Formación en Folclore, asignatura pendiente en la Región de Murcia
Enseñanza. La inexistencia de un plan educativo sobre tradiciones vernáculas nos ha llevado a dejar en manos de aficionados la labor de divulgación
MIGUEL ÁNGEL MONTESINOS SÁNCHEZ
Sábado, 20 de junio 2020, 02:27
La inexistencia de un plan educativo sobre contenidos de tradiciones vernáculas en nuestra Región (y en casi todo el país) nos ha llevado a dejar ... mayoritariamente en manos de aficionados a lo típico, que con toda su buena intención, han realizado talleres o visitas puntuales a diferentes entidades educativas, la labor de divulgar unas costumbres, en muchos casos adulteradas por una vertiente teatral amparada en un pseudo-oficialismo permitido que, como movimiento social romántico se nos impuso durante los años 40 del pasado siglo XX, y que aún perdura como señal de identidad territorial.
El desconocimiento de nuestra cultura tradicional en el ambiente educativo es por desgracia 'el pan de cada día', potenciado por un desinterés gubernamental que prefiere la comodidad de lo establecido, aunque no se ajuste a la realidad, a una preocupación por un estudio desde la base para el conocimiento de nuestras raíces, ritos, ciclos, géneros y contextos naturales donde las manifestaciones populares, que aún perduran en nuestra Región de Murcia, la hacen referencia a nivel estatal.
Siempre hemos oído la reivindicación de 'el folclore debe de estar en la escuela'. ¡Sí!, pero sobre todo en la Universidad, en el Conservatorio, y ahí donde se formen a educadores que divulguen la materia, ¿pero cómo?, ¿con qué contenidos?, ¿con qué didáctica?, ¿qué enfoque educativo se le da?, ¿quién forma al profesorado?
Son cientos las preguntas que se me ocurren que impiden su instauración, pero por algo se debe de empezar, y sin duda para mí, es el enfoque de unos contenidos reales del patrimonio inmaterial, nunca sobre una base teatral que adapta, encorseta y fosiliza estos usos, lo que les hace perder todo el sentido natural. En todo caso, esta última vertiente, la enfocada hacia la exhibición, debería ser una sección informativa, para estudiar históricamente la irrupción que tuvo este movimiento asociativo en torno a la escenificación icónica.
El contexto natural se hace esencial en unos contenidos dirigidos hacia el conocimiento estructural de los géneros tradicionales (hablando exclusivamente de música, cante y baile) con sus variantes, versatilidad, tonalidades, compases, ritmos, estilos, reglas, lenguaje propio, evolución, creación e improvisación de nuevas formas bajo sus códigos tradicionales .
Sectores como el trovo, auroros, cuadrillas de animeros y hermandades, rituales, indumentaria tradicional, gastronomía tradicional, literatura costumbrista y Bando de la huerta, desde una perspectiva histórica y antropológica, deben de tener cabida en un plan educativo que proponga el conocimiento y conservación de un patrimonio inmaterial más vivo que nunca.
El agradecimiento por la labor a colectivos como coros y danzas o peñas huertanas (muchas veces es el primer contacto relacionado con los ambientes folclorísticos) en la divulgación de sus repertorios en las escuelas durante años, debe ser unánime, pero llegó la hora de darle una perspectiva científica a la enseñanza y a la divulgación de nuestro patrimonio desde el punto de vista de la contemporaneidad, para, desde la base, comenzar un proyecto real de educación en folclore.
Faltan horas lectivas
Como oasis en el desierto y siempre amparados por una experiencia personal y no formativa, profesorado mayoritariamente musical, divulgan bajo una visión personal contenidos relacionados con los contextos naturales, que podrían servir de avanzadilla de un futuro prometedor sobre la enseñanza de nuestras tradiciones. Pero la falta de horas lectivas y homogeneidad bajo un proyecto común hace que sean casos aislados, lo cual tiene un mérito más grande si cabe por su parte.
El profesor de educación musical o de baile, salido de la facultad o del conservatorio, tiene unas limitaciones sobre el campo tradicional que urge subsanar para la transmisión correcta y argumentada sobre los contextos naturales de estas manifestaciones, circunscritas mayoritariamente al aspecto exhibicionista que no implica un estudio previo, sino que se restringe a la reproducción de un repertorio creado y adaptado, en muchos casos sin las reglas estructurales correctas, hacia la recreación romántica idealizada.
Es por esto que la formación del profesorado debe tener una metodología real, estricta y consensuada con todos los actores actuales: antropólogos, etnógrafos, historiadores y folcloristas, que aúnen esfuerzos en proporcionar una programación educativa argumentada y enfocada hacia la enseñanza de contenidos científicos, como cualquier otra asignatura.
La falta, igualmente, de una entidad proveedora de conocimiento patrimonial tipo 'Escuela de Folclore' o 'Museo Etnográfico de la Región de Murcia', que financie estudios, aglutine investigación, archive documentación sonora y visual, y divulgue estos conocimientos, es una asignatura pendiente que deja a la interpretación y gusto personal una parcela de nuestra tradición que tiene tanto por ofrecer. Así, transmitiremos, mantendremos y daremos las herramientas para que continúe evolucionando nuestra rica cultura patrimonial sin interpretaciones subjetivas.
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