El 'boom' de la almendra también llega a su cáscara
La obtención de nuevas variedades y el cultivo en setos que se están desarrollando en la Región favorece incrementos de las cosechas de los que también se pueden aprovechar subproductos que ahora se desperdician
El sector de la almendra experimenta desde hace unos años un auge que llega de tierras californianas y también tira de las producciones de la Región. El éxito de unas nuevas variedades y técnicas sitúan a nuestra geografía como protagonista de este singular boom, no exento de altibajos. La notable atención que está prestando a la promoción mundial de este producto el Estado norteamericano, donde más almendras se producen del planeta, está impulsando un sector que, como consecuencia, experimenta importantes transformaciones, y del que se pueden obtener aprovechamientos extras a partir de un subproducto que ahora simplemente se tira: sus cáscaras.
Una de las mejoras que está favoreciendo las producciones es la obtención de nuevas variedades. En este ámbito, el Grupo de Mejora de Genética de Frutales del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC), con sede en Murcia, ha obtenido tal éxito que acaba de ser premiado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Los nuevos taxones de floración extratardía y autocompatibles desarrollados por el grupo que encabeza el investigador Federico Dicenta están permitiendo transformar en áreas de almendro grandes extensiones de la península ibérica en las que, hasta ahora, solo era posible cultivar poco más que cereales, por tratarse de entornos muy fríos.
Con este logro se contribuye al objetivo que Dicenta asegura que precisa el sector: «La industria española necesita el doble de almendra de la que producimos actualmente para el consumo nacional y la exportación». Para lograrlo también está contribuyendo otro desarrollo promocionado desde una institución científica de la Región de Murcia. En este caso se trata de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), que en los últimos años se afana por divulgar la producción superintensiva en seto de unos almendros que tradicionalmente han crecido por estas tierras en campos de secano. Para este cometido mantienen abierta una plataforma especifica denominada Synergynuts.
«Aprovechar al máximo»
Todo esto está impulsando un notable aumento en los números del sector del almendro en la Región de Murcia. De 2014 a 2022, último año del que hay estadísticas oficiales, la superficie cultivada ha crecido más de un 25%, hasta casi 85.000 hectáreas, lo que equivale a más del doble de los cultivos en regadío de todo el Campo de Cartagena, y ha permitido un aumento de la producción superior al 80% en el mismo periodo.
En ocho años, la superficie de almendros ha crecido en la Región un 25% y su producción, un 80%
Ahora, la plataforma Synergynuts de la UPCT aboga por «aprovechar al máximo» estos incrementos extendiendo las ganancias a ala cáscara de las almendras, «un recurso con múltiples aplicaciones en agricultura, energía y sostenibilidd». En un artículo divulgado en el marco de esta iniciativa se exhorta directamente a los agricultores sobre este subproducto: «No lo deseches, ¿puede ser más útil de lo que imaginas!».
En palabras del ingeniero agrícola Mario González-Mohíno Palacios, la cáscara de almendra, «a menudo considerada un simple residuo, en realidad es un subproducto con alto potencial energético, agrícola y económico». Y pone como ejemplo cuatro usos destacados: como biocombustible, para mejorar el suelo agrícola, el compostaje e incluso directamente para su venta.
La promoción del producto que está haciendo California está tirando del sector mundial, incluida la Región de Murcia
Como biocombustible, señala el experto, la cáscara de almendra guarda un «alto poder calorífico», que lo convierte en apropiado para su uso en «calderas de calefacción doméstica e industrial. Es un combustible natural, económico y renovable».
Como elemento de mejora del suelo de cultivo, el ingeniero agrícola apunta a que su aplicación en forma de acolchado para el terreno «ayuda a conservar la humedad, reducir la erosión y evitar malas hierbas. Además, se descompone lentamente, mejorando la estructura del terreno».
Federico Dicenta cree que la industria española «necesita el doble de almendra de la que producimos actualmente»
Para el compostaje, detalla, «gracias a su contenido en lignina, la cáscara actúa como material estructurante en pilas de compost». González-Mohíno incide en este punto en que «mejora la aireación y equilibra la humedad, lo que acelera el proceso de descomposición».
Y como producto para su venta directa, explica que es una práctica creciente, «sobre todo en zonas con industrias agroalimentarias». Su comercialización puede realizare tanto a granel como triturado o bien «en sacas para biomasa, compost o construcción natural».
Material de relleno
Además de estos cuatro empleos, la cáscara de almendra también se puede utilizar como material de relleno en construcción ecológica, como sustrato para plantas ornamentales o semilleros, para fabricar lechos de uso animal por su capacidad absorbente, como filtro natural en procesos de depuración y como ingrediente de cosméticos exfoliantes.
Desde la plataforma Synergynuts se advierte acerca de la cáscara de almendra: «No la deseches, ¿puede ser más útil de lo que imaginas!»
El aprovechamiento de este subproducto, resume el especialista, «reduce residuos y mejora la sostenibilidad, genera valor añadido en la cadena del almendro, ofrece un recurso gratuito o de bajo coste», y finalmente, «contribuye a una economía circular agrícola». Ya no deberíamos mirar de la misma manera a estas cáscaras que nos separan del preciado fruto.
