Carlos del Amor: «Hoy, ese perro de Goya asomando la cabeza somos todos»
Ensayo. Carlos del Amor publica 'Emocionarte. La doble vida de los cuadros', que ha merecido por unanimidad del jurado el Premio Espasa 2020, y en el que mezcla la documentación sobre las obras seleccionadas con historias de hondo calado poético e intimista
Empezamos: 'Las etapas de la vida', el también famoso cuadro del autor de 'El caminante sobre las nubes', el pintor Caspar David Friedrich, quien lo ... pintó en 1835, es una obra que también emociona. Te seduce. Según el periodista y escritor murciano Carlos del Amor, nacido en 1974 y que ha logrado, por unanimidad del jurado, el Premio Espasa de Ensayo 2020 con 'Emocionarte', esa emoción tiene que ver con las marcas en el alma con las que vivía el artista. «Es indudable que a Caspar David Friedrich», cuenta, «le marcó la muerte de su hermano Johann, que perdió la vida después de haber conseguido rescatarle del hielo». Un episodio que así de bien describe el periodista y escritor, excepcional contador de historias, imaginando cómo lo narraría el propio Caspar David Friedrich: «Desayunamos todos juntos y luego decidí ir a patinar sobre un hielo que reflejaba de tal manera el cielo que, viéndolo desde lejos, todo parecía uno. Recuerdo que a pesar del abrigo tenía algo de frío». Y añade: «Me puse a patinar. La nariz se me helaba; del interior aún caliente de mi cuerpo salía aire que, al entrar en contacto con el exterior, provocaba un humo digno de una hoguera. No escuché, o no recuerdo haber escuchado, el crujido. Solo recuerdo que el suelo se abrió debajo de mí y el frío lo invadió todo». En ese momento, «empecé a agitar los brazos, movía las piernas sin cesar; cada vez que intentaba apoyarme en alguna placa de hielo, esta se rompía y volvía la desesperación. Mis fuerzas empezaban a debilitarse y alcancé a pedir socorro». Entonces, «al poco adiviné la figura borrosa de un chico corriendo hacia mí. Era mi hermano Johan. Me cogió de los brazos y me arrastró hacia fuera; no sé si llegué a perder el conocimiento. Recuerdo el cielo azul helador y volver a escuchar crujir el hielo. Giré la cabeza y mi hermano no estaba. ¿Johann? ¿Johann? No, yo no debería estar aquí, viendo este atardecer. Mi vida ha sido una vida regalada».
Cree Del Amor que «es indudable que a Caspar David Friedrich le marcó la muerte de su hermano Johann, que perdió la vida después de haber conseguido rescatarle del hielo. El sentimiento de culpa parece que le acompañó siempre». En 'Las etapas de la vida', una obra que se cree que se pintó en la costa de Wilton, «un Friedrich con su inseparable bastón contempla a sus tres hijos sentados sobre un saliente, y a su sobrino de pie. El presente y el futuro frente a alguien que empieza a considerarse pasado». En cuanto a los barcos presentes en la obra, «cinco, como personajes representan también cada uno una edad, un momento vital. El más grande, cargado, está cerca de una orilla que es símbolo de la muerte; los de tamaño mediano todavía tienen mar por delante y a los pequeños les quedan mares por navegar y mundo por ver, un mundo que empieza también cerca de esa orilla. El bote sobre la roca, vuelto del revés, bien podría representar la muerte del propio artista o la muerte del hermano en aquella mañana fría de la infancia».
'EMOCIONARTELA DOBLE VIDA DE LOS CUADROS'.
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Editorial: Espasa.
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Año: 2020.
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Páginas: 231.
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Precio: 18,90 euros.
