Catedrático de Prehistoria
Pese a lograr el III Premio Nacional de Arqueología y a su proyección internacional, ambos yacimientos argáricos murcianos están faltos de apoyo y financiación
«Hay que saber morir tanto como saber vivir», dice el arqueólogo de prestigio internacional Vicente Lull, nacido de milagro en 1949 en La Plata ( ... Argentina) y promotor y alma del equipo científico de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) que excava y estudia los yacimientos de la Edad del Bronce de La Almoloya (Pliego) y La Bastida (Totana), y cuya labor, que alcanza un amplio eco en medios de comunicación de múltiples países, ha merecido el III Premio Nacional de Arqueología y Paleontología que otorga cada dos años la Fundación Palarq. Entre sus hallazgos más celebrados, la conocida como 'tumba principesca' de La Almoloya, cuyo rico ajuar sugiere que su ocupante, una mujer de unos 30 años, pudo ser, hace 4.000 años, la primera 'política' conocida del continente. Sus restos, junto a los de su compañero, se muestran de modo impactante en una sala especial del Museo Ciudad de Mula. Lull se encuentra estos días, precisamente, excavando en La Bastida, un lugar mágico que fascina al visitante. Curiosamente, la financiación con la que cuentan ha menguado de un modo incomprensible. Su equipo, del que está muy orgulloso, lo forman Rafael Micó, la murciana Eva Celdrán, Cristina Rihuete, Camila Oliart y Miguel Valerio.
-¿Cuándo empezó a excavar los yacimientos de La Bastida y en La Almoloya?
-En La Bastida en 2009, y en La Almoloya en 2013.
-¿Dónde puso un pie primero?
-Fui a ver La Bastida por primera vez con mi esposa, durante una especie de nuevo viaje de novios que estábamos haciendo, y aquello era un basurero total, una ruina absoluta con un edificio construido, para hacer como de centro de interpretación, también vacío y lleno de basuras; me cogí tal cabreo que me fui al Ayuntamiento a denunciar la situación. Me dijeron: '¿qué quiere que hagamos? Nosotros no tenemos medios, no tenemos nada'. Ya, les comenté yo, 'pero tienen que cuidarlo, de alguna manera es su obligación'. Y entonces me propusieron: 'Mejor hable usted con las autoridades de Murcia'. Y me fui corriendo a Murcia con la misma idea, la de decirles '¡por favor, hagan ustedes algo, esto es una vergüenza!'. En ese momento estaba de director general [de Patrimonio y Bienes Culturales] José Miguel Noguera, y le repetí: 'Esto no puede ser, lo siento mucho, esto es un desastre'. Recuerdo lo que me dijo: '¿Y qué harías tú?'. Pues hacer un proyecto, conseguir un parque arqueológico...; para eso es preciso que las autoridades se impliquen y lograr dinero de todas partes. Entonces me planteó: « Si vosotros colaboráis, nosotros colaboramos». Cuando el Ministerio de Industria concedió a mi equipo de trabajo un presupuesto extraordinario para aplicar informática a la arqueología, y disponíamos de dinero para emprender una gran excavación donde quisiéramos, llegamos a un acuerdo con las autoridades murcianas, fue importante la implicación del entonces consejero de Cultura, Pedro Alberto Cruz, para que se implicasen económicamente en un proyecto magnífico en La Bastida. Desde el 2008 al 2012, el proyecto se fue desarrollando gracias, por un lado, a la Consejería de Cultura, por otro al Ministerio de Industria y, por otro a la Universidad Autónoma de Barcelona. Aquella ruina fue cobrando un aspecto cada vez mejor. Hoy, La Bastida es un referente internacional de primer orden.
-¿Y La Almoloya?
-Cuando se acabaron las subvenciones, ya sin dinero, en los años 2013 y 2014 ya no se podía hacer nada en La Bastida. La UAB nos dijo que no podía seguir subvencionando si las autoridades no contribuían también. Entonces fue cuando pensé: 'Es el momento, o bien de marcharnos ya y estudiar los materiales excavados, o bien de probar con un poblado que habíamos conocido desde hacía tiempo, La Almoloya, en Pliego, e ir allí a excavar. Pero como ese poblado era privado, propiedad de Cefusa, de los [hermanos] Fuertes, fui a verles a ver qué se podía hacer. También les dije que en España, por ley, los propietarios de los yacimientos los tienen que cuidar, lo mismo si se trata de un ayuntamiento que de un particular. La Almoloya estaba siendo de alguna manera expoliado y corría el riesgo de perderse. Les hablé de que la UAB invertiría en el yacimiento si ellos también lo hacían, y aceptaron. Y gracias a la financiación de ambas partes, pudimos excavar del 2013 al 2016 sin parar.
-Con un resultado inesperado...
