Antonio Marín Albalate: El poeta que ama a los músicos
Publicaciones. Ha ideado, escrito y coordinado libros temáticos sobre Serrat, Ramoncín, Patxi Andión, Manolo Tena, Leonard Cohen y Demis Roussos
Amigo de escritores y de músicos, a los que ama, el poeta Antonio Marín Albalate (Cartagena, 1955), autor de poemarios como 'Una vieja chistera sin ... gracia ninguna' (La Fea Burguesía), está de acuerdo, con su colega fallecido Patxi Andión, en que «siempre es nunca y nunca es siempre. Nunca», así como en que «nunca es siempre y siempre es nunca. Siempre». Tras los libros publicados en homenaje a Joan Manuel Serrat, a Ramoncín y al citado autor de 'Uno, dos y tres', que aproximan a sus vidas y trayectorias artísticas, «este maldito tiempo de pandemia» le ha servido para escribir otras tres obras dedicadas a sus músicos y compositores preferidos. Hablamos de 'Manolo Tena. El único habitante de la luna' (Entrelíneas Editores, 2021); 'Leonard Cohen/Demis Roussos. Una isla en clave de Sol' (Ediciones Vitruvio, 2021), «con un más que generoso prólogo de mi querido y admirado José Luis Ferris y unos dibujos magníficos de Eugenio Rivera»; y 'Sisa-Serrat. Poeta Cabanyes 82 / 95', «de próxima aparición en la jerezana Dalya, con una viñeta genial del pintor hiperrealista Pablo Carnero».
–¿Por qué esa pasión suya por publicar libros sobre músicos?
—La culpa la tiene Serrat. Desde muy joven me chifló su manera de componer y cantar tanto en catalán como en castellano. Muchas son las veces que le vi en directo, cada vez que venía a Murcia o a Cartagena, y al final, como buen fan, me ponía en la cola en busca del autógrafo y de la foto que inmortalizara el momento. Todo empezó a finales de los 90 cuando se me ocurrió la idea de construir un artefacto literario en homenaje a su grandeza artística. Fue un trabajo, sin poco esfuerzo por mi parte, que llevó la firma de muchos poetas, músicos y cantantes del panorama nacional e internacional. Digamos que hicieron los deberes por mí y mejor que yo. Algo de jeta por mi parte hubo, sí, pero fue una oportunidad para que voces distintas opinasen sobre una figura, indiscutible número uno, que ya había trascendido todas las fronteras. En ese libro, 'Tributo a Serrat', publicado en 2007 por Rama Lama Music, gracias a la generosidad de José Ramón Pardo, podemos hallar textos tan hermosos como, por ejemplo, los de Pedro Guerrero, Juana J. Marín Saura, Benjamín Prado, Miguel Ríos, Gustavo Martín Garzo, Jaume Sisa, Luis Alberto de Cuenca, Pablo Guerrero, Luis Antonio de Villena, Alberto Cortez, Ramoncín, Patxi Andión o Daniel Viglietti, con quien, por cierto, me vi hablando una noche por teléfono a propósito de su texto todavía por llegar. Guardo para siempre, en el disco duro de mi memoria, la voz y las palabras del gran cantor uruguayo lamentablemente fallecido en 2017.
Después, 'Serrat fe de vida', publicado por la jerezana Editorial Dalya, resultaría ser una revisión y puesta al día de aquel lejano 'Tributo' con más implicación por mi parte, en cuanto a 'escribidor', y con distinto enfoque; y se añadieron nuevos nombres, como el de nuestro universal Francisco Javier Díez de Revenga,
–¿De Serrat qué destacaría?
–Serrat es, sobre todas las cosas, coherencia y actitud. Su defensa del planeta y de las causas justas, supone un ejemplo a seguir. Serrat es único. Creo que España le debe el haber llevado su cultura, sus costumbres y sus poetas por más de medio mundo. Y, claro, le debe su lucha por las libertades y por la democracia –no olvidemos su exilio mexicano–. Se ha sentido siempre ciudadano del mundo sin olvidar, claro, sus raíces catalano aragonesas. No en vano le gusta definirse como un 'latinoamericano de Barcelona'.