'Las etapas de la vida' es una de las 35 obras elegidas por el autor para 'Emocionarte', que parte de una reflexión de Pablo Picasso que el autor comparte: «El objeto del arte es quitar el polvo de la vida diaria de nuestras almas». Obras de Ángeles Santos, Rembrandt, Utagawa Hiroshige, Francis Bacon, Edvard Munch... En este poético y extraño ensayo, cada una de las obras expuestas se presenta con una fotografía de la misma y un texto dividido en dos partes. En la primera, Del Amor recurre a las emociones, la realidad y la fantasía para crear textos imperecederos; en la segunda, hace de guía del cuadro para el lector, explicándole sus circunstancias y las de su autor, y proponiendo una parada en aquellos elementos singulares que escapan a una primera mirada rápida, y por elementos que escapan a la mirada superficial. Cada uno se puede montar su propia película, es lo que propongo en el libro», indica Del Amor, que debutó en 2013 en el campo literario con el libro de cuentos 'La vida a veces', y que publicó su primera novela en 2015, 'El año sin verano', a la que siguió, en 2017, 'Confabulación'.
«El arte es una celebración. Un cuadro no se acaba en lo que encierra su marco, un cuadro vive antes y después de que lo miremos», expone. «El marco lo acota», prosigue, «y nosotros debemos cruzar esa frontera para hacer que su existencia siga saltando siglos y vidas, y se renueve con cada mirada. Cada cuadro es un cuento, una novela, un relato, y eso he pretendido reflejar en estas páginas: romper el marco y expandir el lienzo hasta donde sea posible».
Melancolía
Otro cuadro bellísimo: 'El Temerario remolcado a dique', de William Turner, datado en 1838. «Desprende esa obra una melancolía que lo invade todo. Hay melancolía en la luz y melancolía en el barco que protagoniza el cuadro. Ese dinosaurio camino del cementerio, herido y viejo, dispuesto a descansar para siempre después de una vida intensa», escribe Del Amor. Así es: «Hay melancolía en los mástiles de ese barco, que poco a poco se pliegan al avance del carbón, que marca también el final de una época. La nave que domina la escena y parece levitar sobre el agua del Temerario, un barco que pasó a la historia por haber participado en la batalla de Trafalgar, en 1805». «Tenía», en efecto, « tres puentes y noventa y ocho cañones que en aquella batalla dieron cuenta del Redoutable, al que masacró y dejó en los huesos. Esos cañones mataron a doscientos hombres. Pero el tiempo pasa hasta para los héroes y ahora vive su ocaso rumbo al desguace de Rotherhithe, en un último viaje Támesis arriba, remolcado por una nave pequeña que echa humo y anuncia nuevos tiempos. Vendido por el Almirantazgo por poco más de cinco mil libras».
Frente a esa obra, intenta también ponerse en los ojos y el ánimo del pintor. «Se muere como se vivió», pensaría Turner, «que visualiza su propio funeral en ese traslado». Es cierto que, cuando se contempla esta obra, «el barco, el mar, el remolcador y el cielo se transforman en cada abrir y cerrar de ojos».
–¿Qué obra de las elegidas destacaría por encima de todas?
–Ante la duda, Goya siempre. Es que volver a él es siempre una maravilla; ayer [el pasado martes] paseaba por el Museo del Prado, otra vez, y de nuevo quería correr a ver el 'Perro semihundido'. Ese perro, ahora mismo, somos todos nosotros sacando la cabeza para encontrar aire. Y tampoco dejé de ver de nuevo el 'Duelo a garrotazos'. Lo contemplas y dices: son nuestros políticos, es el Congreso [de los Diputados], es esta gente que, en vez de estar peleando por ir todos a una, y darse ese gran abrazo que pintó [Juan] Genovés [en su obra 'El abrazo'], están dándose garrotazos y perdiendo el tiempo en trivialidades, absurdeces y en peleas que carecen de beneficio alguno para todos nosotros. Es tremendo que no exista unidad, esa que Genovés reflejó en esa obra que representa el espíritu de la Transición. Y ahora, en este año, que es el peor año de nuestras vidas como sociedad, me parece tremendo el modo de actuar de nuestra clase política.
–¿En qué cuadro le gustaría poder pasar una temporada?
–No estaría mal en 'La callejuela', de Johannes Vermeer. No siempre estamos escalando montañas, surcando mares, librando batallas ni posando para un pintor. Casi siempre estamos en nuestros quehaceres diarios, que son menos emocionantes.
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