Emilio del Río: «Lo que nos cuentan los clásicos sirve para la vida. Es autoayuda de la buena»

Murcia es también otra de sus patrias, insiste. «Además de Antonio Fontán, uno de mis maestros fue catedrático en Murcia, Antonio Ruiz de Elvira Prieto [helenista, latinista y mitólogo], cuya escuela sigue ahí, con grandes profesoras de latín encabezadas por Paquita Moya, Chelo Álvarez, María Rosa García... Así que, además de grandes amigos, mi vínculo con Murcia existe ya desde la universidad. Además, ya presenté en el Aula de Cultura de LA VERDAD 'Latín lovers', un libro anterior. Procuro que no sean presentaciones al uso, sino un 'show', que la gente baile y cante, y pasárnoslo bien. Vine también con la Biblioteca Regional, de la mano de mi químico de cabecera y gran divulgador Daniel Torregrosa, y de la mano de la Sociedad Española de Estudios Clásicos y de otra gran profesional como la profesora de la UMU Charo Guarino. Así que Murcia está llena de amigos y cada vez que voy dejo una parte de mi corazón. Para mí, Murcia es uno de los lugares del paraíso».

–En 'Locos por los clásicos' hace una mención especial a las editoriales españolas que, gracias a sus publicaciones y traducciones, han permitido alimentar el amor por la cultura grecolatina.

–Exacto. En 'Locos por los clásicos', que son 36 capítulos cortos, lo que pretendo es acercar, descubrir a los que no tienen ni idea, las grandes obras de autores clásicos, de una manera divertida y actual. No hay nada mejor que los autores clásicos, que nos sirven para explicar la realidad y para dar respuestas a las grandes preguntas de la vida. Como dice mi amigo Mago More, que es un 'showman', este es el libro ideal para leer en el cuarto de baño. Hay muchas referencias a la actualidad, y lo que pretendo es animar a la lectura de los clásicos, recomendar esas grandes colecciones de traducciones clásicas. Lo que han hecho la Biblioteca Clásica Gredos, Alianza Editorial, Akal, Austral... en fin, una gran labor cultural y educativa. Como decía Borges, la buena literatura anima a leer más literatura.

–Intentó titular este libro de otro modo, 'Clásicos para cuñaos'...

–Es que tú quedas para comer con tus cuñados y cuando dices Tucídides eso es imbatible, dejas clavados en la mesa a tus cuñados. Y cuando ellos llevan toda la semana preparándose Tucídides vas tú y sacas a Cicerón, y entonces eso ya es absolutamente imbatible. Este es un libro que pretende ser divertido, yo le he intentado, y es que, sobre todo, los clásicos son muy divertidos. Quien dice que son tostones o un coñazo es que no los ha leído. Te lo pasas genial leyendo a Virgilio, disfrutas un montón con Homero, y Ovidio te descubre otro mundo, y hasta Platón es un tío genial. No son jugadores de fútbol, ¡no!, sino grandes autores clásicos.

–En esta obra señala que la civilización, la educación y las leyes están para evitar la violencia de las personas. ¿Es suficiente?

–Nos educamos para civilizarnos y para respetarnos. Y necesitamos las leyes porque, como decía Tucídides en 'La historia de la guerra del Peloponeso', a la que dedico un capítulo, cuando caen primero los atenienses defendiendo la democracia ellos dudan si pactar con Esparta, como las dudas que ahora le entran a algunos en Europa con la invasión genocida y asesina de Ucrania por parte de Putin, un dictador. Lo que Tucídides pone en boca de Pericles es que esto es una cosa de valores, y que las leyes son para respetarnos. Hay un momento estelar de la humanidad en que se crean las bases de la civilización, de nuestra cultura, de la democracia, y las formas que tenemos de comunicación, todo se lo debemos a los clásicos.

–Los valores que hicieron grande Roma suenan hoy igual que entonces: pietas, virtus, iustitia, clementia, libertas, concordia, moderatio, modestia, disciplina...

–¡Eso tiene hoy una actualidad! No hay que traducirlas porque no ha cambiado su significado, por favor, esas son las virtudes que se requieren a todos los que están en política y a todos los servidores públicos. Esos valores que reivindicaba Tito Livio nos siguen valiendo para el presente.