-...La Almoloya ha sido el descubrimiento del siglo, porque es toda una ciudad completa de la Edad del Bronce, algo que no se ha visto hasta ahora en Europa continental. Toda la ciudad tardía está ya prácticamente completa, solo falta un 20% por excavar. La Comunidad Autónoma participó también en proyectos de restauración y conservación. Hace dos años, por ejemplo, colaboraron para que las estructuras no se vinieran abajo; o sea, que han empezado a ayudar un poco, pero no al nivel que merecen los yacimientos. Pero, bueno, supongo que ahora, con el respaldo del premio y con el Ministerio de Cultura muy implicado...; el Ministerio necesita que la Comunidad se implique, porque los servicios de Arqueología están traspasados a Murcia; la responsabilidad es murciana. Entonces, ¿qué ocurre? Pues que si Murcia no solicita la ayuda del Ministerio, este no puede ayudar a Murcia.
Ayuda
-¿Y en qué punto estamos?
-Estábamos más o menos bien, porque el consejero de Cultura [ahora en funciones], Marcos Ortuño, apoyaba absolutamente y estaba dispuesto a solicitar la ayuda del Ministerio y a ver cómo se puede sufragar de aquí en el futuro una conservación de esos dos yacimientos tan emblemáticos. Pero llegaron las elecciones [autonómicas], ahora vienen las nacionales, y no sabemos qué pasará.
-¿Quién está sufragando la excavación de este verano en La Almoloya?
-Pues, por muy extraño que parezca, este año ni siquiera contamos, por primera vez, con la ayuda de los propietarios. La estamos sufragando solo con el apoyo de la UAB y con la ayuda del Ayuntamiento de Pliego en cuestiones de logística, de manutención y alojamiento. Ya llevamos dos años seguidos sin más ayudas, y claro, la UAB empieza a pensar que ya está bien, que esto no puede ser.
-¿Qué es lo que no acabamos de entender en esta Región con respecto a estos dos yacimientos?
-La proyección internacional de la Región ha sido enorme. Son sin duda los más conocidos de la Edad del Bronce de toda Europa continental, y apareció en 2014 el tesoro funerario más importante hallado en la Península Ibérica en 120 años; ahora, con La Almoloya, hemos empezado a ver que la gente de aquí también se interesa, pero resulta curioso que haya, en un plano como más intelectual, quienes consideran a La Bastida y La Alomoloya como a cualquier otro poblado romano o árabe.
-¿Y se equivocan?
-Sí, porque no son lo mismo. La Almoloya y La Bastida son monumentos argáricos únicos, y son nuestra responsabilidad. Tenemos una obligación doble, porque si los dejamos abandonados, es como si nos estuviéramos arruinando nosotros; ¡ya hablo como un murciano! [Sonríe]. Es lo que diría Eva Celdrán, que está en nuestro equipo, es murciana y está cada vez más atacada en el sentido de que le cabrea muchísimo que la gente no se dé cuenta de que hablamos de algo único en la historia y en la prehistoria de Murcia, y también de Europa, por supuesto. Estamos muy contentos de que Murcia actualmente, gracias a estos dos poblados, esté en boca de todo dios en la prensa europea.
-¿Qué cuesta cada campaña?
-Alrededor de 36.000 euros, y si quieres hacer una campaña seria, lo que gastábamos en La Bastida era del orden de los 120.000 euros. Con los 80.000 euros del premio tenemos para pagar unas cuantas analíticas y unos cuantos ADN de gente [de los enterramientos], pero necesitamos que haya un proyecto que mantenga los poblados, que no se deterioren, que se mantengan y se conserven. Ahora ya no hay perdón ante una falta de interés público en hacerlo, ya sabemos que no son iguales que cualquier otro yacimiento.
-¿Se puede seguir manteniendo el titular de prensa 'La Bastida, la Troya de occidente'?
-[Sonríe] Fue una brillante idea que se le ocurrió a un periodista, Jacinto Antón. Es uno de los pocos yacimientos en el Levante mediterráneo que tiene murallas cuadrangulares macizas de piedra. En el caso de La Almoloya, como es el único yacimiento de La Edad del Bronce que se ve completo, a otro periodista se le ocurrió la idea de que era como Pompeya. Todo esto favorece las visitas, pero La Almoloya y La Bastida no son Pompeya ni Troya, ni falta que les hace porque son únicos. Además, Troya como yacimiento tiene el apoyo impagable de la 'Iliada' de Homero; si lo visitas ves cositas, pero nada por ejemplo de la Edad del Bronce. Si comparas La Bastida con Troya, digo con plena seguridad que no hay color. En el plano arqueológico, somos mucho mejores en La Bastida que en Troya. Y en el caso de La Almoloya, como le dije, es una ciudad única porque no las hay de la Edad del Bronce que se puedan visitar.
