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Imagen de archivo de la pintora Sofía Morales. Juan Leal

Sofía Morales: «Hoy llueve otoño y tengo que escribir versos con lluvia»

Las obras de la pintora brillan en el Museo de Bellas Artes de Murcia hasta el 16 de junio

Lunes, 20 de mayo 2019, 22:17

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Dos copas de cristal, solitarias, erguidas, supervivientes. En sus vientres, vino, el fruto reconfortante de la vid; junto a ellas, la soledad. Sencillez y belleza, una sencillez y una belleza que, al igual que le ocurre al jardín cuando lo sorprendes envuelto por el rocío de la mañana, parece respirar. 'Bandeja y dos copas' se titula el pequeño óleo sobre lienzo, pintado con la naturalidad de una caricia por Sofía Morales (Cartagena, 1915; Madrid, 2005), que hasta el 16 de junio puede disfrutarse en el Museo de Bellas Artes de Murcia (Mubam), donde se expone, junto a otras delicias -'Perros y gatos', 'Flores', 'Paisajes', 'Bodegones', 'Naturalezas muertas', 'Niños', 'Retratos' y 'Figuras'-, formando parte de la muestra 'Sofía Morales. El retrato del tiempo', organizada y producida por la Consejería de Cultura, y de la que son comisarios Emilio Morales (sobrino de la artista y galerista), Vicente Martínez Gadea (arquitecto y pintor, a cuyo cargo ha estado el diseño de montaje de la muestra y el de su exquisito catálogo), y el artista plástico y escenógrafo Ángel Haro.

Las obras de Sofía Morales, pintura hecha por placer y para el placer, no conocen la violencia, ni las grandes complicaciones técnicas, ni pretenden sorprender por el tema tratado; son de una endemoniada sencillez, de una trepidante armonía, de un lujurioso equilibrio plástico. Sin el menor esfuerzo, se percibe el gozo que ella misma debió de experimentar pintando, creando unas obras que son, decía ella, fruto «de mi amor por la pintura, demostrado a lo largo de los años». Años en los que, añadía, «hice un gran esfuerzo para no defraudar a los que creyeron en mí, a los que me alentaron, a los que me alientan».

'Bandeja y dos copas'. Óleo sobre lienzo. 1969. | 'Retrato de Sofía Sandoval'. Óleo sobre lienzo. 1949. | 'Cabeza de perro'. Óleo sobre lienzo. 1980.
Imagen principal - 'Bandeja y dos copas'. Óleo sobre lienzo. 1969. | 'Retrato de Sofía Sandoval'. Óleo sobre lienzo. 1949. | 'Cabeza de perro'. Óleo sobre lienzo. 1980.
Imagen secundaria 1 - 'Bandeja y dos copas'. Óleo sobre lienzo. 1969. | 'Retrato de Sofía Sandoval'. Óleo sobre lienzo. 1949. | 'Cabeza de perro'. Óleo sobre lienzo. 1980.
Imagen secundaria 2 - 'Bandeja y dos copas'. Óleo sobre lienzo. 1969. | 'Retrato de Sofía Sandoval'. Óleo sobre lienzo. 1949. | 'Cabeza de perro'. Óleo sobre lienzo. 1980.

En la exposición del Mubam, por ejemplo, una serie de paisajes, todos ellos desnudos por completo de personas, aves, animales en libertad o de compañía, se convierte en un regalo para los ojos que la contemplan, que se posan sobre cipreses, chopos, reflejos en el agua de una balsa de riego aprovechada para los baños familiares, horizontes que parecen llamarnos desde lejos, cielos esmeralda y esa nieve que se funde con los campos, apenas reconocible al igual que sucede en la marina de Turner 'Tormenta de nieve'.

Ahí están sus paisajes pintados en la finca familiar de Torrelaguna, adquirida con esa leyenda incluida que asegura que se trata de las tierras que araron los ángeles, tierras en las que vivió San Isidro Labrador. Emilio Morales la conoce bien, desde los tiempos en los que, siendo él muy niño, se quedaba embobado viendo pintar a su tía: «Lo que más me gustaba del mundo era verla pintar, con lo cual yo, cada vez que iba a su casa, la animaba a que lo hiciese y no paraba hasta que me hacía caso. Era precioso ver cómo preparaba los lienzos y los pinceles, y cómo pintaba con esa soltura tan fantástica, mientras hablaba y te transmitía la pasión con la que pintaba. Era una especie de torbellino, verla pintar era como estar delante de una fuerza de la naturaleza».

Emilio Morales la vio allí, muchas veces, inquieta por conseguir captar la luz del momento sobre el lienzo, «algo que lograba con una facilidad pasmosa».

