Construcción del yo

La obra se estructura en cuatro estaciones temáticas que yuxtaponen los epígrafes 'Moral', 'Perversidad', 'Matrimonio' y 'Desolación', sustantivos marcados por una fuerte estratificación semántica. De este modo, el lector acepta de inmediato que explora una poesía intimista y reflexiva. En ella, el yo poético habla de sus rincones interiores con la complicidad afectiva del diálogo, mostrando la temperatura interior de cada apartado tras un breve texto que expone, de modo conciso, las grietas visibles de la experiencia vital y la necesidad de aplicar en el discurrir diario voluntad y coherencia.

Más allá de necesitar la inesperada aparición del otro –llámese dios o los demás– para solventar el trayecto existencial, el sujeto se aplica en no decepcionarse a sí mismo y en ajustar el fluir de la conciencia a las posibilidades que oferta lo diario, sin idealizaciones ni sueños vagos. Todo sujeto cobija una identidad anfibia, a medio camino entre la esperanza y la decepción: «... Siento, empatizo, amo, pero he dejado de buscar respuestas. No me resigno ni me conformo, solo vivo según mis reglas». El discurso poético se aproxima a la cadencia enunciativa de la prosa y elige un esquema versal de largo aliento y trazado irregular. A pie de página, como colofón del poema, se incorpora un fragmento filosófico, desgajado y alejado del contexto, con lo que poema y cita se emparentan y refrendan conclusiones al preguntarse por el sentido de las cosas, o al indagar sobre un creador lejano e invisible que arrojó a sus criaturas al páramo de la intemperie, condenados a ser «esclavos de la nada».

De igual modo se hilvanan los apartados siguientes. Así sucede en 'Perversidad' donde la mirada crítica focaliza algunos comportamientos humanos tiznados por la codicia, el egoísmo y el dolor. Respuestas de la voluntad de ser que dejan una silueta de suciedad y carencia, como si el existir solo se ejerciera en los estacionamientos subterráneos de la ética. En esta segunda sección está el poema 'El sueño americano', una composición excelente que tiene la rotundidad expresiva de Raymond Carver o el expresionismo visceral y directo de Karmelo C. Iribarren. Recuerdo el cierre: «Recibí tanta satisfacción el día que la vi, veinte años después, / culo gordo, la grasa colgando por encima de sus vaqueros. / La alegría que experimenté viéndola caminar. / Una Barbie obesa que resoplaba. / La chica del sueño americano yéndose a la mierda. / Dormí bien esa noche».

Pocas parejas sobreviven al concepto idílico de la convivencia y a ese arranque de plenitud y deseo que estaciona en los cuerpos que se aman. María Pilar Conn agrupa en 'Matrimonio' una estela de vivencias al paso que marca las mutaciones de la pareja, con un poema inicial algo lastrado por el tono didáctico. Pero las composiciones hablan por sí mismas y los versos de 'El frío' y 'El borracho' dejan el paraguas abierto de la autenticidad poética.

El trecho final 'Desolación' repasa la senda existencial con evocaciones. Retorna la infancia, el conocimiento de la muerte, las siluetas familiares y esa continua preocupación por un futuro más diáfano, que acaba siendo un espejismo diluido en el tiempo.

En los poemas de 'Paseando con Schopenhauer', María Pilar Conn entrelaza las tareas de la filosofía, ese conocer perplejo del pensador enfrentado a las simas de la existencia que registra el ideario moral de Schopenhauer, con las reflexiones del fluir aleatorio de la conciencia. Una poesía introspectiva que esclarece la sensación de una identidad insatisfecha, marcada por la fugacidad de los sentimientos y la percepción fragmentaria de la realidad. Un mundo, sin más, que oye a lo lejos, mientras cae la tarde, el rumor cansado de la esperanza.

* 'Paseando con Schopenhauer' será presentado por la autora, María Pilar Conn, el próximo miércoles 22 de junio en la Biblioteca Río Segura de Murcia, a las 19 horas.