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Carlos del Amor Martínez Bueso

Carlos del Amor: «Hoy, ese perro de Goya asomando la cabeza somos todos»

Ensayo. Carlos del Amor publica 'Emocionarte. La doble vida de los cuadros', que ha merecido por unanimidad del jurado el Premio Espasa 2020, y en el que mezcla la documentación sobre las obras seleccionadas con historias de hondo calado poético e intimista

Lunes, 26 de octubre 2020, 21:45

Empezamos: 'Las etapas de la vida', el también famoso cuadro del autor de 'El caminante sobre las nubes', el pintor Caspar David Friedrich, quien lo ... pintó en 1835, es una obra que también emociona. Te seduce. Según el periodista y escritor murciano Carlos del Amor, nacido en 1974 y que ha logrado, por unanimidad del jurado, el Premio Espasa de Ensayo 2020 con 'Emocionarte', esa emoción tiene que ver con las marcas en el alma con las que vivía el artista. «Es indudable que a Caspar David Friedrich», cuenta, «le marcó la muerte de su hermano Johann, que perdió la vida después de haber conseguido rescatarle del hielo». Un episodio que así de bien describe el periodista y escritor, excepcional contador de historias, imaginando cómo lo narraría el propio Caspar David Friedrich: «Desayunamos todos juntos y luego decidí ir a patinar sobre un hielo que reflejaba de tal manera el cielo que, viéndolo desde lejos, todo parecía uno. Recuerdo que a pesar del abrigo tenía algo de frío». Y añade: «Me puse a patinar. La nariz se me helaba; del interior aún caliente de mi cuerpo salía aire que, al entrar en contacto con el exterior, provocaba un humo digno de una hoguera. No escuché, o no recuerdo haber escuchado, el crujido. Solo recuerdo que el suelo se abrió debajo de mí y el frío lo invadió todo». En ese momento, «empecé a agitar los brazos, movía las piernas sin cesar; cada vez que intentaba apoyarme en alguna placa de hielo, esta se rompía y volvía la desesperación. Mis fuerzas empezaban a debilitarse y alcancé a pedir socorro». Entonces, «al poco adiviné la figura borrosa de un chico corriendo hacia mí. Era mi hermano Johan. Me cogió de los brazos y me arrastró hacia fuera; no sé si llegué a perder el conocimiento. Recuerdo el cielo azul helador y volver a escuchar crujir el hielo. Giré la cabeza y mi hermano no estaba. ¿Johann? ¿Johann? No, yo no debería estar aquí, viendo este atardecer. Mi vida ha sido una vida regalada».

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