Morales recuerda así los inicios de su tía en la pintura. Tuvieron lugar en una Murcia que atravesaba un momento de gloria: «En la Escuela de Artes y Oficios que dirigía José Planes, en las visitas a los estudios de Luis Garay y Antonio Garrigós y, sobre todo, en la escuela de Joaquín, Sofía Morales, junto a su gran amigo Vicente Viudes, descubrió el secreto de la pintura». Un descubrimiento oportuno, y fructífero, porque como recuerda el galerista y comisario, de su primera exposición en 1935, y de uno de sus cuadros, escribió Ramón Gaya: «Es de una delicadeza, de una exquisitez en coger el momento, que sorprende. El tema es casi nada, no hay asunto allí, apenas unas hojas, un tronco, un muro y, sin embargo, Sofía Morales ha sabido llenar un cuadrito con lo que tiene la naturaleza de más difícil de apresar para un pintor: el aire, el calor, el latido, la vida».

«Era precioso ver cómo preparaba los lienzos y los pinceles... Era una especie de torbellino, verla pintar era como estar delante de una fuerza de la naturaleza»

Emilio Morales

Y es cierto, añade Emilio Morales, que «cuando hablamos de mi tía lo hacemos de delicadeza, de dulzura y de pintura mínima y sosegada y, sin embargo, su pintura es fuerte, segura, firme y rotunda, producto de sus gustos y de su manera de ser». Una manera de ser y de pintar que encandiló a, entre muchos otros y dispares personajes, a Camilo José Cela y Francisco Umbral, de quien el galerista cuenta que un día le dijo: «Que sepa que yo duermo con Sofía Morales... porque tengo dos cuadros suyos en mi dormitorio».

Defiende Emilio Morales que «el buen gusto, la elegancia y la finura no están reñidos con la valentía, como en Velázquez, Turner, El Greco, Vázquez Díaz, Torres García... pintores a los que admiraba y en los que bebía». Ay, la 'Bandeja y dos copas', que puede conducirnos a desear ver de nuevo las que aparecen en 'El aguador de Sevilla' y 'Almuerzo de campesinos', de Velázquez, y cuya sobriedad nada tiene que ver con la del maravilloso 'San Juan Evangelista' de El Greco.

'Mujer tendiendo ropa'. Óleo sobre lienzo. 1973. | 'Retrato de Javier'. Óleo sobre lienzo. 1955.
Imagen secundaria 1 - 'Mujer tendiendo ropa'. Óleo sobre lienzo. 1973. | 'Retrato de Javier'. Óleo sobre lienzo. 1955.
Imagen secundaria 2 - 'Mujer tendiendo ropa'. Óleo sobre lienzo. 1973. | 'Retrato de Javier'. Óleo sobre lienzo. 1955.

El camino hasta llegar a sentir admiración por artistas así empezó cuando Sofía Morales estudiaba en el murciano Colegio de Jesús y María. Emilio Morales lo califica de «una visión que despierta en ella una emoción que marcará y cambiará su vida». Ella misma lo contaba así: «Un día, al abrirse una puerta descubro la sala-estudio donde la madre Nieves imparte sus clases de pintura. Caballetes, batas colgadas...; el olor a esencia de trementina, a los aceites...». No se trataba de ningún tesoro, pero se le iluminó la cara.

En 'Sofía Morales. El retrato del tiempo', puede también el visitante acercarse a su faceta periodística, como experta en cine y literatura, que la llevó a entrevistar a grandes estrellas de su época, desde Ava Gardner a Gary Cooper, pasando por Orson Welles y Elizabeth Taylor, e incluyendo a escritores legendarios como Paul Bowles. Un documental, realizado por Juan Baustista Sanz, Javier Avilés y Miguel García, contribuye a ofrecer una visión muy completa de la vida y quehacer artístico de Sofía Morales, cuyos niños retratos, como decía el escritor murciano Pedro Cobos -autor de 'La vida perdularia'-, a veces viven «en un delicioso e ininterrumpido sueño de pájaros, frutas y peces de colores, sueño de tiempo único donde juegan al más apasionante de los juegos: juegan a contemplar». A contemplar «la hormiga, la abeja, el fingido dragón silueteado en el cielo por humo de locomotora...».

Mesura

Qué razón tenía José Hierro, poeta y Premio Cervantes 1998, cuando decía que, como pintora, pretendía «un arte hecho de mesura, de sosiego, de equilibrio: algo que no es frecuente en la pintura actual. «Se diría», añadía, «que la creadora murciana utilizaba su pintura «para salvar de su fugacidad las cosas serenas; los momentos serenos de las cosas o seres que no lo son habitualmente». Ejemplos: «Unas frutas, una figura infantil ascienden a la condición de modelos solo a costa de que la artista los haya contemplado bajo el prisma de la serenidad». Y, entonces, «tembloroso en la superficie quieta de un lago, muestran al contemplador sus tonos más agrisados, como vistos bajo una luz de plata».

Serenidad, de la que habla Hierro, que formaba parte de la cotidianidad en la que se movía Sofía Morales, quien, un día, escribió estos versos: «Hoy llueve otoño / y tengo que escribir versos con lluvia, / lloveré yo también; / las hojas caen / dentro y fuera, la vida / duele más cuando pasan los años / y por eso / en mi sangre hay hojas heridas de sufrir».

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