobre cómo se acaban los libros. Cuentas allí ... que tus finales están pensados desde el principio. Y que, en realidad, la escritura es una forma de crear el camino para llegar a ese lugar que se intuye en la distancia.
En la universidad, gestiones y papeleo. Tienes que aprender a discriminar los correos que has de leer y archivar y los que debes eliminar. Podrías pasar el día simplemente revisando todo lo que llega a la bandeja de entrada.
Lo más importante ahora es organizar el tiempo. Y saber apagar el teléfono unas horas al día para poder leer y escribir. Es fundamental encontrar ese espacio silencioso, esa cueva que te permita todo lo demás.
Acabas de leer una novela para la que escribirás una frase de faja. Te recuerda vagamente a 'El instante de peligro' y te entran ganas de volver a abrir el archivo de ese libro para recordar las decisiones que tomaste y las vías que abandonaste. Recorrer de nuevo la historia y sus descartes.
Martes 16 de marzo
En clase hoy te cuesta llegar al final. Una hora y media hablando sin parar, con la mascarilla y las gafas, se te hace cuesta arriba.
Por la tarde, te das cuenta de que vas cumpliendo 'deadlines', que las tareas que te propones hacer a principios de la semana acabas completándolas. La clave es ser realista y no poner el listón demasiado alto. Es a lo único a lo que has aprendido con el tiempo: reducir objetivos, tirar siempre por lo bajo.
Ves ganar el Madrid. Pasa a cuartos de final. No ilusiona.
Miércoles 17 de marzo
Un olor a quemado te despierta en mitad de la noche. Paseas por toda la casa buscando el origen. Hay un incendio en un edificio cercano. Piensas en la memoria de la especie, la potencia de los sentidos para la supervivencia. Y solo después caes en la cuenta de la coincidencia: hoy hace un año justo que perdiste el olfato por el coronavirus. Lo recuperaste pronto, pero fueron unos días extraños. Recuerdas el vértigo ante el vacío olfativo, la sensación de estar indefenso.
Terminas de leer 'El tiempo real', el libro de relatos de Jesús Montoya que presentas mañana. Son cuentos inteligentes, narrativa de tesis que habla del simulacro, la obsolescencia, el doble, las máscaras, el hastío de la academia y la potencia de la imaginación. Llenas varias páginas con preguntas y citas para la presentación.
Jueves 18 de marzo
Te levantas temprano y escribes. Esta semana aún no te has sentado. No sabes cómo afrontar el epílogo. Después de dos horas frente al cuaderno, llega por fin la idea.
Es a lo único que has aprendido en este tiempo de escritura: a esperar. Las soluciones llegan, antes o después. Siempre es cuestión de tiempo. De darle vueltas a las cosas. En ocasiones llegan inmediatamente. Otras veces tardan más. Puede ser desesperante. Pero siempre llegan. Si tuvieras que dar algún consejo a quien escribe, este sería el único: paciencia. Saber esperar.
En el preparador personal hoy estás débil y te cuesta llegar al final de los ejercicios. Terminas justo para la cita con el traumatólogo. En la sala de espera de la clínica, asistes a la junta de Facultad virtual desde el móvil. No sabes si eso es bueno o malo. Si puedes trabajar en cualquier momento y en cualquier lugar, ya es imposible habitar los tiempos muertos, esos momentos para pensar y reordenar la vida.
Al final, no te escapas de la operación. Es la única solución para el menisco. Vais a buscar fecha próxima. Cuando te operaste hace dos años, tenías la agenda llena de viajes. Ahora será más fácil encontrar hueco. Como mucho, una charla por Zoom puedas darla con la pierna vendada.
Al salir, hace frío y llueve. Ha cambiado de golpe la temperatura.
Las noticias posteriores al fracaso de la moción de censura te dejan sin siesta: la Consejería de Cultura y Educación pasaría a Vox. No das crédito.
