Ilu Ros: «No nos dejamos vivir, no nos dejamos en paz»
La artista muleña presenta este miércoles en Cartagena y el jueves en Murcia 'Una trilogía rural', que recoge 'Bodas de sangre', 'Yerma' y 'La casa de Bernarda Alba'
Pues va a tener razón Andreu Buenafuente al referirse así a Ilu Ros (Mula, 1985): «Una artista que está llevando la ilustración a sus niveles ... más altos». Si ya fue un éxito su anterior obra, 'Federico' (Lumen), una biografía ilustrada de García Lorca que encandiló a lectores, libreros y crítica, todo parece indicar que, dada la calidad del producto lograda, su belleza y el gusto con el que se devora, lo será también su nueva entrega creativa, 'Una trilogía rural', que incluye las célebres obras lorquianas 'Bodas de sangre', 'Yerma' y 'La casa de Bernarda Alba', que la dibujante e ilustradora murciana, licenciada en Bellas Artes y en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Granada, ha editado de nuevo en Lumen y presentará este miércoles en Cartagena (librería Santos Ochoa, a las 19.00 horas) y el jueves en Murcia (librería Educania, igualmente a las 19.00 horas).
Ilu Ros escucha los elogios a su trabajo y sonríe, se sonroja, se alegra, lo agradece y, al mismo tiempo, no puede evitar sentir sobre las expectativas que genera el peso de la responsabilidad: adentrarse en el universo de Federico García Lorca, ¡palabras mayores!, no es un reto cualquiera.
–¿Por qué esta trilogía rural de García Lorca?
–Cuando acabé 'Federico', pese a lo contenta que me había quedado con el resultado del libro que había hecho, tenía una sensación extraña. Joder, tío, hice este libro porque me fascina Lorca y quería disfrutar de todo ese universo lorquiano, y sin embargo no lo disfruté tanto como quería por el peso de la responsabilidad que sentí en todo momento. Estábamos en plena pandemia y, además, tenía que ser muy rigurosa con toda la documentación que manejaba. Siento fascinación por Lorca y su obra y quería estar lo más posible a la altura de lo que se merecen. La presión, que yo misma me autoimpuse, fue enorme. Esta 'Trilogía rural' se la propuse yo a mi editora después de 'Federico'. Se trataba de las tres obras con las que yo conocí a Lorca y las tengo muy estudiadas y les he dado muchas vueltas. Me apetecía muchísimo pintarlas.
A Ilu Ros le encantan estas palabras del propio poeta y dramaturgo andaluz: «El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso. Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera».
Pueblo moribundo
Según Lorca, «un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, está moribundo; como el teatro que no recoge el latido social, el latido histórico, el drama de sus gentes y el color genuino de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas, no tiene derecho a llamarse teatro, sino sala de juego o sitio para hacer esa horrible cosa que se llama 'matar el tiempo'». Son reflexiones contenidas en el discurso leído por el autor también de 'Comedia sin título' a los actores madrileños, en el Teatro Español, en la madrugada del 1 de febrero de 1935. Un discurso con el que Ilu Ros arranca 'Una trilogía rural', que ofrece al lector, ilustradas y en un formato cuidado con mimo, tres de sus obras más representadas temporada tras temporada.
«Hoy se sigue ejerciendo presión sobre el cuerpo de la mujer, sobre el hecho de la maternidad, el ser o no ser madre, sobre si decides serlo sola o con pareja...»
Sobre 'Bodas de sangre', Ilu Ros recuerda que «el 25 de julio de 1928, Lorca, reconocido poeta y uno de los alumnos más populares de la Residencia de Estudiantes de Madrid, leyó en un diario la noticia de un crimen ocurrido en Níjar, Almería. Los detalles de este hecho, que llevaba ya unos días teniendo una gran repercusión en la zona, habían aparecido dos días antes en otro periódico bajo el siguiente titular: 'Cuando va a casarse, desaparece la novia y es encontrada junto al cadáver del hombre con quien se fue'». En el verano de 1932, el autor concluyó esta obra, «inspirada en los hechos ocurridos en aquellas tierras castigadas por el viento y el sol. Se estrenó en marzo de 1933».
'Bodas de sangre', cree Ros, «es la más poética de las tres tragedias y la que más me ha gustado dibujar; tiene muchísimas metáforas –el caballo, las navajas...–, y el que haya un personaje que es la Luna ya dice mucho de lo especial que es».