–¿'Mediterráneo' es su mayor logro?
–A decir de los entendidos, lo es por su compleja música y, desde luego, por su letra tan total. 'Mediterráneo' ya es parte del mundo de habla castellana. Pasará mucho tiempo y seguirá escuchándose, quizá hasta se olvide quién la compuso para pasar al cancionero universal que es, a fin de cuentas, el sueño de todo artista. Serrat lo sabe. Todos lo sabemos. No obstante si tuviera que elegir, en este momento, su mejor canción sería 'Tordos y caracoles', de su álbum '1978'. Es de esas canciones para él olvidadas en sus recitales. Es de desear que en esta gira de despedida, qué mal suena esta palabra, llamada 'El vicio de cantar', la rescate.
Marcial Lafuente Estefanía
–¿A la música qué le debe?
–A la música le debo lo poco que sé sobre literatura. Me explico. Siempre dije, no es una 'boutade', que yo me inicié en la escritura leyendo infatigablemente a don Marcial Lafuente Estefanía. Luego vendrían las conocidas 'Doloras' de Campoamor y también Zorrilla, regalo de mi querida y añorada madre, en aquellas ediciones de bolsillo que la editorial Bruguera comercializaba en los kioskos de periódicos y tebeos de la época. Machado y Hernández, como a tantos de mi generación –carentes de una buena biblioteca en aquella España pobre y analfabeta–, llegarían a través de Serrat. En mi caso éste me llevaría al mayor difusor de los poetas: Paco Ibáñez. Por tanto, mi gran deuda con la música tiene que ver con los cantores de los poetas. Y también porque, escuchando a Mahler o Vivaldi –también los clásicos me gustan–, hallo inspiración para pensar las palabras posibles para acaso un verso digno de existir.
– ¿Qué encuentra en la música que no halla en la poesía?
—En la música, paradójicamente o no, encuentro la poesía. De tal manera que suelo decir que escucho un buen libro como leo un excelente disco. Cuando hablo de música me refiero, obviamente, a la cantada por aquellas voces que siempre me atraparon y me atrapan. Porque uno debe estar con el oído atento a las nuevas generaciones. Yo no comparto, en modo alguno, eso de que 'en mi época sí que se hacía buena música'. Había buena y mala, como ahora. Por eso sigo atento a esos jóvenes que ya están ahí demostrando su talento como Pedro Pastor Guerra o Montse Catellà, por citar a dos.
–¿Por qué se lanzó usted también a cantar y contar en discos?
–Teniendo en cuenta que apenas sé distinguir las notas del pentagrama –¿o habría que decir pentadrama?–, y mucho menos cantar, soy 'músico' por la gracia de Euterpe que me aconsejó apartarme un tanto así del verso. Ella siempre me ha leído con amor y últimamente veía cómo mis nuevos poemas eran una prolongación de los ya editados. De modo que le hice caso y comencé esta andadura de cantar y contar, en libros para oír, las andanzas de mis admirados artistas de siempre. Tengo un disco en proceso de elaboración, 'En Cantado'.
–¿Qué músicos y compositores le han influido más y por qué?
—Muchos son los nombres pero citaré unos pocos; como se verá, no todos pueden etiquetarse dentro del orbe de la cantautoría entiendo ésta, en su versión más elemental, como un señor con un pie en una silla, una guitarra y un micrófono. Para mí cantautor es todo artista que compone e interpreta sus canciones. Patxi Andión, por la fuerza de su voz y de sus versos y, posteriormente cuando tuve el lujo de conocerle y sentirme su amigo, por su humana grandeza. Me otorgó el regalo de su amistad y de ponerle música y cantar una letra, inspirada en El Bosco, llamada 'La nave de los locos'. Cuando sucedió el terrible accidente, un 18 de diciembre de 2019, fue como un mazazo que quedó reflejado en este poema que sería publicado por La Fea Burguesía en 2020, dentro del libro 'Una vieja chistera sin gracia ninguna': «De pronto esa llamada del amigo, / la mala noticia temblando en su voz. / Y no saber qué decir. / Desde entonces no saber qué decir / porque todas las palabras posibles / cayeron, por su peso, en desgracia./ Desde entonces tu nombre / y esta desolación que no cesa».