Por la tarde, sigue el frío. La presentación en el Hemiciclo es agradable. Jesús sabe mucho más que tú de literatura y a cada pregunta responde de modo magistral. Es un diálogo de altura, piensas.
El tuit que has puesto lamentando que Vox llegue a Cultura y Educación se va de madre y te responde gente de otro espectro político. Más allá de los insultos y la falta de educación –consecuencia de la lógica del anonimato y la distancia de las redes–, te hace pensar en que sueles tuitear en tu 'timeline de confort', en eso que se ha llamado el filtro burbuja.
En la Red, y en la vida real, hay mundos paralelos. Te planteas para quién escribes ahí. Tienes colegas que sobrepasan todos los días esa burbuja y no cesan de batallar con los demás. Tú prefieres quedarte ahí, entre amigos. Es una plaza pública, sí, pero no te pagan por discutir y lidiar con aquellos que no invitarías a tu casa.
Viernes 19 de marzo
Te levantas tarde hoy. No pones el despertador y el cuerpo descansa en la cama.
Después, comienzas a leer 'Memorias de la infamia', la biografía de Lydia Cacho.
Por la tarde, terminas de reescribir el epílogo de la novela. En el primer borrador estaba en pasado y ahora lo transformas todo a presente. Introduces algunos párrafos y reflexiones, pero poco más. Estaba más acabado de lo que creías. Al menos, en esta versión preliminar.
Sabes que queda mucho. Ahora tienes que recorrer de nuevo la novela para resituar cosas y poder cerrar definitivamente este segundo borrador. Pero esta noche llegas al final y tocas la pared del fondo. La que te salva. Has recorrido todo el camino de la novela.
No saltas, ni te levantas de la silla como has hecho otras veces. En lugar de eso, abres inmediatamente el documento de Word en el que guardas este diario y escribes estas frases, como si así pudieras hacerte a la idea de lo que significa haber puesto juntas casi cincuenta mil palabras.
Has llegado al final, pero debes reconstruir el camino. Quizá por eso aún no saltas. Despejas la mesa y preparas el material para empezar de nuevo mañana a arreglarlo todo.
Sábado 20 de marzo
Por la mañana comienzas a releer. Los primeros capítulos te gustan. Después, celebras con Raquel en el Pura Cepa. Es necesario celebrar, marcar fechas y acontecimientos.
Tras la comida, os quedáis un poco en El Bosque Animado. Viene más tarde Antonio. Habláis de música, meditación, literatura... de la vida, de lo necesario que es compartir la creación.
Después entráis al Revólver. También llevabas sin pisarlo desde antes de la pandemia. Es un momento de fingida normalidad. Quizá sea un espejismo. Pero los espejismos también conforman realidades. Al menos esta tarde. Esta tarde es felicidad.
En casa veis las cuatro horas interminables de 'La liga de la Justicia'. No lo ocultas: es ver volar a Superman y se van todos tus problemas.
Domingo 21 de marzo
Todo el día sentado frente al ordenador releyendo la novela. Aún no lo tienes todo en la cabeza. Vas descubriendo giros, capítulos, reflexiones. Es lo más difícil: generar una imagen total de la novela. Con un cuento es más fácil. Es una calle; se puede memorizar una calle. Pero una novela es una ciudad. Se necesita un mapa.
No te disgusta lo que lees. Disfrutas con sensación de encontrar párrafos que parecen escritos por otro. Esos son los que funcionan. Los fragmentos en los que ya se ha introducido la distancia.
Te envían un mensaje para que te sumes a una carta abierta. Estás de acuerdo con lo que defienden, pero decides no hacerlo. Tuviste hace algún tiempo una mala experiencia. Y en ese momento decidiste que solo firmarías aquello que tú mismo hubieras escrito, que ya tienes tu tribuna, tus redes, tu altavoz para decir aquello que piensas, para defender tu postura y tus ideas.
Comenzáis a ver 'Hierro'. Candela Peña está espectacular. Las imágenes de la isla son hipnóticas. La historia se mueve con elegancia. Ya está bien de series nórdicas.
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