Tras el éxito de 'Bodas de sangre', «que le había llevado incluso a Buenos Aires», indica Ros, decidió «pasar el verano, como tenía por costumbre hacer, en la Huerta de San Vicente, su casa familiar en Granada. Era el verano de 1934 y Federico daría allí por finalizada su siguiente obra de teatro, 'Yerma'». No es difícil imaginarlo, precisa la artista, «rememorando algunos de sus recuerdos de niñez mientras escribía esta obra. Se sabe que en el cabecero de su cama en Asquerosa (ahora Valderrubio), había colgada una litografía del Cristo del Paño de Moclín, del cual se decía que concedía la fertilidad a las mujeres estériles que le acompañaban en la romería también conocida como 'la romería de los cornudos'». «Esta imagen probablemente», añade, «había pertenecido a la primera mujer de su padre, Matilde Palacios, que había muerto tras catorce años de matrimonio y sin descendencia. Federico alguna vez la nombró como 'la que pudo ser mi madre'». 'Yerma' se estrenó el 29 de diciembre de 1934 en el Teatro Español.
–¿Cree que 'Yerma' sigue vigente hoy en día?
–No creo que hayamos superado mucho las circunstancias que explicaban la tragedia de Yerma, su gran conflicto. Me refiero al daño que le hace el qué dirán los demás de ella, la presión social que siente a su alrededor, lo mal que se siente por el hecho de no tener hijos... Hoy se sigue ejerciendo presión sobre el cuerpo de la mujer, sobre el hecho de la maternidad, el ser o no ser madre, sobre si decides serlo sola o con pareja...
Culebras
A propósito de 'La casa de Bernarda Alba', drama de mujeres en los pueblos de España, sabe Ros que «muchas horas de la infancia de Lorca transcurrieron jugando con sus hermanos y amigos en la torre de Romilla, una ruina llena de culebras que había en esta localidad, no muy lejos de Fuente Vaqueros, y en la que se decía que habitaba un sapo que se comía a las mujeres». El gentilicio de los habitantes de Romilla es 'romanos'. Por otro lado, «también le gustaba frecuentar la casa de su tía Matilde García Rodríguez, que tenía un pozo que compartía, a través del patio, con su vecina, Frasquita Alba, que vivía con su segundo marido y sus hijos». Cierto: «Le gustaba escuchar las historias que contaban su tía y sus primas acerca de Frasquita, muchas de ellas provenientes de conversaciones que se oían reverberadas en el agua del pozo». Y así, «estas historias, junto con el luto riguroso que se instauró en la casa de su pariente, Paca Mazuecos, tras la muerte de una de sus hijas, inspiraron su obra 'La casa de Bernarda Alba'». Una obra, explica la también autora de 'Cosas nuestras' (Lumen, 2020), que habla «sobre el autoritarismo a través del personaje de Bernarda. Fue la última obra que leyó a sus amigos antes de que lo fusilasen, cuando se estaba fraguando un golpe de estado. El autoritarismo no es algo que haya dejado de ser una amenaza, por desgracia».
–¿Cómo es su relación con Bernarda Alba?
–¡Espero no parecerme a ella, por favor! [Ríe] Sin embargo es un personaje que me fascina: tan fiero, tan salvaje, tan cruel que llega un momento en el que te preguntas cómo puede ser esta mujer tan mala y por qué. Es una déspota con sus hijas...: el final de Adela es terrible, la más joven, la que encarna la búsqueda de la libertad y tiene unas ganas locas de disfrutar de la vida, de conocer el amor y de salir de las garras de su madre. Es un personaje que gusta a todo el mundo; a mí, el de Martirio también me interesa porque es una mujer que no solo está encerrada en la casa, sino también en sí misma, y además es ruin, la presentan como la más fea, nunca ha estado con un hombre...; Adela tiene la belleza y la juventud y Pepe el Romano está enamorado de ella, pero Martirio no le gusta a nadie y me da pena, me despierta mucha ternura.
–¿Qué tienen las tres obras en común?
–Hay un deseo que no terminas haciendo realidad y, finalmente, llega la tragedia, todo se desmorona y se desboca. Las tres, además, creo que nos conducen a pensar más en lo que decimos de los demás, porque no sabemos cómo están esas personas a las que criticamos... A través de las redes sociales siguen haciéndose comentarios muy crueles, no nos dejamos en paz unos a otros, no nos dejamos vivir, nos metemos en la vida de todo el mundo sin preocuparnos de los efectos.
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