–La compañía Els Joglars estrenó este año su espectáculo dedicado a Aristófanes [pudo verse en los festivales de San Javier y de Molina de Segura]. Y usted se pregunta si podría darse un nuevo Aristófanes que parodiara y nos hiciera reír con el sexo, la política, la religión, los tabúes sociales, los ejércitos, el periodismo, la economía. «Demasiado para el puritanismo de lo políticamente correcto que nos invade», dice.

–Los Aristófanes de hoy son, por ejemplo, la gente de Els Joglars que se atreven a representarlo hoy. Aristófanes satiriza a todas las instituciones, a todos, y en plena guerra civil de Atenas contra Esparta, mientras Tucídides escribe esa cosa seria defendiendo la democracia, cuando Pericles dice que los peligros de la democracia son las 'fake news', ¡las noticias falsas! ¡hace 2.400 años! A mí me parece genial que nos sigamos riendo con una comedia como 'Lisístrata' que tiene 2.400 años y en la que para acabar con la guerra las mujeres de Atenas y Esparta, que están enfrentadas, se ponen en huelga de sexo y al final consiguen que los hombres dejen las armas. Es hilarante, con una libertad extraordinaria, ese reírse de uno mismo y de todo... esa normalidad ha costado muchos años conseguirla.

–En 'Locos por los clásicos' hay amor, viajes, autoayuda de la buena, batallas, dioses, y sexo.

–¡Claro, el sexo es algo estupendo! Tampoco hay que obsesionarse, pero es una realidad de la vida. En el libro hay muchas mujeres, y de verdad. Tenemos a Cleopatra, símbolo del empoderamiento de las mujeres; Safo, la libertad sexual, una de las grandes poetas de la historia, dice Platón que las musas no son nueve, que son diez y que hay que incluir a Safo. Sulpicia es una poeta latina que reivindica el amor libre, y que la dignidad es amarse, no lo que digan los demás de nosotros. Antígona se rebela contra el poder de los hombres, ¿hay algo de más actualidad? Hemos avanzado, pero nos queda mucho. En la cumbre de la OTAN este verano hay 27 hombres y cuatro mujeres en la foto.

–Dice Solón de Atenas: «Todo es azaroso en la vida humana, no llames a nadie feliz hasta contemplar su último día». Nos sirve de ejemplo para tomarnos la vida de otro modo, con humor.

–Es que hay que estar siempre preparados para decir adiós, lo dice Séneca, y sin angustia. En la página 160 de 'Locos por los clásicos' están las cosas que hacen la vida más feliz para Marcial, que es un tipo genial, cachondo, y afirma: 'Un sueño que haga fugaces las tinieblas, querer ser lo que se es y no preferir nada. Ni temer ni anhelar el último día». ¡Fantástico! Hay que vivir como si fuerámos inmortales, sabiendo que somos mortales.

–A Mayte Ciriza, su compañera en el viaje de la vida, dedica estos libros, porque a usted le hace feliz escribirlos para ella. ¿Cómo los ha recibido

–Yo cuento que cuando el Gobierno me concedió la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio [la mayor distinción concedida en el campo de la educación en España] a mi labor de investigación y docencia, yo la llamé, pero estaba reunida, y le envié un mensaje, «al final me dieron la Cruz de Alfonso X...». Y ella me contestó por Whatsapp: «Ya es hora de que reconozcan que eres una cruz». Con esto está todo dicho. Hay que tomarse la vida con humor, porque el humor nos salva de la angustia. Y nos iría muy bien a todos riéndonos un poco más de nosotros.

–Este libro surge de una propuesta de podcast que le hace Ignacio Elguero en RNE, donde tiene una sección, 'Verba Volant' (las palabras vuelan), con Pepa Fernández. Ellos fueron una verdadera catapulta...

–'Latín lovers' surgió del espacio de cultura clásica con Pepa Fernández y 'Locos por los clásicos' del podcast, que está entre los más escuchados de RNE. Necesitamos las historias casi de forma genética, y las que nos han contado los clásicos sirven para la vida. Es autoayuda de la buena.