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Mayo ha sido declarado el mes de la concienciación sobre la psoriasis y la artritis psoriásica. Sobre la primera de estas patologías se ha escrito ... mucho pero no tanto sobre la segunda, una enfermedad inflamatoria crónica autoinmuneque no solo afecta las articulaciones, sino que también puede comprometer la calidad de vida de manera significativa si no se detecta y trata a tiempo. En España, más de 1 millón de personas sufren psoriasis cutánea, de las cuales entre un 10 y un 30% pueden desarrollar artritis psoriásica a lo largo de su vida. Se calcula que, actualmente, unas 200.000 personas sufren artritis psoriásica en nuestro país.
En aproximadamente un 60-70% de los casos, la psoriasis en la piel aparece antes que la artritis psoriásica. Es decir, la mayoría de quienes desarrollan esta forma de artritis primero presentan síntomas cutáneos, y en promedio, transcurren unos 10 años entre el inicio de las lesiones en la piel y el diagnóstico de la artritis. En un 10-25% de los casos, ocurre lo contrario: la artritis surge antes que las manifestaciones cutáneas, lo que puede llevar a que se confunda con otro tipo de artritis. Solo entre un 10 y un 15% de los pacientes presentan al mismo tiempo los síntomas de psoriasis y de artritis.
Aunque quienes tienen una psoriasis extensa tienen mayor riesgo de desarrollar artritis psoriásica, la severidad de la artritis no siempre está relacionada con el grado de afectación de la piel. Es decir, una persona puede sufrir una psoriasis cutánea muy intensa sin presentar artritis, o tener artritis psoriásica sin una psoriasis severa.
Aunque todavía no se sabe por completo cuál es la causa específica de la artritis psoriásica, se conoce que intervienen varios factores, incluyendo aspectos del sistema inmunológico, ambientales y genéticos. Aun así, ni la psoriasis ni la artritis psoriásica se transmiten directamente de padres a hijos, aunque sí existen elementos genéticos que aumentan la probabilidad de desarrollarlas, lo que explica cierta tendencia familiar.
La artritis psoriásica puede presentarse en diferentes partes del cuerpo, afectando tanto a las articulaciones periféricas (brazos, piernas, codos, muñecas, manos y pies) como al esqueleto axial (columna vertebral, caderas y hombros). En algunos casos, la enfermedad también puede comprometer la salud ocular, provocando problemas como conjuntivitis o uveítis.
Respecto a sus síntomas, esta enfermedad se caracteriza por una gran heterogeneidad clínica. Los más comunes incluyen: i) dolor, rigidez e inflamación articular (especialmente por la mañana o tras períodos de inactividad); ii) dactilitis (dedos en salchicha causados por la inflamación de tendones y articulaciones); iii) entesitis (dolor en puntos de inserción de tendones como el talón o la planta del pie; iii) fatiga crónica; iv) dolor crónico en la parte inferior de la espalda.
A pesar de que la artritis psoriásica actualmente no tiene cura y puede llegar a ser una enfermedad grave con una importante limitación de la movilidad y discapacidad, un diagnóstico temprano, acompañado de un tratamiento adecuado y hábitos de vida saludables, permite prevenir el deterioro de las articulaciones y reducir el riesgo de desarrollar discapacidad. Analicemos estos tres aspectos.
El diagnóstico de la artritis psoriásica no siempre es sencillo. Actualmente no existe una prueba única que confirme la artritis psoriásica, por lo que el diagnóstico se basa en la realización por parte de los reumatólogos(y en nuestra Región los hay muy buenos) de una historia clínica detalladacon énfasis en antecedentes de psoriasis personal o familiar; una profunda exploración física; estudios de imagencomo radiografías, ecografías musculoesqueléticas o resonancias magnéticasy pruebas de laboratoriocomo la proteína C reactiva, velocidad de sedimentación globular, y el factor reumatoide (negativo en la mayoría de casos).
Existen diversas opciones terapéuticas para la artritis psoriásica que se adaptan al perfil clínico de cada paciente. Entre ellas destacan la siguientes:
A)Tratamientos convencionales.En este grupo se incluyen tanto los antiinflamatorios no esteroideos (útiles para el control sintomático del dolor y la rigidez) como los fármacos modificadores de la enfermedad sintéticos (como el metotrexato, leflunomida o sulfasalazina).
B) Terapias biológicas. Estas terapias han demostrado gran eficacia en el control de síntomas articulares y cutáneos, y en la prevención del daño estructural. Se dirigen específicamente a moléculas proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral alfa, interleucina 17o interleucina 23.
C) Inhibidores de la fosfodiesterasa 4: una alternativa clave para pacientes oncológicos. Desgraciadamente, los pacientes oncológicos no pueden utilizar terapias inmunosupresoras intensas por lo que es fundamental la colaboración entre reumatólogos, oncólogos y dermatólogos para elegir tratamientos que equilibren el control de la artritis con la seguridad oncológica. En estos casos, los inhibidores de la enzima fosfodiesterasa 4, una molécula relacionada con la inflamación, representan una buena alternativa. A diferencia de las terapias biológicas, estos inhibidores no son inmunosupresores, lo que los convierte en una opción valiosa en pacientes oncológicos, aunque su eficacia puede ser inferior a la de los tratamientos biológicos.
El abordaje de la artritis psoriásica debe ser integral y centrado en el paciente. Algunas recomendaciones clave incluyen la educación del paciente; realizar ejercicio físico adaptado; control del peso y alimentación saludable; evitar el tabaquismo y reducir el consumo de alcohol; evaluación periódica de otras patologías; seguimiento dermatológico y reumatológico coordinado.
Finalmente, la investigación en artritis psoriásica avanza hacia una medicina personalizada, con el objetivo de identificar qué paciente responderá mejor a cada tratamiento. Se están desarrollando biomarcadores moleculares y genéticos que permitirán anticipar la progresión de la enfermedad y la respuesta terapéutica. También se estudia el impacto del microbioma intestinaly su modulación como estrategia terapéutica futura.
Estimados lectores de LA VERDAD, la artritis psoriásica es una enfermedad compleja que requiere un enfoque temprano y multidisciplinario. Aunque aún existe desconocimiento sobre su impacto, cada vez contamos con más herramientas para mejorar la vida de quienes la padecen. Mayo es un mes ideal para recordarlo: la psoriasis no termina en la piel, y la artritis psoriásica merece ser diagnosticada, tratada y comprendida en su totalidad.
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