No nos pertenece la maravilla de hoy
'Venir desde tan lejos' es el nuevo poemario de Eloy Sánchez Rosillo
Tras publicar una docena de poemarios y obtener el Premio Nacional de la Crítica, regresa Eloy Sánchez Rosillo al panorama poético nacional con otro gran ... título y una nueva versión lírica de su personalidad de poeta clásico que parece estar escribiendo siempre el mismo libro y es, sin embargo, siempre un libro diferente, de sus primeros versos elegíacos, con los que eclosionó en el mundo de las letras, 'Maneras de estar solo', con el que ganó el Premio Adonáis de 1977; 'Elegías y autorretratos', pasando por 'La vida', 'La certeza' u 'Oír la luz', en el que el tono se vuelve hímnico, optimista y celebratorio hasta estos últimos poemarios en los que se oscurece la voz y el escritor se torna más reflexivo y sentencioso: «Cómo ha llegado uno hasta este día, / nadie puede decirlo, / y uno menos que nadie, / No. No ha habido un camino solamente/ desde el albor remoto. / Casi infinitos fueron , / y enmarañados entre sí, enredados, / en un indescifrable laberinto».
Es otra vez un canto a los temas centrales de su literatura, otra vez el paraíso de la infancia, otra vez aquel dolor remoto que cambió su vida: «Herida de mi infancia, que aún fulgura, / pues nunca se ha cerrado». En esta ocasión el poeta no se lamenta ni canta a la vida, aunque también haga esto, pero por debajo de sus palabras y de sus versos notamos una corriente densa de verdad y pensamiento, como apunta en el poema titulado 'Tanta quietud moviéndose': «La vida es esto: / Tanta quietud moviéndose, / estar con nadie y conversar con todo'.
Ese dulce panteísmo del poeta dios que mira las cosas desde arriba y las encuentra bellas y dulces, aunque no pueda evitar reseñar algún defecto, alguna falla: «Era un saber muy hondo el de la muerte, / muy persuasivo y sin explicaciones. / Así lo vivió entonces el que fui / antes de ser yo mismo».
'Venir desde tan lejos'
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Autor Eloy Sánchez Rosillo.
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Editorial Tusquets.
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Precio 16 euros. 144 pág.
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Más información eloysanchezrosillo.com
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Los temas no han cambiado a lo largo de su obra desde aquel primer libro sorprendente, lo que ha cambiado tal vez haya sido la música con la que envuelve sus palabras, desde aquella primera obsesión elegíaca en la que parecía estar constantemente perdiendo algo, a pesar de su juventud y de su vigor, la alegría siguiente para nombrar la vida cuando los años iban pesándole y esta final mirada más solemne y de mayor carga ética. Con ella nos advierte de su posición de privilegio frente a la existencia y a la experiencia que ha venido adquiriendo con los años pero en la que tampoco faltan el pasmo por lo que se ha ido tan rápido y la admiración absoluta por esa luz constante, pues estamos en la etapa madura de Eloy, en su máxima concentración de saber, que ha sido vivir, amar y padecer los rigores de la existencia.
Todo esto lo ha compartido con sus particulares maneras de estar solo, con ese verso luminoso, clásico y bien templado de un poeta bardoúnico que está llegando paso a paso a la cima de su verdad y de su misterio mientras nos regala cada uno de sus descubrimientos: «Qué mañana tan clara, dice alguien / y ningún daño teme, qué aire tibio: / en la piel se remansa mientras que / lo respiro indolente en mi silencio».
Este 'Venir desde tan lejos' no es otra cosa que los años acumulados de un hombre que se acerca a la vejez con paso sereno y dulce mientras recopila, sigue recopilando los episodios de una existencia plena, como si antes de llegar al fin se detuviera en el camino e hiciera examen de conciencia: «Me pregunto qué fue lo que pasó / unos días apenas respiramos muy cerca, en la íntima alegría de estar juntos. / Y algo ocurrió en el sueño: ya no estabas. / Qué habrá sido de ti».
Nos recuerdan estos últimos versos en su tono al carácter sentencioso de los autores barrocos españoles y a su relación con el paso del tiempo y la fugacidad de la vida, porque Eloy es un poeta clásico por encima de todo, como lo son todos los grandes, de escritura sencilla y clara pero de oscuridades anímicas o de profundos pensamientos a veces insondables. Pues la sencillez de estilo no anda reñida en absoluto con la hondura de ideas y de emociones que el poeta despliega en cada uno de sus libros: «La más honda verdad es conocer / que no nos pertenece la maravilla de hoy / -por más que sea tan nuestra mientras nos acompaña- / y que en cualquier instante palparemos su ausencia».
No cesa el poeta en todo el libro de reflexionar, de meditar sobre los asuntos fundamentales del vivir, sobre el lamento del último día, como viene siendo la obligación de los mejores poetas vatescastellanos desde Manrique: «No, no es posible imaginar el día / en el que al cabo habremos de partir para siempre. / Y está bien que así sea».
El tema de la muerte comienza a aparecer en sus poemas de una manera más frecuente, no como un tópico literario insoslayable, sino como un asunto cercano que empieza a darnos miedo y del que no tenemos más remedio que escribir, aunque sea del modo natural con que lo hace Eloy, pues hasta lo más sublime o terrible tiene en sus palabras un acomodo de cotidianidad habitual como si la vida y la muerte no tuviesen ya secretos para él, uno de los mejores poetas españoles de los últimos años, ajeno a etiquetas y a grupos literarios, concienzudo y decidido, con una ambición literaria y una verdad poética que nos han subyugado desde sus primeros libros, un autor fuera de modas que aspira en soledad a la perfección y que la ha ido consiguiendo con el paso de los años y una docena de títulos con los que nos ha ido sorprendiendo a sus lectores entrega tras entrega, porque nunca dejó de escribir sobre nuestros mismos intereses para iluminarnos el camino que andábamos junto a él.
Así que no nos queda más remedio que agradecerle sus versos y aguardar impacientes la próxima remesa.
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