El arte de la lucidez
mesa para cinco ·
Ahora que mi padre está de 'sesshin' y no me va a leer puedo contar una anécdota muy ilustrativa. Hace unas semanas, en una clase ... de métodos matemáticos, él estaba explicando algo especialmente complejo relacionado con la probabilidad –que por supuesto yo fingí entender–. En cierto punto, una alumna levantó la mano y le dijo que ella 'no lo veía'. Él, desde un enfoque más filosófico que científico, intentó arrojar luz sobre aquel teorema, desarrollándolo de todas las formas posibles. Al final de la clase, la alumna le comentó que su problema era, estrictamente, de visión.
Afirma Régis Debray en 'Vida y muerte de la imagen' que el 'yo veo' se ha convertido en el 'yo comprendo'; que en el tiempo de lo visual se explica con la ecuación: lo Visible = lo Real = lo Verdadero. Pero, un momento, ¿cómo es posible? –Oh, no–. ¿Nuestro ojo no estaba saturado? –Oh, no–. ¿No se había vuelto agnóstico? ¿No habían perdido las imágenes toda capacidad de mediación? –Oh, no, no, no, no, no–. La imagen está más viva que nunca. En muchos sentidos. Aunque sí que es cierto que sobre ella –y sobre nuestra mirada– se están operando todo tipo de cambios a los que deberíamos atender.
Bien lo sabe Joan Fontcuberta, a quien vamos a tener en el Centro Social Universitario el próximo día 19 de noviembre en la clausura del Festival EstrenArte, en un evento organizado por la Dirección General de Juventud del Gobierno de la Región de Murcia, en colaboración con la Facultad de Bellas Artes. Fontcuberta es una de las figuras más destacadas del panorama internacional en el ámbito de lo fotográfico. Atesora el Premio Nacional de Fotografía y el Premio Nacional de Ensayo, demostrando siempre un excepcional equilibrio entre la teoría y la práctica. Atípico pensador, nos hace cuestionarnos continuamente la naturaleza de la imagen y su capacidad para decir la verdad, promoviendo un acercamiento a ésta a partir de la duda y recurriendo con frecuencia al humor, la ironía o el juego, con la intención de aplacar lo que él llama la 'anhedonia' del arte contemporáneo.
El 19 de noviembre vamos a tener en el Festival EstrenArte a Joan Fontcuberta, atípico pensador
Cuidado con las imágenes. Arañan. Provocan. Adormecen. Tanto Fontcuberta como W. J. T. Mitchell les otorgan capacidades sintientes y volitivas. El primero nos advierte del poder de las imágenes furiosas en un momento en el que hemos bajado la guardia mientras que el segundo se pregunta qué es exactamente lo que quieren de nosotros.
También Didi-Huberman las trata en ocasiones como objetos vivientes, sugiriendo su poder en 'Cuando las imágenes toman posición': «¿Por qué imágenes? Porque para saber hay que saber ver. Porque un 'documento es más difícil de refutar' que un discurso de opinión». Hoy día, para saber, hay que saber ver.
La postfotografía es lo que viene después de la fotografía. Antepone la prescripción de significados a la producción de obras. Incide en la crisis de la originalidad y la autoría. Difumina las fronteras entre disciplinas y contribuye a la atomización de los roles artísticos. Anuncia la muerte de la fotografía a la vez que preconiza su resurrección. Es la nueva forma en la que nos relacionamos con las imágenes; nos ayuda a entender el mundo. Por fortuna, la postfotografía también es disidente. Por eso se centra en la materialidad de los soportes, en 'el cuerpo' perdido en un contexto eminentemente virtual. Por eso reclama la vuelta al tacto, al papel, al fotolibro. Por eso Fontcuberta escudriña aquellas fotografías enfermas, con patologías, las que anuncian su derrota frente al tiempo, las que ya no conservan la memoria pero nos enseñan a mirar el trauma; los monstruos. No puedo negar que mi discurso artístico acaricia –cuando no depende de– muchas de estas ideas.
Aunque en cierto modo siga vigente la idea moderna de que la fotografía es una 'evidencia', en un momento en el que la apariencia ha sustituido a la verdad, Fontcuberta nos recuerda que la fotografía siempre miente. Lo verosímil no es lo verdadero. Todo es ficción. Pero la ficción puede ser la vía más directa para llegar hasta la verdad, solo es necesario conjugar la cautela con el espíritu crítico, sin renunciar a la capacidad de asombro que mueve todo razonamiento filosófico. Fontcuberta tuvo una epifanía al ver cómo se revelaba una fotografía. Yo conozco esa fascinación que no se agota; a mí me sigue pareciendo brujería que un ambrotipo sea positivo sobre un fondo negro y se convierta en negativo al colocarlo sobre un fondo blanco. Ver es dudar; pensar. Parafraseándole, diré que la fotografía ya no es el arte de la luz, sino de la lucidez.
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