También, cambiando de registro, mi gran amigo Ramoncín, a quien tuve el honor de hacerle un libro 'Ramoncín. El corazón de la ciudad' (Editorial Dalya, 2018), con reconocidos nombres de todas las disciplinas artísticas y del mundo de la política (Raphael, Miguel Bosé, Pablo Motos, Javier Méndez Flores, Víctor Manuel o José Bono). Pienso que era muy merecedor de ello aunque lo idease alguien como yo desde una ciudad de provincias.
–De la obra y personalidad de Manolo Tena, ¿qué le atrapa?
–Manolo Tena empezó a interesarme desde los tiempos del grupo Cucharada, con aquel rompedor LP 'El limpiabotas que quería ser torero' (1979), ¡¡¡y cómo no con la banda Alarma!!!, que duró un par de discos. Después comenzaría su carrera en solitario, siempre marcada por sus adicciones que nunca ocultó, con discos tan geniales como 'Tan raro' (1988), 'Sangre española' (1992), 'Las mentiras del viento' (1995), 'Insólito' (2000), o el último, 'Casualidades' (2015), que es uno de sus mejores discos. Nos dejó un legado impresionante. No tuve la suerte de conocerle, aunque sí a sus más allegados, y por eso escribí el ya citado libro al que acompaña un estupendo prólogo del reconocido periodista y escritor Javier Menéndez Flores, quien, sin apenas conocerme, me otorgó ese regalo. Y más teniendo en cuenta que lo pillaba concluyendo su novela 'Todos nosotros' (Planeta, 2020) que, por cierto, recibió muy merecidamente el Premio Cartagena Negra 2021.
–¿Qué más resaltaría de él?
–De sus canciones destaco su indiscutible lírica. Manolo Tena era un poeta, aunque los ortodoxos de la cosa literaria se rasguen las vestiduras; lo era por su manera de entender el mundo y porque aprendió muy pronto a escribir de verdad, con voz propia. En esto le ayudó mucho su amigo Juan Sevillano, poeta que deberíamos conocer. Manolo llamaba a Juan su maestro. Por él descubrió a Lorca y a César Vallejo, por ejemplo. 'Poeta en Nueva York' es un libro que le impactó tanto como a Leonard Cohen, cuando lo descubrió en su día. De su vida me impresionó siempre su fuerza de voluntad ante las dificultades, sus ganas de vivir, su ser verdadero de una humanidad fuera de lo común.
Breviario
–¿Qué será lo próximo?
–Se halla en el horno el libro 'Sisa-Serrat'. Aunque son muchos los libros que se han escrito sobre Serrat –quien más y mejor mi amigo Luis García Gil–, son contados los que hablan de Sisa. Pero ninguno, creo, dedicado a ambos cantantes con motivo de la calle donde darían sus primeros pasos. Así que pensé en 'Sisa-Serrat. Poeta Cabanyes, 82 / 95' –Sisa nacería en el número 82 y Serrat en el 95–. A este libro le acompañan sendos introitos de Quimi Portet y Oriol Tramvia.
También tengo a punto el libro 'Ruleta Musa', un breviario de verso corto y, supongo, alcance más corto todavía. Y un libro, casi concluido, dedicado a mi amigo José Luis Rodríguez Morcuende, el que fuera bajista del grupo Ñu, que no para de sacar discos y libros dentro de su línea de rock progresivo. Y otro, ya empezado, sobre Miguel Ángel López Escámez, que ya graba con bandas internacionales y es conocido como el 'Cachorro'. ¡Y ya caerá mi ya viejo amigo Antonio Fidel, otro grande! [Risas].
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