Schmidt, objetivo Berlín
Fotografía. El artista alemán, ahora en el Reina Sofía, retrató su ciudad desde la división tras la guerra hasta la reunificación
BEGOÑA RODRÍGUEZ
Lunes, 17 de enero 2022, 21:47
El Museo Reina Sofía acoge la primera retrospectiva de Michael Schmidt (Berlín, 1945-2014) tras su muerte. Su obra rastrea las huellas de la sociedad ... contemporánea, intercalando instantáneas del paisaje urbano y de sus habitantes. La muestra se ha planteado como una retrospectiva vertebrada cronológicamente y consta de impresiones originales, obras inéditas y un vasto corpus de imágenes procedente de archivos que ilustran la trayectoria de este autor durante cinco décadas y que lo convierten, junto a Bernd y Hilla Becher, en una de las figuras más influyentes de la fotografía alemana de posguerra.
Nacido al terminar la Segunda Guerra Mundial en Berlín Oriental, Schmidt escapa con su familia en 1955 a la zona occidental, donde fotografió los barrios de la ciudad con un estilo sobrio derivado de la tradición documental estadounidense. De formación autodidacta, comenzó a tomar fotografías en 1965, cuatro años después de que se levantara el Muro de Berlín. En 1976 participó en la fundación del Werkstatt für Photographie (Taller de fotografía), parte del centro de educación para adultos Volkshochschule de Kreuzberg, lugar que llegó a convertirse en foro de intercambio de prácticas y saberes entre fotógrafos europeos.
Una característica de Schmidt a lo largo de su obra, como recuerdan en el Museo Reina Sofía, es la necesidad de buscar nuevas formas de expresión. Y fue así hasta el momento de su muerte. Sus proyectos y la relación de su trabajo fotográfico con su ciudad natal se inició con las series de los distritos de Berlin-Kreuzberg (1969-1973) o Berlin-Wedding (1976-1978) que, junto con Berlin nach 45 (Berlín tras el 45, fotografiada en 1980, pero solo publicada en 2005), poseen un carácter documental. En Waffenruhe (Tregua, 1985-1987) usa el medio como herramienta para la expresión subjetiva, dando lugar al psicodrama de una ciudad aún dividida, en plena Guerra Fría, que forma parte de una generación alemana «sin futuro». La inmediatez expresionista de Waffenruhe deriva en un proyecto más denso, complejo y exigente, Ein-heit (U-ni-dad, 1989-1994), presentada en el MoMA de Nueva York en la primera exposición dedicada a un fotógrafo alemán en décadas.
Otras series
La atenta mirada de Schmidt se alejó de la ciudad de Berlín en series como Frauen (Mujeres, 1997-1999) o Irgendwo (En algún lugar, 2001-2004), en torno al campo alemán, y viró hacia preocupaciones más globales en su último proyecto: la serie sobre comida Lebensmittel (Alimentos, 2006-2010, literalmente, 'medios para vivir') con la que ganó reconocimiento internacional y que le llevó a viajar por Europa para fotografiar la industria alimentaria.
Schmidt aborda las series fotográficas teniendo en cuenta el medio en el que van a presentarse, pensándolas en conjunto a modo de instalaciones para el espacio expositivo, o en cuidados fotolibros a los que aporta su detallada visión artística. La exposición incluye retratos, paisajes, naturalezas muertas y vistas urbanas que, junto a maquetas de libros y material de archivo, presentan el conjunto de la producción artística del fotógrafo.
Desde la primera fotografía de la exposición, la de una niña tendida de la que solo se ven su cabeza y un hilo de sangre que parte desde su nariz, hasta los retratos finales, de mujeres jóvenes vestidas casi idénticas, pasando por los paisajes urbanos de Berlín, las imágenes de la retrospectiva transmiten, señala Manuel Morales, «una inquietud, un misterio, una invitación a preguntar qué hay más allá de lo que vemos». Esta muestra de 340 imágenes, casi en su totalidad en blanco y negro, permite conocer la trayectoria de cerca de medio siglo de quien se afanó en buscar rincones berlineses vacíos de personas y, a la vez, a quienes habitaban la urbe, para elaborar un fresco alejado de la visión de una Alemania como eufórico motor de Europa.
Transformación constante
La muestra, comisariada por Thomas Weski en colaboración con el Reina Sofía, se ha dispuesto siguiendo la disposición diseñada por el artista, que incluye una amplia selección de fotolibros para poder vislumbrar su poética en diversos formatos. Además, y para evitar que una sola imagen adquiriera un estatus totémico, la retrospectiva comprende una cuidada selección de series y trabajos dispuestos según su modo de contar. El relato surge de unir varias imágenes que individualmente carecen de un elemento narrativo.
Hasta el final, el fotografo berlinés llevó a rajatabla su necesidad de «vivir un proceso de transformación constante», como él decía: «Es un principio vital que al mismo tiempo constituye un principio artístico». La suya es, como reseña Marta Martínez, «una carrera sin repeticiones», siempre yendo un paso más allá en el perfeccionamiento del método, una lucha existencial por la expresión individual y adecuada, tanto de contenido como de forma.
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