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«Lo efímero lo llevamos escrito en el rostro. Somos salvajes enfrentados a un futuro que nos transmuta», dice Alberto García-Alix (León, 1956), Premio ... Nacional de Fotografía 1999 y uno de los fotógrafos españoles más singulares y celebrados. El artista leonés y el pintor, escultor y escenógrafo Ángel Haro, nacido en 1958 y estrechamente vinculado vital y profesionalmente a Murcia, protagonizan la exposición 'Tiempo y sombra', que puede disfrutarse hasta el 30 de enero de 2022 en el madrileño Museo Lázaro Galdiano. Esta muestra coincide en el tiempo con 'Reset', la recomendable individual de Haro en la Sala de Columnas del Palacio Almudí de Murcia –hasta el 7 de enero de 2022–.
«Hubo un tiempo en que el tiempo era el portador de los misterios», recuerda Haro a propósito de 'Tiempo y sombra'. «Un tiempo», prosigue, «donde habitaba entre las tinieblas la materia de los temores y deseos». «En ese entonces la luz era inconcreta, fluctuante, y la superficie donde se posaban las sombras, irregular y orgánica», añade. «Cada algo tenía su envergadura y hasta los espectros eran tangibles, presentes físicos», precisa. A juicio del artista, «las sombras fueron durante siglos la entrada a lo imaginado y su trasiego nos proporcionó el poder de influir en el ánimo de nuestros semejantes». «A ese oficio de prestado, que no acabamos de manejar sin torpeza, lo llamamos creación; y a su efecto, asombro», explica. Y «asombrar, sacar a la luz lo oculto, no es tarea fácil. Si se acaba aceptando la labor hay que faenar, a lomos de la providencia, entre el tiempo y lo oculto».
«En este ahora instantáneo e 'instagrámeo'», indica, «cualquier objeto o imagen por vastos que sean tienen irremediablemente el formato y la textura del LCD [pantalla de cristal líquido] que tenemos en nuestras manos». A su juicio, «creemos abreviar el tiempo necesario para acceder a la hondura de los misterios, pero es una simple quimera, un autoengaño. Repetimos la letanía tecnológica para no admitir que consumimos estímulos nonatos que solo alimentan la primera mirada». Y, precisamente, «de la necesidad de volver a pasar el tiempo necesario frente a las sombras para que surja el asombro, nace este diálogo [entre él y García-Alix] que se inició en París una noche de invierno del año 2004».
Ángel Haro
Begoña Torres, la comisaria de la exposición, defiende que «la tarea del arte consiste en explorar los límites de la experiencia, en mostrar la infinita y laberíntica complejidad de lo humano, indagando en la orilla de un abismo arriesgado y también compartido, capaz de conducirnos a zonas de la experiencia a las que, de otra manera y como meros espectadores, nunca hubiéramos tenido la osadía de asomarnos». Y está convencida de que «esto es precisamente lo que consiguen llevar a cabo Alix-Haro, Haro-Alix en esta exposición, que además de ser una apuesta muy valiente, es un proyecto de reflexión, una correspondencia estimulante y productiva entre dos artistas, sus maneras de hacer, sus trayectorias, sus dicciones, procedimientos y sus diversas capacidades técnicas».
Deja clara la comisaria que no se trata de una confrontación: «No es un combate o un duelo, es un 'cara a cara' que genera una intensa y genial complicidad, en la que cada uno cuenta con su propia voz». «Aun trabajando desde naturalezas que pueden parecer opuestas y a pesar de ser plenamente conscientes del carácter necesariamente incompleto y solitario de la experiencia creadora», añade, «ambos están dispuestos a explorar caminos que no muchos más se atreven a transitar».
(Alberto García-Alix
'Tiempo y sombra' es también «un diálogo entre los diversos lenguajes y medios artísticos –escultura, pintura, fotografía, video, etcétera–, donde los dos se desprenden de sus conocimientos previos para llegar a una nueva síntesis, a un replanteamiento del hecho artístico, que abordan desde caminos completamente personales y sensibilidades compartidas».
«Con el tiempo y la sombra como motivo central, como soporte de su propuesta», advierte Torres, «son capaces de adentrarse en un terreno que tiene mucho de inexplorado y de búsqueda personal, de tensión dialéctica entre temas tan fascinantes como el doble y el espejo, la realidad y la ficción, el 'otro' y el 'yo', la noche y el sueño, la ilusión y el engaño y la memoria y lo inasible, en un juego constante entre diversas iconografías y lenguajes que se entrecruzan y yuxtaponen.
En esta exposición conjunta, Haro y García-Alix consiguen «dar rienda suelta a su verdadera vocación: buscar en la realidad de la lucidez, del sueño, del recuerdo, de la alucinación y en cualquier otra parte». «Como en una proyección fantasmagórica», describe la comisaria, «se construye un discurso, una 'ficción', una alegoría llevada a cabo con imágenes 'confiscadas' uno del otro, 'canibalizándose' mutuamente en una muy particular metodología combinatoria, en la que se crean interesantísimas correspondencias entre la fotografía, la pintura, la escultura, el vídeo y el cine que activan inesperados rendimientos poéticos.
Torres cita, precisamente, la proyección titulada 'Tiempo y sombra' para destacar cómo «las sombras de ambos artistas se van encontrando, van buscando su modo de ajuste. Si permaneces unos pocos minutos ante estas imágenes enigmáticas –ya que el enigma es el signo de lo incompleto– puedes observar que todo cambia de forma, como sueños que esperan a ser interpretados, como impulsos que configuran en la superficie unas ondas que conducen a una profundidad virtual, inexplicable».
«Compartimos un diálogo. Nos fusionamos en un latido común y acompasado», reconoce García-Alix. 'Tiempo y sombra' es una exposición que sorprende. Por el misterio. Por la poesía. Por el talento de sus artífices. Por cómo te interroga y te atrapa.
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