El único paraíso
Pascual García nos lega uno de sus libros más emotivos y sólidos
Después de 'Poemas del desamor verdadero', con el que, hace un par de años, obtuvo el prestigioso Premio Dionisia García que convoca la Universidad de ... Murcia, Pascual García (Moratalla, 1962) saca a la luz el que podría pasar por uno de sus mejores libros de poemas, 'Un hombre solo', que, sin renunciar al estilo de siempre, tan reconocido y tan característico a estas alturas, parece como si, en esta ocasión, hubiera querido darle una nueva vuelta de tuerca a su poética, desnudando aún más si cabe sus versos, colmándolos de fuerza e intensidad, conduciéndolos hasta tal extremo que cada palabra parece actuar por su cuenta, ajena a la voluntad misma de su creador.
Y, sin embargo, 'Un hombre solo', que nos parece un largo y sublime soliloquio de una encomiable belleza, no tiene nada, en absoluto, de poesía improvisada, aunque sí muy inspirada, como si un dios noble le hubiera soplado al oído cada una de estas composiciones, trabajadas hasta la extenuación, pulidas hasta agotar las fuerzas, poseedoras de una vivacidad que conmueve al lector y lo convierte en cómplice, casi en hermano.
'Un hombre solo' es un libro de una enorme dureza, todo hay que decirlo. Un plato bien elaborado pero, acaso, no del gusto de quienes están acostumbrados a florituras y a los festejos agropecuarios. Sin embargo, la finura del estilo empleado por Pascual García, el acierto del tono que elige, la manera que tiene el poeta de enfrentarse al mundo y sus adversidades, a pesar de que sobre sí mismo se cierne la noche que le empuja al abismo, hace brotar un cierto aire de optimismo moderado, por lo que imaginamos al escritor con una cansada sonrisa en los labios, consciente de la certeza de que ya está todo perdido, pero que aún le quedan amaneceres por contemplar, libros por leer, mundo por explorar antes del fin.
No sabría qué poema elegir como paradigma de lo antes apuntado, porque, en el fondo, no son composiciones sueltas, poemas escogidos para la ocasión, seleccionados uno a uno, como suele ser habitual entre escritores de menor pericia y realengo, sino un todo que se fracciona en partes, como un cuerpo que solo funciona armónicamente en su conjunto. 'Compañía', 'El único paraíso', 'Sumario', 'Placeres sencillos' serían buenos ejemplos. O 'El viaje', en el que busca, con anhelo, con suma urgencia, un viaje liberador; un viaje, acompañado o solo, sin equipaje, a una región sin tiempo.
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