Las frases
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Los inicios «Cuando vi La Bastida por primera vez era un basurero; me cogí tal cabreo que fui a denunciar la situación»
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Un logro «La proyección internacional de la Región ha sido enorme»
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Financiación «Este año ni siquiera contamos, por primera vez, con la ayuda de los propietarios»
-También se suele decir que en La Almoloya se encuentra el 'primer parlamento europeo'.
-Eso es un error porque un parlamento, por definición, es un lugar donde una serie de ciudadanos pueden decir lo que piensan, y por lo tanto no tienen trabas y son librepensantes, entre comillas. Lo que sabemos es que en La Almoloya hubo unas personas que mandaron, que fueron enterrados en un lugar prioritario, al lado de un lugar que es, entre comillas, político y sagrado; y más en concreto, creo que era una mujer la que controlaba y dominaba, en un contexto de existencia de una pirámide social. No se trata pues de un parlamento democrático, ni tampoco de una monarquía parlamentaria; seguramente, estos individuos de la élite organizan las cosas, y reúnen muy posiblemente a los jefes de los alrededores en una estancia dispuesta para que, por lo menos, cincuenta culos puedan aposentarse.
-¿Y cómo llamamos entonces a este lugar?
-Yo le llamaría, o bien un consejo o bien una sala de reuniones. En toda Europa, es el primer recinto al que se le puede otorgar una naturaleza política; un lugar de reunión y asociación donde no se consume, no se produce ni se hace ninguna de las actividades que en general se llevan a cabo en los demás ámbitos construidos. Por lo tanto, un lugar que no produce nada salvo palabras, ideas, consejos, directrices, órdenes, es un lugar político.
Ella y Él
-En el Museo Ciudad de Mula se expone en una sala especial el tesoro funerario de La Almoloya, con los esqueletos de los 'gobernantes' del lugar, a los que usted llama Ella y Él, sin más. La contemplación de ambos junto a sus joyas es espectacular. El Museo Nacional de Antropología ha decidido recientemente, de momento, dejar de exponer sus restos humanos por considerar que merecen un tratamiento distinto al de bienes culturales. ¿Qué opina usted?
-Este debate es muy apreciado por los norteamericanos, a partir del conflicto que les supone lo que hicieron con los indios de las praderas. Lo que yo considero es que mi cuerpo solo me pertenece a mí, y esa propiedad personal desaparece en el momento en que nuestro cuerpo, ya cadáver, no es nuestro ya, ni de nadie, es público. Es decir, una persona muere y la gente puede honrarla, puede enterrarla, pero considerar que aquel cuerpo sigue siendo suyo o de su familia, como hacen las personas en los panteones, me parece un exceso, ¿no? Esos cuerpos son, digamos, de la comunidad, que puede hacer con ellos lo que decida. Si decide que se pueden exponer, se exponen; que deciden que no se puede exponer, pues no se exponen. Son un bien público, no privado. Todo lo que nosotros sacamos de estos yacimientos pasa a ser patrimonio del Estado porque se trata de un bien público.
-¿Qué le parece cómo han quedado expuestos Ella y Él?
-La manera de exhibirlos, los auténticos cuerpos, se ha llevado a cabo con todo respeto y muy bien. Lo único que no me gusta es la restauración que se ha llevado a cabo de algunas piezas del tesoro, creo que demasiado cautelosa en el sentido de cubrir, por así decirlo, los elementos de plata. Hay otras opciones con las que la plata se luciría más, porque ha quedado como oscurecida. Pero ha sido una decisión que no hemos tomado nosotros, que tan solo hicimos los primeros auxilios para mantenerlo tal y como se descubrió. En cualquier caso, hay unas metodologías punteras de restauración que permiten devolverle a la plata gran parte de su esplendor. Creo que se podría, de alguna manera, restituir lo hecho cuando lleguemos a acuerdos científicos, no de exposición, con el Museo Arqueológico Regional (MAR).
Los materiales son de la Comunidad Autónoma, que es la que decide dónde van y qué se hace con ellos. Y en este caso, y creo que con buen tino, decidió que toda la colección esté en [el Museo Ciudad de] Mula. Aunque en cuanto a la restauración creo que se podría haber hecho un esfuerzo mayor, la idea de riqueza está de sobra plasmada en la exposición. Y la muestra de los cuerpos es espectacular, sin trampa ni cartón, con todos los elementos óseos conservados en la urna donde aparecieron, también expuesta en la sala. Para nosotros no son ni reyes ni princesas, sino precisamente los que mandan, Ella y Él, la dirigente y el dirigente, los únicos mandatarios que tiene La Almoloya en una época en la que no hay nadie de su categoría social en todo el poblado. En cambio, en la época anterior hay seis personas que están mandando a la vez. De una oligarquía se pasa, digamos, en términos actuales, a una especie de... me resisto a decir monarquía [ríe]. De una oligarquía se pasa a la jefatura de una o dos personas.
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